La Celula Lectura
gatochef25 de Agosto de 2014
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(Tomado de Selecciones)
Soy una célula; una de los 60 billones que hay en el organismo de Juan. Tengo parecido a una gran ciudad. Cuento con muchas centrales generadoras de energía, poseo una red de transportes y sistemas de comunicaciones. Importo materias primas, manufacturo productos y dirijo un dispositivo de eliminación de desperdicios. Me rige un gobierno eficiente y vigilo mis regiones más alejadas para que a ellas no lleguen cuerpos indeseables. Se requiere un buen microscopio para poder verme y si alguien quiere conocer mejor mi interior debe observarme con un microscopio electrónico.
Nuestro tamaño es variable desde pequeñísimo hasta muy grande. También nuestra forma es diversa: disco, bastón, esfera, estrella, etc. Nosotras las células participamos en todo lo que Juan hace; por ejemplo, cuando él levanta una maleta cree que es su brazo el que cumple la tarea, pero en realidad son células musculares las que se contraen. Juan requiere energía para todas las actividades que realiza y para proporcionársela dispongo de millares de centrales energéticas llamadas mitocondrias, las cuales utilizan combustible (azúcar) para generar energía (ATP) y dejan como residuo agua y bióxido de carbono. Todas las células tenemos mitocondrias con excepción de los eritrocitos o glóbulos rojos de la sangre, los cuales no cumplen ninguna tarea de elaboración y como los arrastra el torrente sanguíneo no necesitan generar energía.
Quizá la máxima maravilla entre todas las células sea el óvulo, el cual una vez fecundado por el espermatozoide comienza a dividirse sucesivamente hasta llegar a los dos billones de células que forman el organismo del niño al nacer. Pero lo más asombroso es la enorme cantidad de información que hay almacenada, en clave, respecto a la estatura, el color del cabello, la textura de la piel, enfermedades a las que estará más propenso, etc. Pero ¿cómo saben estos pequeños óvulos hacer de éste un ser humano, de aquel caballo y de otro más un colibrí? Es aquí donde encontramos una de las maravillas de la creación: el ácido desoxirribonucleíco (ADN).
Este compuesto es el que nos gobierna a todas las células, el que ordena a nuestros componentes celulares cómo comportarse, cuáles sustancias elaborar, qué elementos han de conseguir y cuáles deben evitar. Mi ADN puede compararse con un arquitecto cuya labor es trazar el plan maestro para la existencia del ser vivo. Este arquitecto, sin embargo, encomienda la tarea de la construcción a un contratista: el ácido ribonucleíco (ARN)
. En forma de moléculas, se imprime toda la información en las espirales gemelas y entrelazadas del ADN . A estas espirales del ADN e acerca el RNA mensajero y obtiene un duplicado del plano donde va especificado lo que se ha de hacer.
En seguida comunica estas instrucciones a otra forma de ácido ribonucleíco: el ARN de transferencia. De acuerdo con las instrucciones recibidas, este ARN comienza el trabajo de construcción, utilizando los aminoácidos de que se componen las proteínas y forma como collares de cuentas según el modelo específico. El resultado puede ser una célula muscular para el corazón de Juan o para un músculo de sus extremidades o cualquier otro elemento que el ADN hubiera ordenado. La división celular gracias a la cual se formó Juan, prosigue durante toda la vida. A cada segundo mueren millones de células y al mismo tiempo se forman millones de ellas mediante el proceso de mitosis. Tan asombrosa como mi estructura interna es la membrana celular. Mi membrana tiene un grosor de sólo 0,0000001 mm y desempeña funciones similares a las de un portero decidiendo a qué partículas da entrada y a cuáles se le ha de negar; de esta forma regula el medio interno de la célula, conservando en equilibrio las sales minerales, los compuestos orgánicos, el agua y otros materiales. Nuestros grandes enemigos son los virus. Estas
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