Microhistoria
Enviado por patach • 31 de Octubre de 2012 • 1.466 Palabras (6 Páginas) • 557 Visitas
En un Microhistoria: dos o tres cosas que sé sobre ella, artículo publicado por primera vez en 1994, Carlo Ginzburg se ocupa de proponer una definición de lo que hoy conocemos como “microhistoria”, una tendencia historiográfica que pasó a ocupar un lugar central a partir de la década de los 70 y a la que él mismo contribuyó con reconocidos trabajos como El queso y los gusanos o I bienandanti. Pese a la enorme acogida que ha tenido entre historiadores de distintas partes del mundo, la microhistoria ha carecido, para Ginzburg, de una definición que dé cuenta de su especificidad; por esta razón trata, en la primera parte de su artículo, de observar algunos de los momentos en que la palabra “microhistoria” ha hecho aparición.
Desde la que parece ser la primera aparición de la palabra “microhistoria” en un libro del norteamericano George Stewart (Pickett´s Charge: a Microstory of the Final Attack at Gettysburg, de 1959) –donde se encuentra latente una gran preocupación por el “detalle microscópico” y “decisivo” de una batalla–, pasando por el trabajo del mexicano Luis González y González, Microhistoria de San José de Gracia (de 1968) – donde el autor se propuso seguir cuatro siglos de transformaciones en un pequeño pueblo de Michoacán, reivindicando lo que llamó “historia matria”– y por algunas consideraciones negativas de Fernand Braudel – en las que la microhistoria se encuentra asociada a histoire événementielle–; en todos estos momentos, parece indicar Ginzburg, la idea de microhistoria tiene un carácter tan difuso como negativo: se trata de aproximaciones históricas que aun cuando centran su atención en lo “micro”, no dejan tener una posición de dependencia en relación a los grandes relatos de la historia política (en el caso de Stewart) y los modelos sociocientíficos defendidos por Braudel (donde los hechos tienen valor en la medida en que son “repetitivos” o “típicos”, como ocurre en el caso de González y González).
Sólo con Primo Levi – y su libro Il sistema periódico (de 1975)– y con las consideraciones de Richard Cobbs sobre las novelas del escritor Raymond Queneau, la idea de una “reducción de escala” parece tomar, por primera vez, la acepción positiva por la que aboga Ginzburg: es decir, aquella que se desvincula de las connotaciones científicas de un “microanálisis” y que defiende, de manera más coherente, la posibilidad de una narración en la que el fait divers tiene valor no como hecho que se repite, sino como acontecimiento excepcional, irregular.
Una vez trazado este recorrido genealógico del término “microhistoria”, Carlo Ginzburg afirma que ninguno de los microhistoriadores italianos, aun cuando conformen un grupo heterogéneo, podría reconocerse totalmente en alguna de las acepciones citadas. A continuación Ginzburg traerá a cuento las propuestas historiográficas de los autores de la última generación de Annales, estableciendo algunas comparaciones que le servirán para una mayor aproximación a lo que es específico de la microhistoria.
Con algunas de las grandes “decepciones históricas” que se hicieron patentes a partir de la década de los 60, se dio origen a una activa producción intelectual que asumía una posición radicalmente crítica frente a los paradigmas heredados de la Ilustración; la idea de una historia con un desarrollo coherentemente construido, susceptible de ser restablecida en su “verdadera” significación mediante criterios científicos, fue notablemente descentrada. Hubo una reacción generalizada frente al carácter eurocéntrico de historiografías heredadas del siglo XIX. En el caso concreto de los Annales, un nuevo grupo de historiadores – con figuras como Jacques le Goff, Emmanuel Le Roy Ladourie, François Furet, Pierre Chaunu o Michel Vovelle – tomó considerable distancia de los modelos macrohistóricos de Braudel y así “las páginas de Annales (y de las revistas de medio mundo) eran invadidas por los temas propuestos por Le Goff en 1973: la familia, el cuerpo, las relaciones sexuales, las clases de edad, las facciones, y los caracteres. Los estudios de la historia de los precios registraban una brusca caída” (Ginzburg 24). El giro era temático y, por lo mismo, metodológico. Lo anterior se manifestó en una adopción generalizada de la antropología y la etnología por parte de los historiadores.
Los intereses temáticos y la centralidad de la etnología que predominó en los trabajos de la nouvelle historie fueron, afirma Ginzburg, decisivos para el desarrollo de la microhistoria italiana. Pero aquí hay un punto que marca la separación de la microhistoria de los autores franceses arriba citados: el hecho de que el trabajo de éstos seguían estando sustentado en el proyecto de una historia serial.
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