NEOCLÁSICO.
Enviado por karinaromero34 • 12 de Mayo de 2016 • Trabajo • 11.525 Palabras (47 Páginas) • 208 Visitas
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NEOCLÁSICO [pic 2]
El viejo y la muerte
Félix María Samaniego
Entre montes, por áspero camino,
Tropezando con una y otra peña,
Iba un Vejo cargado con su leña,
maldiciendo su mísero destino.
Al fin cayó, y viéndose de suerte
Que apenas levantarse ya podía,
Llamaba con colérica porfía
Una, dos y tres veces a la Muerte.
Armada de guadaña, en esqueleto,
La Parca se le ofrece en aquel punto;
Pero el Viejo, temiendo ser difunto,
Lleno más de terror que de respeto.
Trémulo la decía y balbuciente:
«Yo ... señora... os llamé desesperado;
Pero... «Acaba; ¿qué quieres, desdichado?»
«Que me cargues la leña solamente.»
Tenga paciencia quien se cree infelice;
Que aun en la situación más lamentable
Es la vida del hombre siempre amable:
El Viejo de la leña nos lo dice.
El burro flautista
Tomas De Iriarte
Esta fabulilla, «¡Oh!», dijo el borrico,
salga bien o mal, «¡qué bien sé tocar!
me ha ocurrido ahora ¡y dirán que es mala
por casualidad. la música asnal!».
Sin reglas del arte,
Cerca de unos prados borriquitos hay
que hay en mi lugar, que una vez aciertan
pasaba un borrico por casualidad.
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
La lechera
Félix María Samaniego
Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte:
¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre le ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola, la feliz lechera;
y decía entre sí de esta manera:
“Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
me rodeen cantanto el pío pío".
Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino
tanto, que puede ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga”.
“Llevarelo al mercado; sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña”.
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera,
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh loca fantasía,
que palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
no sea que saltando de contento,
al contemplar tu dichosa mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor y más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro
mira que ni el presente está seguro.
El ricote erudito
Tomas de Iriarte
(Fragmento)
Hubo un rico en Madrid (y aun dicen que era
más necio que rico),
cuya casa magnífica adornaban
muebles exquisitos.
«¡Lástima que en vivienda tan preciosa»
le dijo un amigo,
«falte una librería!, bello adorno,
útil y preciso.»
«Cierto», responde el otro. «¡Que esa idea
no me haya ocurrido!...
A tiempo estamos. El salón del Norte
a este fin destino.
»Que venga el ebanista, y haga estantes
capaces, pulidos,
a toda costa. Luego trataremos
de comprar los libros.
»Ya tenemos estantes. Pues, ahora»,
el buen hombre dijo,
«¡Echarme yo a buscar doce mil tomos!
¡No es mal ejercicio!
»Perderé la chaveta, saldrán caros,
y es obra de un siglo...
Pero ¿no era mejor ponerlos todos
de cartón fingidos?
El muchacho y la fortuna
Félix María Samaniego
A la orilla de un pozo,
Sobre la fresca yerba,
Un incauto Mancebo
Dormía a pierna suelta.
Gritóle la Fortuna:
«Insensato, despierta;
¿No ves que ahogarte puedes,
A poco que te muevas?
...