El giro lingüístico y su aporte a la historiografía
Enviado por Patricio Parada • 26 de Mayo de 2018 • Monografía • 1.826 Palabras (8 Páginas) • 321 Visitas
Monografía
Sobre el giro lingüístico y su aporte a la historiografía
Para Hayden White aunque todo texto esté saturado de elementos ideológicos y actúe por ello como un producto que representa de alguna forma el "mundo" desde donde fue escrito, es decir su contexto de emergencia, los que más le interesan son los grandes textos, los textos clásicos, a los que considera como "productores históricos intelectuales" que contemplan un “sistema de producción de significado" que contienen ideas e instituciones y que proporcionan un modelo interpretativo determinado. Para sus críticos hermenéutas esta concepción del texto es reductiva, categoriza al texto como un efecto de alguna causa exterior y resucita la vieja antinomia texto-contexto que la filosofía del lenguaje había dilucidado.
Para Ankersmit los teóricos de la narración integran la llamada "nueva historiografía" y se caracterizan principalmente por el reconocimiento de la no-transparencia del texto y las variaciones del lenguaje simbólico. Aunque al intentar valorar al texto como una totalidad descuidan otros factores importantes: la intencionalidad del autor y la realidad exterior. Y, a pesar de sus diferencias, todos estos autores se enfocan en la dimensión vertical del texto histórico, en sus componentes intrínsecos y en lo que estos son en sí mismos.
En 1973 Hayden White escribió una de sus obras más radicales “Metahistoria” en la que planteó su teoría de los tropos, es ante todo una teoría revolucionaria, ha marcado un giro trascendente en la teoría histórica tradicional. Con él, la filosofía de la historia se transformó en una filosofía de la historia lingüística que se opuso a las tradicionales formas de análisis de la filosofía epistemológica. Su obra ha sido objeto tanto de grandes elogios como también de fuertes críticas, y por ello una valoración justa de la misma merece un análisis minucioso.
Metahistoria es una teoría formal de la obra histórica, cuya pincipal importancia de es el hecho de que por primera vez el texto histórico como un todo fue el objeto central del análisis estructural. La verdad o no del contenido de los textos históricos no tiene lugar en su indagación, no le interesa demostrar qué narración es más o menos verdadera. Lo que le interesa es mostrar cómo toda obra histórica está compuesta por dos dimensiones: la dimensión manifiesta que se refiere a todas aquellas cuestiones epistemológicas, estéticas y morales; y la dimensión poética, lingüística, metahistórica, el proceso por el cual el historiador prefigura su campo de estudio e impone y proyecta al conjunto de acontecimientos y circunstancias la estructura de la trama de uno de los géneros de la figuración literaria (tropos) o dicho de otra manera, como lleva los hechos a la ficción literaria. Este acto es precrítico y precognitivo, y demuestra por lo tanto que el discurso histórico no ha sido elevado todavía al status de ciencia, sino que permanece cautivo del protocolo lingüístico de carácter poético que el tropo dominante determina. La historia no es una ciencia, sino un discurso. El significado que ésta tiene está dado por el sentido de la conciencia, en un proceso imaginario, a un conjunto de hechos dispersos que se articulan por medio de un entramado.
Entonces, Metahistoria es una investigación de las obras de los historiadores clásicos (Ranke, Michelet, Tocqueville y Buckhardt) y de los filósofos de la historia del siglo XIX (Hegel, Marx, Nietzsche y Croce) que intenta mostrar cómo a pesar de los diferentes estilos de cada una, todas son parte de una misma tradición de pensamiento histórico; y cómo en la investigación histórica y en la filosofía de la historia se dio paralelamente una transformación desde un estado mental metafórico hacia un estado mental irónico hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Lo que cambió en el siglo XX es justamente la importancia que se le da al lenguaje en el origen de nuestros actos, en primer lugar, y de cómo construimos nuestra convicción de lo que es real a partir de ese lenguaje, en segundo lugar.
El lenguaje ya no sería figura de la realidad, sino un instrumento, una herramienta. La tarea del filósofo es conocer las palabras en su uso cotidiano ya que los juegos lingüísticos expresan la forma de vida de la comunidad.
El campo de la memoria tuvo un lugar privilegiado entre los grupos humanos a lo largo del tiempo. La vinculación explícita de los discursos de memoria con la construcción de formas que dan cohesión a los grupos es uno de los factores que explican la centralidad que dichos discursos adquirieron a lo largo de la historia. La multiplicación, en nuestras sociedades, de prácticas y discursos de la memoria indica que la centralidad devino en obsesión. Algunos autores han intentado explicar esa “obsesión cultural por la memoria” en conexión estrecha con los fenómenos de cambio propios de la posmodernidad. Pero aunque esta la cultura de la memoria parece ser mundial, el fenómeno presenta características particulares en los distintos contextos nacionales. La elaboración de discursos de memoria ligados al trauma producto de las experiencias de represión política en las sociedades latinoamericanas configuran operaciones de rescate del pasado que se hallan estrechamente relacionadas con determinadas re-negociaciones políticas del presente. Como también se ha registrado un mayor discurso sobre la memoria en el seno de la historiografía. Parte de la bibliografía aborda los diversos problemas filosóficos que rodean al fenómeno de la memoria colectiva: su rol en la construcción de identidades colectivas; los vínculos entre memoria e historia, etc., etc. Y el tema de la memoria fue revisitado como objeto de análisis cultural por investigadores de distintas disciplinas. Así se trabajan los modos en que se forman los espacios, imágenes, discursos y artefactos de la memoria,
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