Lazzaro Spallanzani

Leeuwenhoek había muerto y la Real Sociedad de Inglaterra se preguntaba quién podría continuar con el estudio de los animales microscópicos.

Seis años después de la muerte de Leeuwenhoek nació en 1729 en Italia, un hombre que dejo un mundo nuevo lleno de información sobre los microbios. Cuando tenía 25 años investigo y escribió un ensayo en el que intentaba explicar cómo era cuando las piedras caían al agua. Fue un sacerdote y antes de cumplir 30 años fue profesor en una universidad, en donde sus clases eran sobre los microorganismos que Leeuwenhoek había descubierto.

En esa época se creía en la generación espontánea y los microorganismos de Leeuwenhoek eran objeto de esta controversia. Spallanzani negaba la posibilidad de la generación espontánea y leyó un libro que demostraba que era ciertamente falso. El libro decía que en dos frascos se habían colocado un pedazo de carne, uno de los frascos se había dejado destapado y el otro no. Después de un tiempo el frasco que estaba destapado estaba lleno de larvas, mientras que el tapado no tenía nada. El escritor del libro se llamaba Redi.

En la etapa en que había vivido Leeuwenhoek había un hombre que había propuesto que el caldo de carnero engendraba a los microorganismos. Había tomado caldo de carnero que había retirado del fuego, lo coloco en una botella y lo tapo con un corcho para que no pudieran entrar microorganismos. Después calentó la botella y su contenido. Dejo en reposo la botella por varios días, le quito el corcho y al revisarlo se dio cuenta de que estaba lleno de animalillos.

Spallanzani no sabía cómo era posible de que habían aparecido esos animalillos en el caldo calentado.

Eligio unas cuantas redomas grandes y las lavo y limpio perfectamente. Después en unas puso diferentes clases de semillas, guisantes y almendras y le puso agua a cada una de ellas. Calentó hasta que hirvieron, y luego fundió las redomas y las cerró con el mismo vidrio. Después las saco y espero. Aparte de esto también hizo otra serie de caldos pero estos tapados con corchos, sin sellar y hervidas durante una hora.

Después de varios días las examino. Las que estaban cerradas al fuego no contenían ningún animalillo. Después examino a las que le había colocado un corcho y se dio cuenta de que tenía millones de animalillos.

Sin embargo, un hombre hizo una objeción a los experimentos de Spallanzani, argumentando que el calor al que se sometían eliminaba la fuerza vegetativa. Spallanzani decidió probar su teoría.

Limpio sus redomas, mezclo diferentes clases de semillas, con agua pura y lo hirvió durante diferentes tiempos. En lugar de sellar con fuego, los cerró con corchos. Tomo los corchos y miro al microscopio. Se dio cuenta de que las redomas que había hervido por más tiempo contenía muchos más animalillos que las que solo se había calentado por minutos.

No

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