Secuestro de carbono. El papel del suelo.
orihuenDocumentos de Investigación22 de Noviembre de 2017
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Secuestro de carbono. El papel del suelo
Y. Espinoza
El secuestro de carbono en el suelo es esencialmente el proceso de transformación del carbono del aire a carbono almacenado en el suelo. El carbono del aire (CO2) es tomado por las plantas a través del proceso de fotosíntesis, y luego es incorporado dentro de las plantas vivas. Cuando las plantas mueren, el carbono de las hojas, tallos y raíces se descompone y pasan a formar parte de la materia orgánica del suelo.
El flujo de C entre sus diferentes fracciones y sus retroalimentaciones han mantenido el CO2 atmosférico razonablemente constante por milenios. Pero los humanos por el cambio del uso de la tierra y por la inyección de C fósil dentro del ciclo, han incrementado las emisiones de CO2 a la atmósfera trayendo como consecuencia la distorsión de este balance. Se ha estimado que este incremento ha sido mayor de 1500 millones de toneladas métrica de carbono por año, principalmente debido a la quema de combustible.
El dióxido de carbono y otros gases invernaderos como el N2O actúan atrapando la energía calórica (radiación solar de onda corta) reflejada de la superficie de la tierra y nubes, este calor retenido puede potencialmente conducir al calentamiento global. A través del secuestro de carbono, los niveles del dióxido de carbono atmosférico pueden reducirse en la misma medida que los niveles de carbono orgánico del suelo aumentan. Si el carbono orgánico del suelo no es disturbado, entonces puede permanecer en el suelo por muchos años como materia orgánica estable. Este carbono es entonces secuestrado o removido del pool disponible a ser reciclado a la atmósfera. De esta forma se pueden reducir los niveles de CO2 en la atmósfera, disminuyendo las probabilidades de calentamiento global.
El manejo de suelo afecta la dinámica del carbono y las emisiones gaseosas a través de su influencia sobre las propiedades y procesos del suelo. Las principales propiedades de suelo afectadas por el manejo son el régimen de humedad y temperatura, aireación y agregación del suelo. La agregación puede ser afectada por el manejo de suelo influyendo en gran escala en el carbono que se encuentra protegido físicamente dentro del agregado. Además de la pérdida de C del suelo y su efecto sobre la fertilidad, la emisión de grandes cantidades de CO2 (liberación neta anual 0.8 Pt C año-1) debido a las inadecuadas practicas de manejo están acentuando los problemas ambientales (Karlen and Cambardella, 1996).
Recientes modelos sobre el uso de la tierra sugieren que los sistemas terrestres pueden mitigar aproximadamente 20% del CO2 atmosférico, debido al secuestro del carbono dentro de la vegetación y el suelo. El secuestrar carbono dentro del suelo es deseable porque puede tener tiempos de residencia mayores de 1000 años. El almacenamiento de este carbono depende de variables climáticas (temperatura y precipitación) y contenido de arcilla del suelo. Existen varias estrategias para secuestrar C en el suelo. Las más importantes son: (i) incrementar el carbono orgánico del suelo, (ii) incrementar el carbono orgánico en los horizontes del subsuelo, (iii) incrementar la agregación, e (vi) incrementar la biodiversidad.
En condiciones tropicales es importante investigar la dinámica del C en el suelo y su relación con el ciclo global del C, ya que esta información será útil para identificar las prácticas agronómicas que incrementan el almacenamiento del carbono contribuyendo así a la producción sostenible de los cultivos.
De acuerdo a lo reportado por Sanchez et al. (2001) en Venezuela la emisión anual de carbono es de 80 Pg; de los cuales 0,001 Pg se producen por cambios en el uso de la tierra hacia la agricultura. Recientemente se han realizado evaluaciones del efecto de labranza, uso de residuos vegetales, abonos de origen animal, así como rotación de cultivos sobre las diferentes fracciones de C y N en suelo. Se ha encontrado que los sistemas de cultivos incrementan el C y N recalcitrante del suelo, y disminuyen la cantidad de la fracción labil de C, comparado con suelos de bosque. Se ha demostrado la disminución de los macroagregados (>2000 μm) de suelo e incremento las fracciones pequeñas (<53 μm) con los sistemas de cultivos (Espinoza, 2004). Estos estudios han puesto de manifiesto las fluctuaciones de las tasas de recambios de la materia orgánica con los sistemas de labranza entre 3 a 5 años para la no labranza y de 2 a 4 años para la labranza mínima y convencional.
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