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Situación actual de los diversos idiomas de los pueblos indígenas de Мéxico


Enviado por   •  20 de Agosto de 2013  •  Tutorial  •  5.737 Palabras (23 Páginas)  •  514 Visitas

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PROLOGO

Actualmente en las sociedades del mundo entero, persiste un grado importante de ignorancia asía los tiempos de nuestros antepasados, a las culturas que tanto se les debe y que hoy por hoy se les tiene en el olvido o catalogadas como incultas o simplemente como gente ignorante, en otro tipo de situaciones se les toma como estorbos para ciertos sectores de la sociedad. Es por eso que esta investigación desarrollada en el presente documento, manifiesta el estado actual de la variedad de lenguas madres existentes en el mundo, así como también en nuestro país y posteriormente en nuestro estado.

El objetivo primordial de esta investigación es el de tomar conciencia de lo que sucede con las lenguas madres que aún están vigentes y las que están por extinguirse, así como mostrar las que por desgracia desaparecieron o mejor conocidas como lenguas muertas.

Esta investigación es complicada, ya que se cuenta con información muy reducida en cuanto a este tema refiere, pero sin duda es de gran aprendizaje y sobretodo provechoso para quien se interese en este tema

INTRODUCCION

En el presente documento se habla sobre las lenguas muertas que son todas aquellas lenguas que no es la lengua materna de ningún individuo y por lo tanto tampoco se una en ninguna comunidad natural de hablantes. Algunas lenguas muertas continúan en ciertos usos, como segunda lengua o lengua clásica, aunque la lengua ya no sea adquirida por nadie como lengua materna.

En la actualidad el lenguaje e idioma que maneja cada país es diferente, provenientes de culturas pasadas, siendo así heredadas y habladas por las culturas presentes y cada una de ellas contiene un poco de estas lenguas muertas, a continuación se hablara más a detalle de este tema.

ÍNDICE

MARCO TEORICO

Con el florecimiento de su cultura en la sierra de Chihuahua los mogollones, al igual que sus parientes del norte, cayeron bajo el poderoso flujo de las viriles tribus anasazis-pueblos, asentadas en las cuencas del río Bravo de Nuevo México y en la del San Juan, en Nuevo México, Arizona, Colorado y Utah. Era el proceso familiar a los estudiantes de la dinámica de la cultura, de un grupo avanzado que impartía algo de su lustre a sus vecinos más atrasados. Como resultado de este contacto, o por lo menos por absorción de las ideas de los anasazis, los indios del sur empezaron a tomar un tinte norteño.

Aproximadamente hacia el año 1000 d.C., los mogollones de Chihuahua se encontraban en el umbral de una nueva época. Abandonaron su gran movilidad y lentamente, como un glaciar humano, descendieron a las cuencas orientales. Lo que quedaba de su pureza cultural se perdió definitivamente.

Al comienzo de la era histórica, Chihuahua fue el hogar de una gran profusión de tribus, subtribus y bandas de indios, distintas cultural y físicamente, lingüísticamente complejas, sin que ninguna, obviamente, tuviera relación con las culturas arqueológicas definidas que algunas vez ahí florecieron. Entre ochenta a noventa y cinco grupos separados, como se calcula, varios fueron nómadas y otros sedentarios. Algunos vagaron a lo largo de los desiertos candentes, errando de una poza de agua maloliente a otra. Otros residieron en los desfiladeros de las heladas montañas, viviendo en cuevas y buscando caza pequeña con arco y flecha. Otros más prefirieron una vida más sencilla en los remansos tropicales de los profundos barrancos, en donde la naturaleza proveía una exuberante producción de ciertos alimentos y en donde el clima era más benigno.

A medida que los blancos paulatinamente extendieron su exploración, colonización y evangelización por los llanos costeros de Sinaloa y Sonora, inadvertidamente empujaron a pueblos como los chínipas, varohíos, guazapares, jovas, témoris y tubares hacia los nudos de cañones digitados y elevadas montañas, entre las cuales bajan los impetuosos torrentes de los ríos Urique, Mayo, Fuerte y Yaqui, y hacia arriba, en donde se levantan los picos más altos del estado. Debido a lo áspero del terreno y su pobreza general, desde el punto de vista de los españoles, los aborígenes de las barrancas nunca fueron molestados. Aún hoy, algunos de los hombres que ahí viven han preservado una cultura primitiva, realmente libre de mexicanización. En tiempos de conquista, cuatro grupos principales ocuparon las altas montañas. Los pimas y los ópatas vivieron en los valles y llanuras al lado sonorense de la cordillera, cruzando ocasionalmente hacia la región que es hoy Chihuahua. En la gran región montañosa y extendiéndose hacia los fértiles valles al oriente del macizo, se hallaban los tarahumaras. Actualmente son el mayor grupo de indios de raza pura que vive en México y uno de los más atrasados e incultos. En las montañas y cuencas sureñas que limitan con Durango vivieron los supersticiosos y aguerridos tepehuanes, quienes ocasionaron uno de los holocaustos más crueles de la historia de la colonia española. Al avanzar la conquista, gradualmente se retiraron hacia el sur y, al presente, sus dominios están virtualmente fuera de Chihuahua.

Los seminómadas indios conchos consideraron a las praderas del centro y de sur de Chihuahua como su hábitat, estableciéndose entre el alto Conchos hasta su unión con el rio Bravo, y hacia el noroeste, tan lejos como Casas Grandes. Una subdivisión, la de los chinarras, rondó alrededor de las dunas arenosas y lagos salados del norte de Chihuahua. Su asentamiento más sureño estaba cerca del actual pueblo de Aldama, a unos treinta y cinco kilómetros al este del río Conchos dentro de la vecindad del Big Bend, en el río Bravo. La cultura de todos estos conchos se encontraba en un bajo nivel de desarrollo.

OTRAS TRIBUS

Otra tribu del desierto destinada a dar a los españoles un gran número de dificultades fue el grupo rapaz de los tobosos. Estos nómadas salieron del espantoso erial del Bolson de Mapimi, situado al sudeste de Chihuahua y noreste de Durango, para merodear al occidente de Parral y al norte del río Bravo. Los conchos fueron sus enemigos tradicionales, hasta antes de la conquista blanca.

En las dunas arenosas situadas a lo largo de la frontera del norte, cerca de El Paso y al sur de Casas Grandes, vivieron los sumas y los mansos. SU primer contacto con el hombre blanco se produjo con Cabeza de Vaca, en su fabuloso viaje hacia el oeste, atravesando la región que es hoy el sur de los Estados Unidos, hasta los puntos de colonización en la costa occidental de México. En el sitio de confluencia del río Bravo y el río Conchos, los primeros exploradores encontraron a los desnudos y pintarrajeados jumanos y patarabueyes. Hay

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