Capitulos Del Señor Presidente
Enviado por changoleon23 • 3 de Febrero de 2014 • 1.460 Palabras (6 Páginas) • 1.798 Visitas
Capitulo XIV ¡Todo el orbe cante!
Las calles se llenaban poco a poco de gente, el pueblo, contento y feliz, gritaban: ¡Señor, Señor, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria!, el presidente se dejaba ver, ante su público. ¡Señor, Señor, llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria! La gente seguía proclamando esta frase, todo el mundo estaba contento porque el señor presidente iba a dar un discurso.
El presidente salía al balcón ante la ovación de la gente, y tragando saliva, mientras la sentía recorrer por su garganta, la Lengua de vaca, que era una señora regalona, soltó un discurso para el presidente, diciéndole que era el salvador del pueblo como lo era Jesús, el hijo de Dios. Lengua de vaca gritaba y gritaba con mucha fuerza, alabando mucho al señor presidente, al Señor presidente de la república, al señor presidente constitucional de la República.
La gente gritaba: ¡Viva el presidente!, repetidamente. Y entre los aplausos los halagos de Lengua de Vaca fueron desvaneciéndose, y mientras el presidente devolvía su agradecimiento con unas palabras, y poco después se empezaron a escuchar las primeras detonaciones que provocaron el descontrol de la gente, se escuchaban las sillas aventándose y el grito de la gente: ¡Sálvese quien pueda!
Capitulo XVI En la casa nueva
Niña Fedina fue encerrada en un calabozo oscuro y que parecía tener forma de una guitarra, donde fue registrada de pies a cabeza sin dejar pasar un solo lugar. No se podía quedar quieta de lo cansada que estaba, mientras escuchaba las voces de otras mujeres que se encontraban en el patio cantando, pero el canto de una mujer le llamo la atención. Ese canto con la canción de Cielito Lindo le estremecía el cuerpo solo de recordarlo. Encerrada en su calabozo en un rincón donde se perdía en las sombras, empezó a recordar a su hijo, pensando en quien le iba a dar de mamar, quien lo iba a cobijar y a dar cuidado. Planeaba su bautizo, la comida, y los regalos que le iba a dar a la gente que fuera a la fiesta, mientras se perdía en su mente, se quedo viendo una telaraña, que dibujaba frases, cruces santas, nombres, signos extraños, que le recordaban a esa canción estremecedora, y del miedo se puso a rezar para protegerse del cuarto. Mientras seguía perdida en su mente y rezando, escuchaba como los guardias la sacaban de las sombras, la levantaron y la aventaron al suelo, donde se encontró con el Auditor, que con un tono de voz lento la empezó a interrogar sobre su paradero con el General en la mañana.
Niña Fedina le respondía que no sabía nada, que ella solo se fue a la casa del general y que al llegar ya lo había encontrado en el suelo, que ella no sabía porque la estaban interrogando si no había cometido ningún crimen. Pero el Auditor, comenzó a elevar su tono de voz e incluso golpeando la mesa para intimidarla, pero Niña Fedina solo empezaba a llorar y a rogarles piedad por su hijo, ya que amenazaron con quitarle la vida a su hijo. Pero Fedina solo seguía suplicando y llorando por su hijo, al verlo como los guardias lo golpeaban con la punta de los zapatos, y después de tanto llorar y de ser golpeada, la dejaron afuera inconsciente con su hijo. En la mañana sintió como su hijo moribundo se lanzo a su seno para alimentarse, pero le rechazo el pecho, y Fedina desesperada cargo a su hijo frio, golpeando la puerta de donde se encontraba el Auditor, rogándoles por ayuda por su hijo, pero nadie le abrió las puertas.
Capitulo XVIII Toquidos
Camila y Cara de Ángel se fueron a la casa de Juan Canales, y llegando a la puerta Camila se sintió segura, pero Rubí comenzó a ladrarle porque no la reconocía, a lo cual ella le pedía que se calmara. Camila le dijo a Cara de ángel que esperara un momento en lo que su tía le abría la puerta, a lo cual él accedió.
Pero no veía que nadie abriera, y Camila siguió tocando la puerta cada vez más veces, mientras en su mente contaba de uno en uno, con temor de llegar al cincuenta, pero solo se escuchaba los ladridos de Rubí, y creyendo que se habían equivocado de casa, se retiro un poco para ver la cara de la casa, pero estaban
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