Psicologia
Enviado por ErikaVGuerreroM • 31 de Mayo de 2015 • 985 Palabras (4 Páginas) • 119 Visitas
“LA MENOPAUSIA Y LA ANDROPAUSIA “
“La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo “
(Jean Louis Barrault )
Entre los 43 y los 52 años hombres y mujeres viven una etapa tan importante como lo fue la adolescencia. En aquel momento el despertar de las hormonas llevó de la mano una serie de cambios. En las niñas la aparición de los pechos, en los varones el engrosamiento de la voz. En ellas comenzar a tener una silueta femenina más definida, en ellos el crecimiento del vello en el rostro.
A todo eso se sumaron los cambios de conducta, el aprender a relacionarse con el sexo opuesto y también la primera relación sexual. Cuando parecía que todo ese escenario ya era bien conocido, la llegada de los 40 trae de la mano un nuevo cambio. Los especialistas coinciden que entre los 43 y los 52 años, hombres y mujeres viven la llegada de la andropausia en ellos y la menopausia para ellas.
Los cambios hormonales tanto en hombres como mujeres comienzan a marcar un nuevo campo de juego. Sin embargo jugar en esos campos dependerá de cómo se vivió todos esos años anteriores. Cómo ellas y ellos desarrollaron sus ideales, cómo crecieron profesionalmente, cómo conformaron una familia. En fin como crecieron.
¿Qué sería de los hombres si por una vez sintieran los dolores de las mujeres? ¿Cómo harían con un trabajo de parto o una cesárea? Difícil de adivinar verdad. Pero la naturaleza es sabia y siempre tiene la última palabra. Hay un momento en que los malestares femeninos y masculinos se encuentran.
La menopausia y la andropausia nos cambian la vida por igual. Llegan en un momento clave: los primeros síntomas aparecen a los 45 años y se desencadenan después de los 50. Una etapa en la que la vida baja un cambio: “Los hijos crecieron, algunos comienzan a dejar el hogar y hay más tiempo para pensar en la vejez, la pareja, los logros, los fracasos…”, asegura la psicoanalista Judith Altman.
En ese momento en el que los universos femenino y masculino se tocan, ellas y ellos comparten algunos síntomas: cambios de humor, cansancio, insomnio y una “revolución hormonal”. En las mujeres baja la progesterona y, en los hombres, la testosterona.
Esto se hace sentir en la cama. “La testosterona es la hormona del deseo. Si hay menos, las ganas de tener sexo bajan. Si le sumamos que los problemas prostáticos comienzan a hacerse visibles, la cosa se complica un poco”, asegura Claudio Rosenfeld, coordinador del Capítulo de Medicina Sexual de la Sociedad Argentina de Andrología.
En la mayoría de las mujeres el deseo no baja, pero el cambio hormonal provoca algunos problemas físicos, como falta de lubricación vaginal, incontinencia urinaria y cistitis crónica. Eso, sumado a algunos problemas de erección que empiezan a aparecer, compone un cóctel fatal para el placer. Todo tiene solución. Las terapias de pareja, los tratamientos hormonales, pero es un momento que a veces cuesta pasar.
¿Quién sufre más?
Para el ginecólogo
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