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Psicologia educativa


Enviado por   •  2 de Julio de 2023  •  Ensayo  •  1.664 Palabras (7 Páginas)  •  56 Visitas

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INTRODUCCIÓN.

Los orígenes científicos de la Psicología de la Educación se remontan casi al nacimiento mismo de la propia Psicología. En primera instancia podría nombrarse a Pestalozzi, quien visualizaba a la educación como un proceso orientado hacia el niño como ente individual y especial en sí mismo.

Tampoco se pueden dejar de lado los trabajos como el de Edward Thorndike y Charles Judd, con propuestas un tanto opuestas sobre lo individual y lo social de los procesos de aprendizaje y los contextos educativos, hasta llegar a ver los aportes de Skinner en ellos. Tampoco podemos dejar de mencionar, la preocupación de la psicología humanista por indagar en temas como la motivación y los afectos como partes de los procesos de aprendizaje. En ese sentido, más recientemente, se intenta comprender y mejorar la educación tomando en cuenta el entorno y las características propias del profesor y del alumno.

Cómo es posible apreciar, cuando se habla de psicología de la educación, el panorama es bastante amplio. Sin embargo, en lo que respecta a este trabajo el objetivo es dar un punto de vista acerca de la evaluación educativa y su aplicación en el contexto social de nuestro país. Es importante ya que dentro de las aulas, la evaluación se sigue haciendo desde lo institucional y no desde lo pedagógico y mientras estas prácticas no cambien, la educación y formación que se pretende hacer con miras a un desarrollo del país, no tendrá ningún sentido. Por lo tanto se requiere una profunda reflexión, sobre ¿qué, cuándo, para qué y cómo evaluar?, en la cual el psicólogo educativo juega un papel fundamental, ya que precisamente dentro sus funciones está la evaluación.

LA EVALUACIÓN.

Partiendo de que, evaluar consiste en hacer un juicio de valor acerca de algo, es esencial para el psicólogo de la educación, tener en cuenta a que se refiere cuando habla de evaluación en el contexto educativo; ésta (la evaluación) se ha definido de diversas maneras, por ejemplo como, “… el progreso del alumno, interpretándolo no en términos de simple rendimiento, si no en relación con determinados objetivos sociales, sustituyéndolo con una escala de valor…(Arancibia, Herrera y Strasser, 1999, p. 28) ”. Otra definición, pero desde una visión constructivista, define a la evaluación, como un proceso continuo de reflexión sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Como podemos darnos cuenta, a pesar de las distintas definiciones que se le dan a la evaluación, no podemos pasar por alto que ésta es parte de la educación, por lo tanto no es posible concebir a la enseñanza sin la evaluación.

Desafortunadamente en nuestro sistema educativo, desde hace ya bastante tiempo, la evaluación que predomina es la cuantitativa principalmente a través del examen, lo que ha llevado a emplear como sinónimos de éste, a la evaluación, siendo que esta última es un proceso mucho más amplio y complejo.

Es necesario especificar que evaluar, no es una labor sencilla, puesto que, para llevarla a cabo es necesario tener en cuenta sus dimensiones ya sean pedagógicas o normativas; si su función, es social o pedagógica; y del momento en el que se realiza, pudiendo ser al inicio, durante o al final del proceso instruccional.

En ese sentido podemos darnos cuenta que es una tarea de gran complejidad, que le exige al docente, y no sólo a él, sino también al psicólogo educativo, --ya que como se mencionaba anteriormente, el tema de la evaluación es algo que le compete directamente--, analizar el problema desde diferentes ángulos y así poder hacerle frente a esta serie de problemáticas tan difíciles de abordar, de carácter psicopedagógico, técnico-práctico, administrativo-institucional y sociocultural.

Es precisamente ahí donde se encuentra el trabajo, pues, tendremos que considerar las siguientes cuestiones: el contexto social donde han crecido los individuos, la educación que han recibido hasta el momento en que llegan con nosotros –evidentemente, sería absurdo limitarnos a la educación formal- , su desarrollo físico, la motivación, la institución educativa de la que se habla, las habilidades y conocimientos que el individuo posee, sus posibilidades de potencializarlo, su status socio-económico, etcétera.

Bastará con echarle un vistazo a las condiciones en que se encuentran las escuelas e instituciones de educación en la sierra de Guerrero y Oaxaca, que son de los estados más pobres del país; y que no tienen grado de comparación con las condiciones en las que se encuentra la Ciudad de México y área metropolitana. Es así que no podemos cerrar los ojos ante la realidad, las circunstancias no son las mismas para todos, desde hechos tan simples como la diversidad de dialectos que no son contemplados a la hora de escribir los libros de texto, las nuevas tecnologías como el internet a las cuales sólo tienen acceso un cierto número de personas, entre otras variables que marcan profundas diferencias. Por todo lo anterior es preciso cuestionarse sobre el valor de las aportaciones que el psicólogo educativo puede hacer en este contexto particular.

Ante éste panorama es necesario hacer una revisión exhaustiva de las propuestas curriculares vigentes a todos los niveles de educación en México, esto con la finalidad de saber qué es lo que se le está enseñando a las nuevas generaciones, ¿realmente los conocimientos que se privilegian en la escuela, les dan herramientas a los jóvenes para poder posicionarse en el campo laboral y poder hacerle frente a las vicisitudes con las que se encontraran al salir de la escuela?, y esto, abre paso a otra interrogante, ¿Cómo podríamos saber cuáles son los conocimientos que permitirán a la población mexicana desarrollarse plenamente?, al parecer son interrogantes que aún no tienen una respuesta clara, pues desafortunadamente, se ha privilegiado la enseñanza de tipo tradicional, donde se pone de relieve el aprendizaje memorístico y repetitivo descontextualizado de hechos, datos y conceptos, sin un valor funcional para los alumnos. Por lo mismo en lo que respecta a la evaluación, no se puede esperar algo diferente, ya que por lo común se evalúa el aprendizaje de los alumnos y no la enseñanza, se hace énfasis en los productos del aprendizaje (lo que se puede ver) y no los procesos (estrategias, habilidades, capacidades), de esta manera se pone en primer lugar la función social de la educación, que se refiere a cuestiones tales como la acreditación, la selección, la promoción o la certificación.

Otro aspecto a tomar en cuenta es la labor docente, fundamental en los procesos de evaluación, puesto que muchas veces se evalúa para controlar, ya que es el profesor quien decide y define la situación evaluativa. De esta forma en no pocas ocasiones, la evaluación ha sido un instrumento de control, de amenaza e, incluso, de venganza, respecto a algunos alumnos que se han permitido ejercitar el derecho a la crítica, a la discrepancia o la indisciplina.

Los criterios que se aplican para la evaluación no siempre se ajustan a patrones rigurosamente elaborados. Y así, una reforma puede considerarse “buena” porque aumenta el número de los conocimientos de los alumnos, una escuela puede etiquetarse como “excelente” porque aprueba la selectividad un porcentaje alto de alumnos presentados y un alumno es considerado “inteligente” porque ha contestado correctamente una prueba “objetiva”.

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