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Umberto Eco


Enviado por   •  25 de Junio de 2014  •  Informe  •  1.600 Palabras (7 Páginas)  •  302 Visitas

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Nos cuenta Umberto Eco que, en 1984, el gobierno de los Estados Unidos (Office of Nuclear Waste Isolation) se encontró con un problema añadido al construir un vertedero nuclear: la vida activa de los residuos era de diez mil años. ¿Cómo señalizar de forma duradera y efectiva algo que escapaba a cualquier previsión? Durante el tiempo de radioactividad podían desaparecer las sociedades y culturas existentes y ser sustituidas por otras que no comprendieran el significado de las señales de aviso. El gobierno encargó al investigador semiótico Thomas A. Sebeok la resolución de este problema. Se estudiaron todo tipo de señalizaciones, pero ninguna garantizaba la duración necesaria. La propuesta final de Sebeok fue la siguiente:

instituir una especie de casta sacerdotal, formada por científicos nucleares, antropólogos, lingüistas y psicólogos, que se perpetuara a través de los siglos por cooptación y mantuviera viva la conciencia del peligro, creando mitos, leyendas y supersticiones. Con el tiempo, éstos se verían obligados a transmitir algo cuyo conocimiento exacto habrían perdido, de modo que en el futuro, incluso en una sociedad humana que hubiera regresado al estado de barbarie, pudieran sobrevivir oscuramente tabúes imprecisos, pero eficaces.

(U. Eco, La búsqueda de la lengua perfecta, Madrid, Grijalbo-Mondadori, 1996, p. 152)

Eco no nos cuenta lo que el gobierno de los Estados Unidos decidió hacer con la propuesta, pero el hecho nos dice mucho sobre la forma de pensar de Sebeok.

Signos: una introducción a la semiótica es lo que su título anuncia: una introducción. Sin embargo, los enfoques de Sebeok difieren de aquellos a los que estamos acostumbrados en este terreno. Sebeok se mueve, dentro de su concepción de la semiótica, en un terreno próximo a la biología. Tradicionalmente, estamos acostumbrados a que la semiótica se aplique (y explique) en mayor grado a los fenómenos de significación humanos, pero en esta obra son otros los derroteros. Como señala Marcel Danesi, el introductor de la obra:

Sebeok ha transformado la semiótica en una ciencia de la vida, al haberla devuelto a sus raíces de la biología médica. En otras palabras, ha arrancado la semiótica del terreno filosófico, lingüístico y hermenéutico en el que ha sido cultivada durante siglos y la ha trasladado al dominio de la biología, de donde procedía originalmente. La aproximación biológica de Sebeok es inherente a una perspectiva que pretende investigar cómo todos los animales están dotados genéticamente de la capacidad de utilizar las señales básicas y los signos para sobrevivir, y cómo la semiosis humana es al mismo tiempo similar y diferente de esta capacidad (p. 20)

Sebeok lleva la investigación semiótica a sus principios orgánicos, es decir, no se limita a considerar los mensajes como intercambios de signos entre unos organismos y otros, sino que entiende que la semiosis afecta a la representación del mundo que tiene cada especie. Los enfoques tradicionales se ocupan de las estructuraciones de los mensajes y pierden de vista la profundidad del fenómeno semiótico. Sebeok parte de los trabajos del biólogo alemán Jakob von Uexküll (quizá el más citado en la obra junto con Peirce, lo que nos revela el maridaje del autor):

La distinción inicial entre objeto (O) y el signo (S) suscita profundas cuestiones sobre la anatomía de la realidad, e incluso sobre su mera existencia, pero no hay nada que aproxime a un consenso sobre estos enigmas a los físicos, dejando, de esta forma, solos a los filósofos. Una implicación obvia de esta postulada dualidad es el hecho de que la semiosis requiere como mínimo dos actores: el observador y el observado. Nuestra intuición de la realidad es consecuencia de una interacción mutua entre ambos: el mundo privado de sensaciones elementales de Jakob von Uexküll (Merkzeichen, "signos perceptuales") asociado a sus transformaciones significativas en impulsos activos (Wirkzeichen, "signos operativos") y el mundo fenomenal (Umwelt), es decir, el mundo subjetivo que cada animal presenta como modelo de su entorno "verdadero" (Natur, "realidad") que únicamente se revela a sí mismo a través de signos. Las reglas y leyes a las que aquellos procesos relacionados con el signo -a saber, la semiosis- están sujetos, constituyen las únicas leyes auténticas de la naturaleza. "Así como la actividad de nuestra mente es el único fragmento de la realidad conocida por nosotros", argumentaba en su gran trabajo, Theoretical Biology, "sus leyes son las únicas que tienen el derecho a ser llamadas leyes de la naturaleza" (Uexküll 1973 [1928], pág. 40)(p. 27)

Como puede apreciarse, Sebeok llega hasta la concepción básica de la semiosis: la que relaciona a los organismos con su entorno. Lo que los organismos crean es una representación, su propia versión de la realidad. De ahí se sigue que la "realidad" no sea algo constante para todas las especie, sino algo "conocido" según las propias características y posibilidades cognitivas de cada una de ellas. De la célula al ser humano, cada especie tiene su propia "realidad" construida a partir de los datos del entorno. Sebeok señala que el propio

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