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Al calor de la historia y la ficción. Reflexión sobre la originalidad del Cantar de Mio Cid a partir de su historicidad


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2021  •  Ensayo  •  1.618 Palabras (7 Páginas)  •  119 Visitas

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Al calor de la historia y la ficción
Reflexión sobre la originalidad del
Cantar de Mio Cid a partir de su historicidad

Imponentes proezas surgen en el imaginario colectivo al escuchar el nombre de Rodrigo Díaz de Vivar el Campeador. Entrañable e indispensable personaje, no sólo para el análisis de los antecedentes literarios castellanos, sino para la comprensión de una cultura ajena que, hoy en día, se nos antoja extraña. Es muestra de aquella alteridad de la que goza y sufre el lector contemporáneo cuando decide confrontar épocas lejanas. Épocas que empiezan a cubrirse de polvo y oscuridad, e inevitablemente, de nostalgia.

Justamente, dado que el pasado es escenario de la obra a tratar, vale la pena dedicar unas breves palabras a un curioso fenómeno atado a la conciencia histórica en su acepción más primitiva: la lectura del pasado como serie de interpretaciones que no son fijas. En la modernidad, Freud propondrá que la memoria es un constante proceso de restructuración[1]. Siendo el arte producto de la psique humana[2], es posible comprender por qué nuestra cultura reboza de evocaciones deformadas que corresponden a la interpretación nostálgica desde el ahora, que se reconstruyen según los esquemas ideológicos, sociales, políticos y, en este caso, poéticos de un determinado momento histórico.

Una manera de aplicar este concepto al estudio literario reside en el análisis de los patrones genéricos insertos en el propio cantar de gesta[3]. No resulta sorprendente que el Cantar del Roldán deforme legendariamente la batalla de Roncesvalles y que en el Cantar del Beowulf sean todavía más evidente las huellas de la ficción. Ambas transformaciones responden a su contexto, como a la necesidad de constituir modelos ejemplares para su público objetivo. Sin embargo, ¿qué sucedería si las fuentes históricas de las que bebe el relato no se hubieran encontrado todavía bajo el completo dominio de lo cercano al olvido? ¿sería posible acaso configurar el ejercicio poético valiéndose de las mismas transformaciones? Es aquí donde la composición de Mio Cid cobra tanta importancia. Obra seguidora, y al mismo tiempo, transgresora de la tradición.

La conquista de Valencia, así como la vida y gloria del Campeador, son eventos históricamente cercanos respecto a la composición de Mio Cid. Esto no sólo implica que el público objetivo del cantar probablemente todavía transitaba por una geografía similar por la que el personaje condujo su ejército, y que conocía de antemano ciertos nombres inmersos en la tradición, la toponimia y la épica de la época, sino que también sugiere que fue partícipe de las leyendas que pervivían en la Extremadura sobre Rodrigo Diaz de Vivar; factores que apuntarían posteriormente a una obra de carácter local[4].

Lo anterior es especialmente relevante al reconocer la tarea del juglar como actor que conecta e involucra a su audiencia en la narración, ganando su complicidad y, hasta cierto punto, manteniendo “el doble designio de hacer entrar a la audiencia en el tema y, por otro lado, de aproximar el tema a la audiencia”[5]. Es esto por lo cual la correcta ejecución de su tarea exige condicionar las licencias creativas de la composición, con el objetivo de respetar la presencia de ciertos sucesos históricos que hacían ya parte de la memoria colectiva. Ahora bien, pese al deseo de conservar la historicidad del relato, es un hecho que el juglar tendría un conocimiento limitado de su personaje[6]. Sin embargo, disponía de vagos indicios respecto a sucesos cuya existencia creía conocer, además de la intuición de un carácter que el Campeador presumiblemente ostentaba; personalidad y jerarquía de valores que la estructura, propia del cantar de gesta, soportaba por medio de la acción, forma de expresión de las ideas abstractas[7].

El deseo de conservar en cierta medida el carácter realista del relato, las obligaciones para con el conocimiento de su público y las lagunas de la información necesaria para escribir historia, conducen finalmente a una importante innovación poética: una estructura construida con el propósito de aportar verosimilitud y una apariencia de veracidad a la composición. Se hace necesario tejer a partir de los fragmentos históricos de los que se tiene conciencia, y a través de un delicado juego de ficción se crea una historia nueva y original. Un cantar que responde al motivo poético, a la preservación de lo conocido y a su reinterpretación y reorganización a partir de la nueva perspectiva social.

El juglar, como indica Rico, no tiene la sensación de estar mintiendo, sino que organiza el relato sin diferenciar mucho entre suposiciones y formulaciones. Su creación no corresponde a la verdad, pero sí es un importante ejercicio histórico y, sobre todo, un ejercicio artístico que se conforma como una unidad propia, coherente y cohesiva, inscrita en la tradición de su época. Este tipo de producción permite la exploración de interesantes paradigmas literarios en el interior de la épica. Por ejemplo, el de un héroe hecho del mismo material que el de sus oyentes, impresionantemente humano. Si se compara al Mio Cid y a las temáticas que aborda con algunos de sus correspondientes literarios, se descubre a un personaje modesto, un héroe que observamos, no de rodillas, sino de pie, a nuestra propia altura.

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