GUÍA DE EXPOSICIÓN: APOLOGÍA DE SÓCRATES.
Enviado por Bray Gonzalez Chavarria • 16 de Noviembre de 2016 • Resumen • 6.944 Palabras (28 Páginas) • 242 Visitas
GUÍA DE EXPOSICIÓN: APOLOGÍA DE SÓCRATES.
Integrantes:
González Chavarría Brayan Iván
Guerra Silva Erick Iván
Hernández Marín Yoav Alberto
Pineda Beltrán Leydi Jacquelyn
Villalobos Cruz Gabriela
Sócrates:
(Atenas, 470 a.C.-399 a.C.) Filósofo griego. Sócrates fue hijo de una comadrona, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco. Participó como soldado de infantería en las batallas de Samos (440-439), Potidea (432) y Delio (424).
Recibió una educación tradicional de Grecia. Posteriormente se familiarizó con la dialéctica de los sofistas. No fundó una escuela de filosofía ni tampoco escribió algún libro. Todo lo que se sabe respecto a su forma de pensar se extrajo de las obras de uno de sus discípulos más notables: Platón.
Asimismo se desarrolla tanto la filosofía que surge el iluminismo que intenta plantear y resolver problemas del valor de la vida recurriendo a la sola luz de la razón.
Introducción
“Apología de Sócrates” es un diálogo el cual demuestra la defensa de Sócrates cuando se presentó ante el Tribunal de Atenas. Platón personifica a Sócrates con la filosofía: en ocasiones, no se realiza el bien, que, para él, es consecuencia de un acto inteligente, racional pero confía en que, a la larga, ningún mal puede dañar al hombre bueno. Además menciona que las dos condiciones supremas del mismo hombre son la capacidad de pensamiento y la libertad.
“Apología de Sócrates”
Sócrates tiene mas de setenta años, es la primera vez que ha estado en un tribunal y se encuentra siendo acusado injustamente por Anito, Licón y Melito. Principalmente se le atribuyó que se dedicaba a enseñar y a la vez exigía un salario. Pero realmente eran rumores creados por envidia y malicia ya que era reconocido en muchas partes por su sabiduría.
Con la ayuda de un oráculo se intentó hallar a otra persona que fuese más sabia que Sócrates pero todos los que pasaban por ser los más sabios resultaban no serlo. Eran muchos los que creían saberlo todo, aunque en realidad no sabían nada o casi nada. Buscó entre poetas (representados por Melito) pero ni ellos mismos sabían lo que escribían. También exploró entre artistas (representados por Anito) y tampoco. Por último espigó entre oradores (representados por Licón) y no tuvo éxito. De esta indagación nacieron contra él esos odios y enemistades peligrosas.
Su acusación principal era la siguiente:
Sócrates es culpable, porque corrompe a los jóvenes, porque no cree en los dioses del Estado y porque, en lugar de éstos, pone divinidades nuevas bajo el nombre de demonios.
Sócrates sólo deseaba destruir todos los rumores que se habían fortalecido.
Los jueces, senadores y los que asistían a las asambleas del pueblo, todos ellos podían hacer mejores a los jóvenes excepto el mismo Sócrates (según la acusación de Melito). Los acusadores (principalmente el ya mencionado), afirmaban que el inculpado corrompía con conocimiento. Además se le acusaba de enseñar a no reconocer a los dioses; no obstante todo esto era falso. Más tarde Melito se contradice en sus acusaciones, éstas terminan careciendo de fundamentos y testigos.
Durante el juicio, le preguntan a Sócrates si tiene miedo a la muerte, a lo que él replicó: “se engaña mucho al creer que un hombre de valor tome en cuenta los peligros de la vida o de la muerte”, en otras palabras, cualquier hombre que tenga un buen puesto no debe inquietarse de la muerte ni de lo más terrible; temerle solo haría que quedara como un impío, que desobedece al oráculo, que teme la muerte y que se cree sabio y no lo es, es decir negaría todo lo que dijo que no era. Igualmente el resalta la parte incoherente de tenerle miedo a lo desconocido.
Sócrates se defiende a si mismo argumentando la relevancia de pensar con claridad y calma la decisión final, ya que el más grande de todos los males es trabajar para matar inocentes (refiriéndose a los jueces). Incluso menciona lo difícil que sería encontrar otro que predique ya que Dios lo eligió a él.
Del mismo modo hay dos razonamientos dichos por Sócrates (ya en la parte final del texto) que son de los más significativos, el primero manifiesta que nunca se negó a “enseñar”, es decir oír conversaciones o pensamientos, sin embargo el nunca prometió enseñar puesto que el simplemente no enseña nada. El segundo expresa confusión en vista de que, recordemos que inicialmente es acusado por corromper jóvenes, y en el tribunal se encuentran varios de los que ha aconsejado anteriormente, a lo cual el dice que si fuese verídico, alguno de ellos ya habría buscado venganza.
Finalmente, refiere que el juicio solo dura un día. Expone que no busca suplicarle al juez, en vez de hacerle sentir lástima intenta persuadirlo porque está consciente que si hiciese lo contrario forzaría al juez a violar la ley, e iría en contra de sus creencias a los dioses y al respeto a sus juramentos.
Terminó viendo a la muerte como un bien, imaginó que podría ser posiblemente la mejor noche de descanso o seguramente una puerta que te lleva al reencuentro con todos los que ya han fallecido. Cabe mencionar que no tuvo rencor hacia ninguno de sus acusadores ni los que lo condenaron. Solo Dios supo quien llevó la mejor parte.
Léxico:
- Apología: Del latín apologia. Entre los griegos, defensa de un acusado ante los jueces. Defensa de una persona u obra.
- Elocuencia: Facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar y persuadir. Fuerza de expresión.
- Impío: Falta de piedad. Irreligioso.
REFERENCIAS:
Anónimo (2004) Biografía de Sócrates. Recuperado de:
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/socrates.htm
Vandelvira, (2003) Biografía de Sócrates; Padre de la Filosofía. Recuperado de: http://www.academiasocrates.com/socrates/biografia.php
Platón, (440 a.C.) Diálogos. (13a Ed) México. Porrúa.
Campillo H, (1993) Diccionario academia avanzado de la lengua española.
(1a Ed) México. Fernández Editores.
Diálogo “Apología de Sócrates”
Sócrates: Yo no sé, (dirigiéndose hacia los atenienses y jueces) la impresión que habrá hecho en ustedes el discurso de mis acusadores. Confieso que me eh desconocido a mí mismo. Sin embargo no han dicho ni una sola palabra que sea verdad, pero de todas sus calumnias, me ha sorprendido la prevención que les han hecho de que estén muy en guardia para no ser seducidos por mi elocuencia, por el no haber temido la contradicción que les voy a dar haciendo ver que no soy elocuente, a menos que no llamen elocuente al que dice la verdad.
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