Los Paradigmas De La Ciencia: Positivismo, Realismo, Relativismo Y Pragmatismo
maelortiz1 de Octubre de 2013
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Los paradigmas de la ciencia
La ciencia se basa en cuatro paradigmas conocidos como: positivismo, realismo, pragmatismo y relativismo. Las controversias y acuerdos entre estas perspectivas son determinantes para lograr una concepción integral de la enseñanza de la ciencia. Alrededor de estos paradigmas se han tratado de identificar las características propias y específicas que lo sostienen, con especial atención a la práctica científica. La investigación se ha extendido para explicar la historia de la ciencia, las cualidades del método científico y el análisis filosófico-metodológico a través de los aspectos sociales. Comprender la ciencia no se reduce al saber enciclopédico y sus principales hechos, conceptos y principios, como lo ha hecho la enseñanza tradicional, sino que abarca los supuestos ontológicos de la existencia, percepción del mundo, estrategias experimentales, criterios de evaluación, etc. Los estudios de la ciencia han dado lugar a las construcciones epistemológicas de diferentes autores para consolidar diversas escuelas y corrientes sobre la naturaleza de la ciencia, con diferencias y afinidades entre las mismas. El campo filosófico de la investigación ha ido reduciendo los argumentos epistemológicos sobre la ciencia a unos pocos temas concretos, tales como la conceptualización de las teorías científicas, la inconmensurabilidad, las anomalías, las controversias y el contraste entre teorías y, las condiciones del cambio de teorías y el progreso científico. El positivismo, realismo pragmatismo y relativismo, entendidos como marcos generales de la investigación científica, se consideran básicos para la para establecer un planteamiento educativo coherente con el objetivo de conseguir una mejor comprensión de la ciencia en la enseñanza científica, a partir de las coincidencias y las discrepancias de los paradigmas. El positivismo ha sido históricamente el primero en consolidarse. Los restantes son consecuencia de distintas críticas, donde el relativismo le sigue en la posición opuesta y radical y, también, porque es una forma de entender mejor los otros dos, el realismo y el pragmatismo, defienden posiciones intermedias entre el positivismo y el relativismo. Entre los representantes epistemológicos que han dejado aportes relevantes tenemos Karl Popper, Thomas Kuhn, Irme Lakatos. Ludwing Wittgenstein, Edgar Marin, Paul Feyerabend y Junger Habermas. Los paradigmas de la ciencia han dado paso a praxis educativas como el conductismo, cognitivismo y constructivismo.
Cuatro paradigmas básicos sobre la naturaleza de la ciencia
POSITIVISMO
El positivismo es una corriente o escuela filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación de las teorías a través del método científico. El positivismo deriva de la epistemología que surge en Francia a inicios del siglo XIX de la mano del pensador francés Saint-Simon primero, de Augusto Comte segundo, y del británico John Stuart Mill y se extiende y desarrolla por el resto de Europa en la segunda mitad de dicho siglo. Según esta escuela, todas las actividades filosóficas y científicas deben efectuarse únicamente en el marco del análisis de los hechos reales verificados por la experiencia.
Esta epistemología surge como manera de legitimar el estudio científico naturalista del ser humano, tanto individual como colectivamente. Según distintas versiones, la necesidad de estudiar científicamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue la Revolución francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y al individuo como objetos de estudio científico
Estas corrientes tienen como características diferenciadoras la defensa de un monismo metodológico (teoría que afirma que hay un solo método aplicable en todas las ciencias). La explicación científica ha de tener la misma forma en cualquier ciencia si se aspira a ser ciencia, específicamente el método de estudio de las ciencias físico-naturales. A su vez, el objetivo del conocimiento para el positivismo es explicar causalmente los fenómenos por medio de leyes generales y universales, lo que le lleva a considerar a la razón como medio para otros fines (razón instrumental). La forma que tiene de conocer es inductiva, despreciando la creación de teorías a partir de principios que no han sido percibidos objetivamente. En metodología histórica, el positivismo prima fundamentalmente las pruebas documentadas, minusvalorando las interpretaciones generales, por lo que los trabajos de esta naturaleza suelen tener excesiva acumulación documental y escasa síntesis interpretativa. Auguste Comte formuló a mediados del siglo XIX la idea de la creación de la sociología como ciencia que tiene a la sociedad como su objeto de estudio. La sociología sería un conocimiento libre de todas las relaciones con la filosofía y basada en datos empíricos en igual medida que las ciencias naturales Una de sus propuestas más destacadas es la de la investigación empírica para la comprensión de los fenómenos sociales, de la estructura y el cambio social (razón por la que se le considera padre de la sociología como disciplina científica). Comte presenta a la historia humana en tres fases o estadios:
Estadio teológico o mágico: corresponde a la infancia de la humanidad; en esta época las personas dan explicaciones mágicas de los fenómenos naturales, utilizan categorías antropológicas para comprender el mundo y técnicas mágicas para dominarlo.
Estadio metafísico o filosófico: las explicaciones son racionales, se busca el porqué de las cosas, y se sustituye a los dioses por entidades abstractas y términos metafísicos.
Estadio científico o positivo: es la definitiva. El conocimiento se basa en la observación y la experiencia, y se expresa con el recurso de lamatemática. Se busca el conocimiento de las Leyes de la Naturaleza para su dominio técnico.
Además afirma que no es posible alcanzar un conocimiento de realidades que estén más allá de lo dado, de lo positivo, y niega que la filosofía pueda dar información acerca del mundo: esta tarea corresponde exclusivamente a las ciencias.
Relativismo
El relativismo considera a la ciencia ante todo una actividad social y humana, una más de las emprendidas por la humanidad para lograr conocimientos sobre el mundo, y, por tanto, se la contempla como una vía más de conocimiento, ni exclusiva ni excluyente de otras distintas, pero igualmente válidas para dicho fin. Por la consideración e importancia concedida a los aspectos personales (intereses, creencias propias, etc.) y contextuales (sociales, relacionales, políticos, económicos, etc.) y su influencia en la generación del conocimiento científico (el contexto de descubrimiento), el relativismo ha sido tildado de introducir aspectos psicológicos y subjetivos en la epistemología de la ciencia. La tesis básica del relativismo sostiene el falibilismo extremo de la ciencia (y, en general, de cualquier forma de conocimiento humano): las pruebas, especialmente las empíricas, no son decisivas para conformar las verdades científicas; es decir, las afirmaciones sobre el mundo no provienen exclusivamente de los datos observacionales.
El primer argumento se refiere a la carga teórica inherente a todo protocolo de observación por empírico que éste sea (Hanson, 1958), de ahí que todo el conocimiento científico sea en el fondo teoría, o viene precedido por ella. El segundo argumento, referente a la falta de validez del principio de inducción, es de carácter lógico y ya había sido utilizado desde otras posiciones por Popper (1958): sólo se puede acceder a un número finito de observaciones y la lógica demuestra la existencia de un gran número de hipótesis compatibles con un conjunto finito de observaciones, que incluso pueden ser contradictorias entre sí. Así pues, no tiene mucho sentido hacer referencia a experimentos cruciales, porque la evidencia empírica por sí sola no puede permitir decidir entre teorías rivales incompatibles; incluso en el caso de que pudieran cubrirse todas las consecuencias posibles podrían existir múltiples teorías compatibles con ellas. Esta relativización del poder de las pruebas para validar el conocimiento se sitúa en el extremo opuesto del positivismo, que las considera incontrovertibles y el único criterio posible para la contrastación de las teorías. El tercer argumento relativista insiste en el carácter convencional de las pruebas empíricas. En primer lugar, toda observación se codifica en un lenguaje que es una convención más y, en segundo lugar, la decisión de aceptar un registro de observación como verídico es también convencional. La conclusión es que toda observación supone convenciones y si éstas no son ni verdaderas ni falsas (simplemente se aceptan o no), cualquier observación tampoco lo será, por lo cual difícilmente podrá servir para hacer una falsación, contrastación o verificación de una teoría, lo que constituye la expresión máxima del anarquismo metodológico15(Feyerabend, 1975).
Un concepto clave del trabajo de Kuhn (1962) es el de paradigma, reelaborado y matizado varias veces desde las formulaciones iniciales, incluyendo un cambio de nombre que no ha conseguido la misma popularidad (matriz disciplinar, en su sentido más general, como el conjunto de compromisos compartidos por una comunidad científica, y ejemplares, en un sentido más estricto, como los casos paradigmáticos bien establecidos que se toman como referencia). Aunque se han contabilizado numerosos sentidos diferentes de la noción de paradigma (más de veinte), utilizados por el propio Kuhn en su clásica obra, éstos pueden
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