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Nueve ejercicios prácticos de oratoria


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2023  •  Apuntes  •  2.083 Palabras (9 Páginas)  •  30 Visitas

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NUEVE EJERCICIOS PRÁCTICOS DE ORATORIA

Ejercicio Práctico 1

Objetivo: planificación del tema y del tiempo.

  1. Te proponemos que tomes un cronómetro, marques un minuto y elijas el tema sobre el que podrías hablar durante este tiempo. Cualquier tema es válido, desde cómo ir al supermercado desde tu casa hasta la Ley Orgánica de la Universidad. Antes de hacerlo registrá de manera espontánea en un papel qué cosas dirías y en qué orden.
  2. Luego te parás frente al espejo y mientras activás el cronómetro comenzás a hablar sobre lo que planificaste. Si podés grabarte mucho mejor, la idea es que se priorice la claridad del tema y cómo vos estás vinculado con el mismo.
  3. Evaluación: ¿Demoraste más o menos de un minuto? Si tenías mucho más que decir y no te alcanzó el tiempo deberías reorganizar de nuevo el discurso y priorizar el contenido. Si te sobró el tiempo es porque o fuiste muy rápido o faltó contenido para dar mayor claridad al discurso.

Ejercicio Práctico 2

Objetivo: planificación efectiva.

  1. Recomendale al público una película inolvidable, una música conmovedora, un libro genial, una serie de TV o una publicidad original.
  2. Seleccioná lo que vas a recomendar y planificá tu discurso organizándolo en las tres partes que debe incluir: un inicio, un desarrollo y un cierre.
  3. Prácticá con un público real. Pediles que sean críticos y que te digan sus impresiones.

Ejercicio Práctico 3

Objetivo: aproximación a la lectura expresiva.

  1. Primero, leé en silencio el poema que sigue a continuación (Al perderte).
  2. Después leélo en voz alta, procurando darle expresividad.
  3. Por último, Leélo dirigiéndote a un público imaginario con entonación y volumen de voz adecuados.

Al perderte

Al perderte yo a ti

tú y yo hemos perdido:

Yo porque tú eras

Lo que yo más amaba

Y tú porque yo era

Quien te amaba más

Pero de nosotros dos

Tú pierdes más que yo:

Porque yo podré amar

A otras como te amaba a tí

Pero a tí no te amarán como te amaba yo

Ernesto Cardenal

Ejercicio práctico 4

Objetivo: lectura expresiva y entonación de la voz.

  1. Primero, leé de diversas maneras las citas incluidas a continuación.
  2. Después, marcá los vocablos que desees enfatizar para darles expresividad.
  3. Finalmente, volvé a leer en voz alta cada cita con entonación y volumen de voz adecuados.

“Preparar un discurso significa reunir los pensamientos propios, las ideas propias, las convicciones propias, las necesidades… La verdadera preparación consiste en extraer algo de nosotros mismos”. Dale Carneggie.

“Cualquiera sea el lenguaje que empleemos, nunca lograremos decir cosa que lo que somos”. Emerson.

“Cuando no se habla de las cosas con una emoción llena de amor, lo que se dice no vale la pena de ser referido”. Goethe.

“La mayoría de la gente se enferma de no saber decir lo que ve o lo que piensa”. Fernando Pessoa.

Ejercicio práctico 5

Objetivo: lectura expresiva y ejercicio de la gestualidad (elementos paraverbales).

  1. Primero, leé el fragmento del texto “Cyrano de Bergerac”.
  2. Después, practicá eligiendo alguno de los siguientes matices expresivos indicados en el propio texto entre paréntesis o en negrita.
  3. Por último, practicá con otro que interprete a VALVERT o, en su defecto, frente al espejo.

VALVERT: (Se dirige hacia Cyrano, que le observa, y se planta ante él con pedantería.) Tenéis... tenéis... una nariz... ¡una nariz muy grande!

CYRANO: (Gravemente.) ¡Mucho!

VALVERT: (Riendo.) ¡Ja, Ja!

CYRANO: Sois poco inteligente, jovenzuelo. Pueden decirse muchas más cosas sobre mi nariz variando el tono. Por ejemplo, agresivo: «Si tuviese una nariz semejante, caballero, me la cortaría al momento»; amigable; «¿Cómo bebéis; metiendo la nariz en la taza o con la ayuda de un embudo?»; descriptivo; «¡Es una roca... un pico... un cabo...! ¿Qué digo un cabo?... ¡es toda una península!»; curioso; «¿De qué os sirve ese accesorio?, ¿de escritorio o guardáis en ella las tijeras?»; gracioso; «¿Tanto amáis a los pájaros que os preocupéis de ponerles una percha para sus patitas?»; truculento; «Cuando fumáis y el humo del tabaco sale por esa chimenea... ¿no gritan los vecinos; ¡fuego!, ¡fuego!?»; o como advertencia; «Tened mucho cuidado, porque ese peso os arrastrará contra el suelo», tierno; «Por favor, colocaros una sombrilla para que el sol no la marchite»; pedante; «Sólo un animal, al que Aristóteles llama hipocampelefantocamelos, tuvo debajo de la frente tanta carne y tanto hueso»; galante: «¿Qué hay, amigo? Ese garfio... ¿está de moda? Debe ser muy cómodo para colgar el sombrero»; enfático: «¡Oh, magistral nariz!, ¡ningún viento logrará! resfriarle!»; dramático; «¡Es el mar Rojo cuando sangra!»; admirativo; «¡Qué maravilla para un perfumista!»; lírico; «Vuestra nariz... ¿es una caracola? ¿O es un tritón?»; con ingenuidad; «¿Cuándo se puede visitar ese monumento?»; respetuoso; «Permitidme, caballero, que os felicite; ¡eso es lo que se llama tener una personalidad!»; campechano; «¿Que es eso una nariz?... ¿Cree usted que soy tan tonto?... ¡Es un nabo gigante o un melón pequeño!»; militar: «Apuntad con ese cañón a la caballería!»; práctico: «Si os admitiesen en la lotería, sería el premio gordo». Y para terminar, parodiando los lamentos de Píramo, con un sollozo: «¡Infeliz nariz, que destrozas la armonía del rostro de tu dueño!» Todo esto, poco más, es lo que hubierais dicho si tuvieseis ingenio o algunas letras. Pero de aquél no tenéis ni un átomo y de letras únicamente las cinco que forman la palabra «tonto». Además, si poseyeseis la imaginación necesaria para dedicarme, ante estas nobles galerías, todos esos piropos, no hubieseis articulado ni la cuarta parte de uno solo, porque, como yo sé piropearme mejor que nadie, no os lo hubiese permitido.

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