La tos ferina se ha considerado durante los últimos años como una enfermedad reemergente

La tos ferina se ha considerado durante los últimos años como una enfermedad  reemergente, puede presentarse en cualquier grupo etareo aunque  afecta principalmente a niños menos de 5 años, especialmente lactantes quienes sufren con mayor severidad sus complicaciones. Los adultos y jóvenes son reservorios importantes que trasmiten la enfermedad. Antes de que se implementara la vacuna  su tasa de mortalidad fue alta y se consideró la primera causa de muerte por enfermedades prevenibles por vacunas. Con la llegada de la inmunización la incidencia disminuyo marcadamente, no obstante la eficacia de esta se ha visto entorpecida por diferentes factores como la aparición de enfermedad en jóvenes y adultos por inmunidad disminuida tras vacunación antigua, cobertura inadecuada con la vacuna, hacinamiento y utilización de vacunas poco eficaces.

Actualmente es considerada como una enfermedad endémica de distribución mundial, causa importante de morbi-mortalidad infantil con un estimado de 50 millones de casos y 300.000 defunciones a nivel global;  pese a que la cobertura con la vacuna del DPT es alta aún se registran brotes en algunos países que ponen de manifiesto el riesgo que corren las personas no vacunadas; por tanto está en una enfermedad que no ha sido erradicada pero que gracias a la vacunación ha dejado de ser una causa de complicaciones graves, secuelas y muertes.

Se conoce entonces por tos ferina a la enfermedad bacteriana aguda respiratoria altamente contagiosa (tasa de ataque equivalente al 80 y 100% en los susceptibles) y de reporte obligatorio  causada por el microorganismo bordetella pertussis y/u ocasionalmente por bordatella parapertussis.   La B. Pertussis es un cocobacilo gram negativo descrito por Bortet y Gengou; no móvil que tiene la capacidad de generar una gran variedad de productos activos entre ellos la toxina pertussis, adenilato ciclasa, hematoglutinina filamentosa, pertactina entre otros que en conjunto causan características clínicas y respuesta del sistema inmune específicas de la enfermedad. Esta enfermedad es trasmitida por aerosoles que se producen al estornudar o toser o por contacto directo con las secreciones de la mucosa respiratoria de la persona infectada, su único reservorio es el ser humano. Una característica importante de esta es que la enfermedad natural no confiere inmunidad permanente  a diferencia de otras enfermedades prevenibles por vacunas. La vacunación para esta genera anticuerpos y  protección que disminuye con el tiempo y la persona puede enfermarse años después de recibirla.

La tos ferina presenta una clínica bien definida, que evoluciona en tres fases donde la tos es el signo que permite hacer un diagnóstico temprano de ser probable la infección por el microorganismo, sin esta manifestación el diagnostico se hace difícil y tardío requiriendo de un alto nivel de sospecha a partir de nexo conocido. Posterior a un periodo de entre 7-10 días de incubación aparecen síntomas consistentes en rinorrea, congestión nasal, febrícula y tos que corresponden a la fase catarral, en este momento el cuadro clínico no se distingue de un resfriado común por lo que es muy raro que se sospeche de la enfermedad, este dura aproximadamente 2 semanas. Durante la siguiente fase, conocida como paroxística tienen lugar episodios de tos nocturna  acompañados de cianosis facial, sensación de ahogo y vómito, es característico que se produzcan varios accesos de tos en una misma inspiración, la tos disminuye notable y gradualmente para la fase de convalecencia sin embargo los paroxismos pueden aparecer después en relación con infecciones a nivel del tracto respiratorio. En ocasiones la enfermedad solo se manifiesta como síntomas catarrales leves sin características importantes.

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