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HISTORIA DEL SISTEMA MÉTRICO DECIMAL


Enviado por   •  14 de Agosto de 2013  •  1.921 Palabras (8 Páginas)  •  715 Visitas

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HISTORIA DEL SISTEMA METRICO DECIMAL

Si se viera a la humanidad con cinismo, se podría decir que la confusión y la ineficiencia son su estado natural, y que la torre de Babel es la metáfora perfecta para entender la cultura de los hombres. Así como la diferencia entre las lenguas del mundo fue tomada como una maldición divina, la falta de unidad en las medidas del mundo fue tomada como un corolario menos conocido de la misma maldición. Hasta hace apenas dos siglos, las medidas eran algo relativo, cambiante, local. Cada país, y dentro de cada país cada comarca y a veces cada pueblo, tenía SU propio sistema de medidas. La tradición, y no la coherencia, era la base del sistema: cada cultura tenía sus medidas, y como todo el mundo sabía cómo eran esas medidas, no existían patrones exactos. A principios del 1.700, un viajero que cruzara Europa de Londres a San Petersburgo tenía que estar preparado no sólo a cambiar continuamente de lenguaje -como hoy sino también de medida. Lo que llamaban una libra en Gran Bretaña no era lo mismo que llamaban una libra en París o Berlín: medidas distintas tenían el mismo nombre, aunque en la realidad no tuvieran nada que ver entre sí. Lo mismo ocurría con el dinero que llevara encima nuestro viajero, porque sus monedas se acuñaban en un tamaño y con un peso que era puramente local. Al llegar a un país, el viajero tenía que hacer pesar su dinero y enterarse de cuánto valía en moneda local. Pese a que el oro era oro y valía en el mundo entero, no había manera de saber cuántos francos valía una libra esterlina, cuántos rublos se pagaban por un marco prusiano. Se tenía que recurrir a los cambistas de dinero que, balanza en mano, determinaban el valor local de las monedas y proveían cambio que los comerciantes locales pudieran entender. Los franceses no estaban ajenos a este caos. Su medida principal de longitud era la toesa, que técnicamente equivalía a seis pies de rey. Esta última medida nació en la edad media como la distancia entre la punta del dedo gordo del monarca y su talón, y se repetía en todo el reino como la misma distancia entre dedo y talón "de alguien con el pie normal". Pero para el 1.700, la medida se definía como "cuatro palmas", medida que consistía en el ancho de los cuatro dedos más largos de la mano derecha, puestos juntos y planos sobre una mesa. El caos que semejante imprecisión creaba es fácil de imaginar. Cada comerciante podía medir a su antojo, usando su mano más flaca para dar menos por el mismo dinero. Si el cliente tenía la mano más gordita y ancha, discutía y pedía más mercadería por su oro. En algunas provincias se sistematizaba más o menos las medidas imprimiendo papeles de tamaño "oficial" o usando algún elemento público como el picaporte de la catedral como palma oficial". Pero de provincia a provincia las medidas variaban hasta un 20% en tamaño. Si se trataba de cosas más complicadas de imaginar, como los volúmenes y medidas de líquidos, la cosa era peor. Un bichet, medida que se usaba para vender granos, variaba de 20 a 40 lítros, de acuerdo con la región. Es fácil imaginar las fortunas que se crearon manipulando las medidas. Los cientificos sufrian particularmente esta confusión. Ya eran una profesión internacional, que se carteaba activamente, pero el problema de traducir medidas de un país a las de otro era constante. Si un geógrafo inglés le contaba a un colega italiano su trabajo de medición en un viaje naval, se lo contaba en las ligas o millas navales de la Armada Real. El italiano, cuya Armada usaba otras medidas, tenía que tomarse el trabajo de hacer muchas cuentas para entender lo que su colega extranjero le decía. La única medida internacional y exacta en existencia era el grado de ángulo: un ángulo recto tenía 90 grados de sesenta minutos cada uno, un círculo tenía 360 grados. En 1619, el científico alemán Kepler pudo descubrir las leyes del movimiento planetario usando las observaciones planetarias del danés Brahe, sin necesidad de "traducir" sus medidas. Hacia mucho que los científicos trataban de hacer algo al respecto, sin que les prestaran mucha atención. En 1670, un cura francés propuso a la Academia de Ciencias -fundada por Colbert en 1666 que se adoptara una medida llamada "virga", que equivalía a un minuto de ángulo de un meridiano terrestre. Al año siguiente, el abate Jean Picard que acababa de medir por primera vez la distancia entre dos meridianos propuso como medida la longitud recorrida por un péndulo simple en un segundo. En el siglo XVIII, con la difusión de aparatos científicos y astronómicos mucho más exactos, siguieron las propuestas. La Academia no decidía si adoptar medidas basadas en arcos de meridiano o en péndulos, y en 1740 mandó una expedición al Perú para probar un péndulo. Los expedicionarios descubrieron que la medida del recorrido del péndulo depende de la aceleración del peso colgado de una cuerda, y esa aceleración varía con la latitud A norte o Sur. El péndulo no es universal y no puede ser usado. La Academia siguió discutiendo, hasta que en 1774 entró en escena un personaje inesperado: Turgot, el ministro de Economía. Harto de las cuentas confusas, el ministro le encargó a la Academia un sistema coherente de medidas y a su presidente, Condorcet, un plan para imponerlo, pero Turgot pronto cayó y el plan quedó en la nada. Pero en 1789 se produjo la revolución francesa, y los Estados Generales decidieron que se creara un sistema único de medidas. Si había un rey y una ley igual para todos, también debía hacer una sola medida para todos, dijo la igualitaria asamblea. Condorcet formó enseguida una comisión

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