La parálisis cerebral afecta a la coordinación y al control muscular
Enviado por Marisella Ríos Palma • 9 de Diciembre de 2015 • Trabajo • 1.151 Palabras (5 Páginas) • 72 Visitas
Parálisis Cerebral
Introducción
La parálisis cerebral afecta a la coordinación y al control muscular, de modo que hasta los movimientos más sencillos, como estar de pie o realizar un movimiento corporal, plantean dificultades. A su vez, afecta otras funciones vitales que también implican la participación de la motricidad, como respirar, el control intestinal o vesical (urinario), la alimentación y el aprendizaje también pueden verse afectadas por la parálisis cerebral. Esta afección no empeora con el paso del tiempo.
Existen múltiples causas susceptibles de producir un cuadro de Parálisis Cerebral que, en función del momento en que acontecen, podemos clasificar en factores prenatales; si acontecen durante la gestación, por ejemplo, hemorragia materna, hipertiroidismo materno, exposición a toxinas y drogas, factores genéticos, entre muchas otras causas.
También encontramos los factores perinatales, cuando se producen en torno al nacimiento; aquí las causas pueden ser: prematuridad, asfixia perinatal, hiperbilirrubinemia (alteración de la bilirrubina), infecciones perinatales.
En los factores postnatales, cuando ejercen su acción después del nacimiento encontramos traumatismos craneales, meningitis, encefalitis, hidrocefalia etc.
Como podemos ver los motivos que están a nuestro cuidado son amplios, por eso debemos tener las precauciones necesarias al momento de tener un bebé en gestación.
Parálisis Cerebral
La parálisis cerebral es un grupo de trastornos que pueden comprometer las funciones del cerebro y del sistema nervioso como el movimiento, el aprendizaje, la audición, la visión y el pensamiento. Es una condición neurológica crónica (para toda la vida), que se caracteriza por provocar movimientos corporales alterados, afecta en el retraso psicomotor, al tono muscular y las habilidades motoras (facultad de moverse de forma voluntaria y coordinada); si la parálisis cerebral no es tratada a tiempo, puede producir deformidades en las extremidades y el tronco.
Se distinguen cuatro tipos de parálisis, de acuerdo al nivel de la lesión: Monoparesia (un solo miembro), diplejía (los dos miembros superiores), hemiplejia (un miembro superior y un miembro inferior) y tetraparesia (las cuatro extremidades).
Causas
Esta enfermedad es causada por lesiones o alteraciones en el cerebro, que se genera cuando el sistema nervioso no ha terminado de madurar (antes de los 5 años de vida). Las causas se pueden presentar durante el embarazo, como son las malformaciones cerebrales, que pueden deberse a infecciones, a problemas de salud de la madre o a un trastorno genético; en el momento del parto, como la asfixia neonatal; y después del nacimiento, hasta los cinco años. Cualquiera sea la causa, se produce una lesión en el cerebro que es imborrable pero, que no empeora con el tiempo.
Los bebés prematuros, sobre todo aquellos que pesan menos de 1.510 g, tienen un riesgo más alto de padecer parálisis cerebral que los bebés de término; ocurre lo mismo en los bebés que nacen en partos múltiples, como son los mellizos y los trillizos.
El hecho de sufrir lesiones cerebrales durante la lactancia o la primera infancia también puede evolucionar a una parálisis cerebral. Un niño de menos de tres años puede sufrir daño cerebral a consecuencia de una intoxicación por plomo, una meningitis bacteriana o por recibir una alimentación inadecuada, al ser sacudido cuando solo era un bebé o por sufrir un accidente de tránsito sin llevar una protección adecuada.
Síntomas
El principal síntoma es el trastorno del movimiento; el cuerpo de la persona puede ser espástico (más duro), hipotónico (más blando) o bien, presentar movimientos involuntarios o descoordinados. Se observan reflejos aumentados en las extremidades o temblores en las mismas.
Los síntomas pueden comprometer sólo un lado del cuerpo o ambos lados. Ser más pronunciados ya sea en los brazos, en las piernas o en brazos y piernas.
Los síntomas por lo regular se observan antes de que un niño cumpla dos años de edad y, algunas veces, empiezan incluso a los 3 meses. Los padres pueden notar que su hijo está retrasado en su capacidad para alcanzar algo y en las fases de desarrollo como sentarse, girar, gatear o caminar.
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