Naturaleza
Enviado por vanne_rivera • 9 de Junio de 2014 • 296 Palabras (2 Páginas) • 178 Visitas
El Fantasista
A Oscar Báez, por mantenernos vivo
el recuerdo de Coya Sur.
Fue un lunes de octubre cuando aparecieron
caminando por en medio de la calle desierta.
Era la hora de la siesta en la pampa. En el aire no
corría un carajo de viento y un sol de sacrificio
fundía los ánimos de todo lo que respirara sobre la
faz de la tierra.
El hombre y la mujer avanzaban silenciosos
bajo la incandescencia del cielo.
Él venía delante, y ella, dos pasos atrás; ella
cargaba una pequeña maleta de madera con esquinas
de metal, y él traía una pelota de fútbol bajo el
brazo, blanca y con cascos de bizcochos (de entradita
supimos que era una de esas profesionales).
Los quedamos mirando sorprendidos.
El hombre vestía una camisa tropical, un
pantalón demasiado ancho para su talla y zapatillas
de lona, y llevaba la pelota igual que los arqueros en
los desfiles de inauguración de campeonato. Aunque
demostraba tener unos cuarenta años, y parecía cojear
levemente de no se sabía cuál de sus piernas arqueadas,
caminaba con la actitud y la pachorra de un
crack. Además, cosa extraña para nosotros, llevaba
un cintillo en la frente. Detrás suyo, delgada y pequeña,
mucho más joven que él, su melena roja ardiendo
bajo el sol, la mujer lo seguía con una mansedumbre
de animal doméstico. Él traía el rostro
bañado en sudor, ella no transpiraba una sola gota.
I
10
—Esos dos parecen empampados —dijo alguien
entre nosotros, tal vez el Cocata Martínez, que
trabajaba en la fábrica de hielo y paletas de helado.
La calle Balmaceda, por donde entraron,
era la calle del comercio y la entrada principal del
campamento (Coya Sur tenía sólo seis calles, y las
seis de tierra). Pero ellos no aparecieron por el lado
de la pulpería, que era por donde se llegaba desde
las demás salitreras, sino por el lado de la Biblioteca
Pública. Y eso significaba una sola cosa: que la pareja
de aparecidos venía caminando, a pleno sol, desde
la mismísima carretera
...