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La Naturaleza


Enviado por   •  27 de Marzo de 2014  •  889 Palabras (4 Páginas)  •  177 Visitas

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Ensayo a la Naturaleza

Para entrar en soledad un hombre necesita tanto retirarse de su habitación como de la sociedad. Yo no soy solitario mientras leo y escribo, aunque nadie está conmigo. Pero si un hombre quiere estar solo, que mire a las estrellas. Los rayos que brotan de estos celestes mundos le separarán de las cosas vulgares. Cualquiera creería que se hizo la atmósfera transparente con objeto de dar al hombre, en los celestes cuerpos, la perpetua presencia de lo sublime. Vistos desde las calles de las ciudades, cuán grandes son! Si las estrellas apareciesen una noche cada mil años, ¡cómo los hombres creerían y adorarían en ellas, y cómo conservarían por espacio de muchas generaciones el recuerdo de la ciudad de Dios que se les había mostrado! Pero todas las noches salen estos predicadores de la belleza y alumbran el Universo con su sonrisa amonestadora.

Las estrellas excitan cierta reverencia, porque, aunque siempre presentes, son siempre inaccesibles; mas todos los objetos naturales producen una impresión análoga cuando el espíritu está dispuesto a recibir su influencia. La Naturaleza nunca ostenta apariencia mezquina. Ni el hombre más sabio descifra todo su secreto pierde su curiosidad al descubrir toda su perfección.

La Naturaleza nunca llega á ser un juguete para los espíritus discretos. Las flores, los animales, las montañas, reflejaron toda la prudencia de sus mejores horas tanto como habían deleitado la sencillez de su infancia.

Cuando hablamos de la Naturaleza de este modo, tenemos en la mente un sentido distinto, pero más poético. Damos á entender la integridad de la impresión producida por múltiples objetos naturales. Esto es lo que distingue los nudos de un bastón del que tala un bosque del árbol del poeta. El encantador paisaje que vi esta mañana está indudablemente compuesto de unas veinte ó treinta fincas. Miller posee este campo, Locke aquél, y Manning el arbolado de más allá.Pero ninguno de ellos posee el paisaje. Hay en el horizonte una propiedad que ningún hombre posee, sino aquel cuyos ojos pueden integrar todas las partes; esto es, el poeta. Esta es la mejor parte de las fincas de estos hombres; y, no obstante, á esto no les dan derecho sus títulos territoriales.

Para hablar con verdad, pocas personas adultas pueden ver la Naturaleza. La mayoría de las personas no ven el sol. Al menos lo ven muy superficialmente. El sol sólo ilumina la vista del hombre, pero brilla en los ojos y el corazón del niño. El amante de la Naturaleza es aquel cuyos sentidos interiores y exteriores están ajustados uno a otro; el que ha conservado el espíritu de la infancia en la época de la edad madura. Su comunicación con los cielos y la tierra forma parte de su alimento diario. En presencia de la Naturaleza penetra al hombre un deleite violento, a pesar de las tristezas reales. La

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