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Transtornos De La Ansiedad: Casos Clinicos


Enviado por   •  25 de Mayo de 2013  •  2.669 Palabras (11 Páginas)  •  828 Visitas

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Trastornos de Ansiedad: Casos Clínicos

TRASTORNO DE ANGUSTIA SIN AGORAFOBIA

(CRISIS DE PÁNICO)

Estudio de un caso: Una mujer de negocios con crisis de angustia

Bonnie es una ejecutiva de 27 años con una historia de crisis de angustia de 3 años de evolución. Su primera crisis apareció cuando estaba en casa viendo la televisión. Esto sucedió 3 meses después que su abuelo paterno falleciera, y 1 mes después que ella anunciase su proyecto de boda. La crisis comenzó con una sensación de descarga eléctrica que le subía por la columna vertebral y un sentimiento de terror. El corazón se le aceleró, le temblaban las manos y le costaba respirar. Se sentía acalorada, atrapada y desorientada, y estaba convencida de sufrir un infarto y de que iba a morir en el acto. Aunque le resultaba difícil hablar, hizo una llamada de urgencia a su médico de cabecera. Cuando su médico la llamó, 10 minutos después , la sensación de terror había desaparecido y el resto de los síntomas se habían atenuado, pero aún se sentía débil y asustada. Se le practicó un examen médico que confirmó que gozaba de buena salud, que su presión arterial estaba baja, y que su ritmo cardíaco era normal (78 lat./min). Tenía un leve soplo cardíaco. Mediante un ecocardiograma se le diagnóstico un leve prolapso de la válvula mitral. Las pruebas de laboratorio eran normales, aunque se observó una ligera disminución del nivel de bicarbonato plasmático.

Durante la semana siguiente, la paciente sufrió 5 episodios de pánico, que se produjeron de forma inesperada en diferentes situaciones. Los episodios se caracterizaban por una sensación eléctrica, de inicio rápido, en la columna vertebral, palpitaciones, mareo, temblor distal, miedo a perder el control y sensación de irrealidad. Bonnie aceptó tomar una benzodiacepina, pero se negó a visitar al psiquiatra que su médico de cabecera le había recomendado. Estaba convencida de que los psiquiatras nunca habían ayudado a su madre agorafóbica y no la ayudarían tampoco a ella, y además, visitar a un psiquiatra sería la confirmación de que estaba perdiendo el control. Con la firme determinación de no dejar que los síntomas interfiriesen en su vida, se forzó a seguir trabajando.

Unas semanas después, las crisis empezaron a disminuir en frecuencia e intensidad, pero Bonnie continuó experimentando episodios intermitentes de pánico varias veces al mes, durante los 2 años siguientes. Solían aparecer cuando iba en un metro o autobús abarrotados de gente, cuando hacía ejercicio en su bicicleta estática, cuando preveía alguna confrontación personal, o cuando estaba en la cama, relajada, por las noches. En ocasiones se despertó por la noche en medio de una crisis de angustia.

Tras una promoción profesional, la frecuencia de sus crisis aumentó, ocurriendo varias veces a la semana. Empezó a dedicar 14 horas al día a su trabajo, pero notaba que su ansiedad estaba afectando su capacidad de decisión y su eficiencia. Se sentía constantemente temerosa de que se descubriese su incompetencia y la empresa la despidiera. También odiaba a su jefe y creía que el sentimiento era mutuo, a pesar de que él había recomendado su promoción. Aunque suele experimentar cierto malestar en las tiendas, cines y restaurantes llenos de gente, se fuerza a seguir frecuentando estos sitios; sin embargo, evita los metros y conducir por túneles.

Bonnie es una trabajadora meticulosa que se toma muy en serio su trabajo. Es amable pero distante con sus compañeros, y se siente molesta con aquellos que son menos cuidadosos o pierden su tiempo en asuntos personales. Aunque está comprometida para casarse y tiene algunas amigas íntimas, normalmente vive sola y tiende a evitar a la gente porque teme que la critiquen, la rechacen, o que la carguen con problemas ajenos.

Bonnie busca ayuda porque sus síntomas han empeorado, y porque alguien de confianza le ha comentado que leyó algo sobre la existencia de nuevos métodos terapéuticos para sus síntomas. Sin embargo, no colabora mucho en el proceso de evaluación. Reservada y desconfiada, frecuentemente contesta a las preguntas con otra: «¿Por qué necesita saberlo?» Parece muy sensible a la crítica y comenta que teme que el hecho de hablar de sus problemas con un terapeuta sólo incremente su ansiedad.

FOBIA ESPECÍFICA

Estudio de un caso: Un médico residente con una fobia

Bill era un médico residente de 32 años que se estaba formando en, un gran hospital. Tenía antecedentes de sufrir un malestar extremo cuando pensaba que tenia que efectuar la extirpación terapéutica de una uña. Las primeras descripciones que escuchó de este procedimiento fueron durante la preparación de su trabajo como pregraduado en una facultad de medicina. Recuerda haber sentido náuseas, desfallecimiento y un enorme malestar sólo de pensar en ello, aunque no experimentaba ninguna reacción parecida cuando pensaba en llevar a cabo otros procedimientos quirúrgicos. Decía que prefería «sacar una cucaracha del oído de un niño que tener que extirpar una uña.

El paciente fue un niño activo. Sufrió con frecuencia pequeños accidentes que requirieron la visita al médico de cabecera. Se rompió algunos huesos, sufrió algunas torceduras, y recuerda haberse pillado un dedo en la puerta cuando tenía 6 años. Se acuerda de su dedo, cada vez más hinchado y amoratado, y cómo la uña se fue cayendo a medida que el dedo se curaba. Aunque se acuerda de haber pasado ratos especialmente malos en la consulta del médico, recuerda cómo su madre se ponía pálida y parecía enfermar cada vez que él sufría una herida o tenían que darle unos puntos de sutura. Siempre quería probar cosas nuevas con sus amigos y describe un desmayo autoinducido cuando tenla 13 años. Se indujo a propósito una hiperventilación y después paró inmediatamente y realizó la maniobra de Valsalva. Pasaron unos 10 seg y se sintió muy asustado cuando recuperó la conciencia. Recuerda que las voces de sus compañeros parecían distintas y sus caras estaban borrosas y distorsionadas, tuvo una sensación de irrealidad y, por un breve lapso de tiempo, le invadió el terror.

Mientras estudiaba en la facultad de medicina, Bill evitó siempre efectuar la extirpación de una uña, pero cuando estudiaba cuarto curso se le obligó a observar este procedimiento. Se situó lo más lejos posible y vio cómo el médico efectuaba la intervención. Empezó a sentirse enfermo, empezó a sudar, su ritmo cardíaco se hizo muy lento, y empezó a sentirse débil y mareado. Tuvo que sentarse para evitar el desmayo. Explica que «se supone que las uñas deberían estar en su sitio», y no

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