Eutanasia. La palabra eutanasia se deriva del griego eu: bueno y thanatos
Enviado por David García Rosales • 21 de Mayo de 2019 • Ensayo • 1.647 Palabras (7 Páginas) • 572 Visitas
Introducción.
La eutanasia es un acto que busca provocar la muerte a una persona enferma que conlleva graves consecuencias familiares, sociales, éticas, médicas y políticas. El acto médico se basa en una relación de confianza donde el paciente confía al médico el cuidado de su salud, aspecto primordial de su vida, de sí mismo. En la relación entre ambos no puede mediar el pacto de una muerte intencionada. La eutanasia significará el final de la confianza depositada durante milenios en una profesión que siempre se ha comprometido a no provocar la muerte intencionalmente bajo ningún supuesto. Ciertamente, toda vida humana presenta, por lo general, un mínimo de bienes fundamentales, y, en el caso de que todos estén ausentes, esto no la convierte inmediatamente en un mal ni en algo indeseable; porque o bien se cree que los males son pasajeros o porque no se cree que esto constituya una condición suficiente para optar por la muerte.
EUTANASIA.
La palabra eutanasia se deriva del griego eu: bueno y thanatos: muerte lo que significa “buena muerte” y hace referencia al acto de terminar la vida de un enfermo, a petición suya o de un tercero, con el único fin de minimizar su sufrimiento. Pero, ¿es la eutanasia una “buena muerte”? Resulta incoherente que el término “bueno” se utilice para defender la legitimidad de la eutanasia como para negarla.
Para tomar en consideración la eutanasia es preciso explicar lo que se entiende por vida y muerte desde las distintas facetas en las que se puede colocar dicho análisis. Llamamos “muerte” al cese definitivo de la vida con una perdida humano-mundo circundante. Entendemos como “vida” a la capacidad de un ser físico de administrar sus recursos internos para adaptarse a los cambios que se producen en su medio.
Precisiones terminológicas:
Con el fin de evitar una mayor distorsión y manipulación de los términos consideramos oportuno aclarar la significación conceptual de los términos y expresiones siguientes:
– Eutanasia voluntaria: la que se lleva a cabo con consentimiento del paciente.
– Eutanasia involuntaria: (también llamada cacotanasia o coactiva): la practicada contra la voluntad del paciente, que manifiesta su deseo de no morir.
– Eutanasia no voluntaria: la que se practica no constando el consentimiento del paciente, que no puede manifestar ningún deseo, como sucede en casos de niños y pacientes que no han expresado directamente su consentimiento informado.
– Eutanasia activa: la que mediante una acción positiva provoca la muerte del paciente.
– Eutanasia pasiva: el dejar morir intencionadamente al paciente por omisión de cuidados o tratamientos que están indicados y son proporcionados. La expresión eutanasia pasiva, se utiliza en ocasiones indebidamente, para referirse a una práctica médica correcta, de omisión de tratamientos desproporcionados o fútiles respecto al resultado que se va a obtener.
– Encarnizamiento terapéutico (también llamado distanasia u obstinación o ensañamiento terapéutico): la práctica, contraria a la deontología médica, de aplicar tratamientos inútiles o, si son útiles, desproporcionadamente molestos para el resultado que se espera de ellos.
– Ortotanasia: el permitir que la muerte natural llegue en enfermedades incurables y terminales, tratándolas con los máximos tratamientos paliativos para evitar sufrimientos, recurriendo a medidas razonables. La ortotanasia consiste en no adelantar la muerte con una acción médica intencional; acompañar al enfermo terminal, considerando su vida, aunque dependiente y sufriente, siempre digna; aliviar con todos los medios disponibles el dolor en lo posible y favorecer su bienestar; ofrecerle asistencia psicológica y espiritual para satisfacer su derecho de aceptar su proceso de muerte; no abandonar nunca al paciente, pero saber dejarle morir, cuando no podemos curarle.
– Suicidio: el acto de quitarse voluntariamente la propia vida.
– Suicidio asistido: el acto de ayudar a suicidarse en el caso en el que la persona no sea capaz de hacerlo por sus propios medios.
Hablamos del “valor de la vida humana” pero, como personas y como sujetos sociales, nos importa cada vez más señalar en qué consiste y a qué nos obliga si queremos poner en práctica esa valoración. El conocimiento actual de la vida humana, desde el punto de vista biológico, alcanza un detalle y una profundidad que nos permite formular con más y mejor precisión una idea esencial: que cada ser humano es único e irrepetible, valioso por el hecho de serlo y de vivir. La promoción de la eutanasia, tan intensa en algunos ámbitos, se suele basar en la consideración de situaciones-límite muy concretas. Hay que deslindar lo que puede ser el análisis de casos específicos, de lo que debe ser un principio irrenunciable: nadie tiene derecho a provocar la muerte de un semejante gravemente enfermo, ni por acción ni por omisión. Una sociedad que acepta la terminación de la vida de algunas personas, en razón a la precariedad de su salud y por la actuación de terceros, se inflige a sí misma la ofensa que supone considerar indigna la vida de algunas personas enfermas o intensamente disminuidas.
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