Ana Franck
Enviado por cinthia02 • 19 de Septiembre de 2014 • 286 Palabras (2 Páginas) • 327 Visitas
profesores son la gente más caprichosa del mundo; pero quizá
por esta vez actúen en el sentido adecuado.
En cuanto a mí, no tengo mucho miedo; creo que saldré del
paso. Me entiendo bastante bien con todos mis profesores, que
son nueve en total, siete hombres y dos mujeres. El viejo señor
Kepler, el profesor de matemática, anduvo muy enfadado conmigo
durante un tiempo porque yo charlaba demasiado. Finalmente
me impuso un castigo: escribir una composición sobre el tema:
Una charlatana. ¡Una charlatana! ¿Qué podía escribirse sobre eso?
Ya veríamos luego; después de haberlo anotado en mi cuaderno,
traté de quedarme callada.
Por la tarde, en casa, terminados todos mis deberes, mi mirada
tropezó con la anotación de la composición. Me puse a reflexionar
mordiendo la punta de mi estilográfica. Evidentemente, yo podía,
con letra grande, separando las palabras todo lo posible, garabatear
algunos disparates y llenar las tres páginas fijadas, pero la dificultad
residía en demostrar de manera irrefutable la necesidad de hablar.
Seguí pensando y, de repente, encontré la solución que me dejó
satisfecha. Argumenté que la charla excesiva es un defecto
femenino, que yo me esforzaría por corregir un poco, aunque sin
librarme de él totalmente, pues mi propia madre habla tanto como
yo, si no más; en consecuencia poco puede hacerse por remediarlo,
ya que se trata de un defecto heredado.
Mi argumento hizo reír mucho al señor Kleper; pero, cuando
en la clase siguiente yo reincidí en mi parloteo, me impuso una
segunda composición. Tema: Una charlatana incorregible. Volví
a salir del paso, después de lo cual el señor Kepler no se quejó
durante dos lecciones. A la tercera realmente exageré.
-Ana, otro castigo por charlar. Tema: Cua, cua, cua, dice la
señora Patagua.
Carcajada general. Yo me eché a reír con mis compañeros,
aunque sabía que mi imaginación estaba agotada sobre el tema.
Necesitaba encontrar algo nuevo, algo original. La casualidad vino
...