ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Historia De La Gineco-obstericia


Enviado por   •  1 de Septiembre de 2014  •  5.035 Palabras (21 Páginas)  •  249 Visitas

Página 1 de 21

Introducción

El fundamento sobre el cual se dio sentido a la formación de las parteras en México, radica en las raíces culturales, herencia de la época prehispánica. Sin embargo, a lo largo del siglo XX la enseñanza de la obstetricia ha sufrido muchos cambios, que siguieron el modelo de atención de salud y las concepciones materna y neonatal en la formación profesional del área. Gran avance han tenido los conocimientos de los orígenes de la vida, de las leyes de la herencia y el crecimiento y desarrollo embrionario y fetal, los efectos secundarios de los distintos fármacos, de las tecnologías para el diagnóstico y el tratamiento en el ciclo materno fetal, lo cual reafirmó la necesidad del cuidado de la salud de la madre y su hijo a lo largo de todo el ciclo perinatal en una dimensión tanto en lo ético como en lo científico, de cuidar a la pareja desde antes de la gestación en la pre-concepción, la concepción hasta el nacimiento para después brindarles el cuidado integral, considerando, a los integrantes de la familia como un todo, con énfasis en la madre y su hijo por la vulnerabilidad que presentan en esta etapa del ciclo vital, los riesgos en constante interacción con su entorno cambiante, apoyando sus procesos vitales y la motivación para el logro del máximo potencial en los ámbitos biopsicosociales, emocionales y espirituales (1), en la búsqueda de una mejor calidad de vida y el compromiso contraído con el advenimiento de cada nuevo ser humano para un mundo mejor.

Desde una perspectiva histórica, las actividades realizadas por las parteras han sido más que una actitud de trabajo, una experiencia ética, por los aspectos intangibles, en que prevalecen los valores humanos, el cuidado integrador que rebasa el esquema biologicista hacia uno holístico, relacionado con actitudes de ternura, afecto, comprensión y de reconocimiento de las dimensiones del ser humano, de la sensibilidad para uno mismo y la alteridad (2), entendida como el descubrimiento que el “yo” hace del “otro”, de la que surgen una amplia gama de imágenes del otro, del “nosotros”, de las fuerzas existenciales y el apoyo situacional, de los sentimientos generados en la relación de ayuda y confianza, bajo una visión fenomenológica (3).

Antecedentes prehispánicos de la partera en México

Desde la percepción en el ámbito socio-cultural prehispánico que de la partera tenían, a partir de la concepción del nuevo ser humano hasta que veía la luz, dejó hondas raíces, por su poder reconocido en la comunidad, pues era sustantiva su función para que la mujer en el trance de la maternidad continuara su vida cotidiana.

Luz Pérez Loredo relata (4) que la partera basaba su entendimiento sólo en su propia experiencia en el arte de los partos. Sí, bien carecía de escolaridad y de conocimientos racionales sobre la causalidad y terapéutica de las enfermedades; ejercía algunas medidas de ordenmédico como la aplicación de oxitócicos, unas veces con resultados favorables y otras con situaciones de riesgo para la gestante y su niño.

Este patrimonio legado a las generaciones de parteras, de la actitud tenaz del cuidado hacia la embarazada y la parturienta trascendió hasta el presente. En la dinámica familiar prehispánica fue un factor muy participativo desde que la mujer se daba cuenta de su embarazo. Su tradición continuó ya en la época del virreinato porque la partera muy poco alteró sus actividades. Se encargaba de dar consejos a la preñada, ordenar a la familia lo que debían darle y prohibía todo aquello que pudiera hacer daño a la criatura; advertía de los cuidados en los primeros meses de embarazo y concretaba sus consejos encargando buena alimentación, reposo y moderaciones en los trabajos manuales (5).

Al iniciarse el parto lavaba a la embarazada, arreglaba un lugar donde debíaparir y si la parturienta era mujer principal la partera se hacía acompañar de dos o tres mujeres a quienes se les daba el nombre de “tenedoras”, en función a que ayudaban a detener a la mujer en el proceso del parto y elalumbramiento. Más tarde, estas mujeres tenedoras, ya con experiencia por lo observado se convertían también en parteras (6).

Empezado el trabajo de parto, daba un baño a la parturienta y después de éste, le hacía beber la raíz molida con agua de una planta llamadaChihuapatli que gozaba de la propiedad de empujar el feto hacia fuera (7). En caso de no bastar este brebaje se le administraban otros con los mismosefectos. En cuanto a la forma en que se atendía el parto, se observaban determinadas conductas. La partera se colocaba sentada frente a la parturienta y con ambas manos, le frotaba el vientre o se lo comprimía para favorecer los dolores o la expulsión del feto. Las tenedoras se colocaban una en la espalda, en cuclillas, y con sus dos manos apoyaba y oprimía la cintura o el vientre de la parturienta, mientras que la otra tenedora, de pie,le sostenía por los codos, la cabeza o por las sienes.

Otra forma de atender a la embarazada en la última etapa del trabajo de parto era que la comadrona permanecía sentada, en cuclillas, con las manos apoyadas en los glúteos y con los dedos entreabría la vulva.Finalmente con un supremo esfuerzo ayudaba a la expulsión. Otras mujeres parían de rodillas asistidas por las partera; También daban a luz colocadas bocabajo, a cuatro patas, con las manos en el suelo y la comadrerecibía a la criatura por detrás; parían también arrodilladas y asidas de una cuerda pendiente del techo; sosteniéndolas de los muslos las tenedoras y ayudantes (8). Estas prácticas, aún se conservan en regiones apartadas de la civilización en la república mexicana.

Con relación a la expulsión de la placenta, las medidas indicadas eran que la mujer que acababa de dar a luz debía descansar sobre su pierna derecha, con el muslo comprimía el abdomen y por supuesto el útero, para facilitar la expulsión de la placenta, la cual se enterraba bajo una de las piedras del fogón o en las cenizas calientes de éste. Al resolverse el parto, la partera recibía al niño con frases amables y con ternura, al mismo tiempo cortaba el cordón umbilical con las uñas, con un fragmento de obsidiana o con un pedazo de otate, para más tarde al secarse, si era niña se enterraba junto al fogón, para aficionarla a su casa y cuidado de ésta, en el caso de ser varón se le daba a un guerrero para que lo enterrara en algún campo de batalla significando con esto que era ofrecido y prometido al sol y a la tierra (9).

Las atenciones del recién nacido se basaban en preparar la ropa, tanto aquella que se necesitaba en el alumbramiento, como después del mismo.El trabajo de la partera no terminaba con el nacimiento del niño, sino que se prolongaba para el bautismo, la lactancia materna y el tratamiento del

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (31 Kb)
Leer 20 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com