AXIOLOGICA
Enviado por JOSE4269 • 30 de Octubre de 2013 • 5.663 Palabras (23 Páginas) • 362 Visitas
En este artículo, se devela la axiología en relación con la formación humana, en los marcos de una estructura lógico-filosófica, cuya manifestación se expresa, en una relación e interrelación armónica en la esfera de la actividad humana y su concreción e inserción en la cultura. Para conseguir este objetivo nos apoyamos en la obra filosófica martiana, en la cual, aunque no existe una axiología sistematizada, es posible revelar, en su ideario humanista, un conjunto unitario de valores coherentemente estructurados en torno a la persona, su razón de ser y los modos de conducirla.
La Axiología es la ciencia que estudia los valores, ya que en griego, axios, significa lo que es valioso o estimable, y logos, ciencia, teoría del valor o de lo que se considera valioso. La axiología no sólo trata de los valores positivos, sino también de los contravalores, analizando los principios que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio. La investigación de una teoría de los valores ha encontrado una aplicación especial en la ética y en la estética, ámbitos donde el concepto de valor posee una relevancia específica. Algunos filósofos como los alemanes Heinrich Rickert o Max Scheler han realizado diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de los valores. En este sentido, puede hablarse de una “ética axiológica”, que fue desarrollada, principalmente, por el propio Scheler y Nicolai Hartmann.
Debemos a Francisco Brentano (1917-1938) que la axiología se considere en nuestros días disciplina filosófica. Su pensamiento sirvió de base a los más diversos exponentes de esta rama de la Filosofía como Husserl, fundador de la Fenomenología inspirada en la teoría de las intencionalidades del mismo Brentano; Nicolai Hartmann; Alexius Meinong; Crhistian Von Enfrenfles. Paradójicamente le debemos a Nietzsche (1884-1900) el gran interés que tomó este tema, porque al proclamar en su filosofía la transmutación de los valores causó alarma, escándalo y llamó la atención de su época convirtiéndose así, sin quererlo, en el principal instigador para que el mundo de los valores fuera tratado de una manera ordenada y se constituyera en una rama de la Filosofía.
La axiología, en tanto ciencia de los valores, se integra orgánicamente al saber filosófico y expresa una de sus determinaciones esenciales. El saber filosófico, en su expresión sintética, integra momentos de carácter gnoseológico (cognoscitivo), axiológico (valorativo), práctico y comunicativo. Esto se fundamenta en el hecho de que la filosofía como autoconciencia de la cultura sociohistóricamente determinada, y núcleo teórico de la concepción del mundo, resulta al mismo tiempo aprehensión práctico-espiritual de la realidad, en su esencialidad y concreción.[1] Se trata de un proceso complejo que reproduce creadoramente la realidad y la aprehende en su síntesis por sujetos reales y actuantes.
Este proceso de asunción y aprehensión de la realidad se funda en la actividad humana. De ahí que la actividad en su dimensión filosófica se determine y exprese como relación sujeto-objeto y como relación sujeto-sujeto. En la primera relación, los momentos gnoseológicos y axiológicos encarnan la propia práctica social, es decir, en la asunción práctica de la realidad (objeto) al hombre (sujeto) no le interesa sólo qué son las cosas, cómo revela su esencia y devela la verdad, sino, además, para qué le sirven, qué necesidad satisfacen, qué interés realizan. El sujeto no sólo busca conocimiento, en tanto, modo de existencia, sino también valores, en tanto ser de las cosas para el hombre, y modo en que existen sus necesidades e intereses. En la segunda relación (sujeto-sujeto), tiene lugar el proceso de comunicación como intercambio de actividad y sus resultados, conductas y relaciones sociales. En esta relación, que solo es aislable por medio de la abstracción, los aspectos gnoseológicos, valorativos y prácticos aparecen en síntesis, como trato humano, actividad intersubjetiva e interacción humana, social en esencia.
El componente valorativo de la actividad y de todo el proceso del devenir humano, comprendido en sus diversas expresiones y niveles, como valor y valoración; y en la relación dialéctica de lo objetivo-subjetivo, lo absoluto-relativo y lo general-particular, posee una gran importancia teórico-metodológica y práctica para la comprensión del hombre y la sociedad.[2] Si bien el momento valorativo de la actividad humana resulta imposible que exista al margen de los momentos práctico, gnoseológico y comunicativo, pues constituyen una totalidad orgánica indisoluble y posee, como los restantes momentos estructurales, una relativa autonomía. Esto determina que en algunos discursos filosóficos prime o tenga más fuerza la axiología, o en otros, la gnoseología, la ontología, etc. Esto, por supuesto, no niega en modo alguno la presencia de los restantes momentos que les son inherentes y, más aún, inmanentes a todo quehacer humano, incluida la filosofía como autoconciencia teórica.
Los valores, en tanto determinación primaria de las necesidades e intereses del hombre, sirven de mediación esencial entre los momentos gnoseológico y práctico, entre conocimiento y práctica. El hombre conoce la realidad impelido por las necesidades y aplica los conocimientos en la técnica y la práctica para realizar su ser esencial, que es, al mismo tiempo, proyectar su ser hacia el deber-ser, es decir, realizar lo por venir, completando lo que le falta: satisfacer sus necesidades. De ahí que el fenómeno designado con la palabra valor, constituya una compleja formación que está contenida no sólo en las estructuras cognoscitivas, sino, fundamentalmente, en los profundos procesos de la vida social y la cultura, en la concepción del mundo del hombre. De aquí que la categoría que designa o expresa este fenómeno, puede ser tratada, por lo menos, en tres significados fundamentales: como concepto sociocultural, como concepto psicológico y como concepto lógico-gnoseológico. Esta amplia dimensión de la categoría valor evidencia que ella concentra en sí una serie de problemas heterogéneos por su contenido y, al propio tiempo, en algo idéntico.[3]
La dimensión valorativa de la actividad humana, en todas sus mediaciones, condicionamientos y determinaciones, deviene fuerza propulsora y motivación esencial del despliegue constante del hombre que se sabe sujeto del acontecer histórico. Ciertamente, conocimiento y práctica en su interacción recíproca están mediados por los valores, la propia comunicación intersubjetiva, en tanto intercambio de actividad y trato humano, discurre como proceso, también internamente mediado por los valores. Todo el desenvolvimiento del
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