Caracteristicas De Una Buena Redacción
Enviado por Mequito • 27 de Enero de 2014 • 2.018 Palabras (9 Páginas) • 977 Visitas
CARACTERÍSTICAS DE UNA REDACCIÓN Y DE UN ANÁLISIS CRÍTICO- CONSTRUCTIVO
I.- CONCEPTO DE REDACCIÓN: Redactar -observa Hilda Basulto- es una actividad comunicativa de primer orden, que implica un estado cultural avanzado de quien la ejercita. De la concepción dialéctica de la escritura -que vincula el pensar con el escribir- deriva la necesaria y estrecha relación entre contenido y
forma, que todo redactor debe valorar como prioritaria y como eje de cualquier ejercicio que se proponga realizar. En torno a ella giran, pues, las características o cualidades de la buena redacción.
II.- CARACTERÍSTICAS DE LA BUENA REDACCIÓN
A.- Claridad : Si la intención de quienes escribimos es que nos entienda un amplio público, esto nos exige claridad en las ideas y transparencia expositiva; es decir -como indica Gonzalo Martín Vivaldi- “visión clara de los hechos o de las ideas y exposición neta y tersa de los mismos”. A la claridad mental o de ideas debe corresponder un lenguaje fácil, basado en palabras transparentes y frases
breves, con el firme propósito de que el pensamiento de quien escribe llegue a la mente del lector desde la primera lectura del escrito; una relectura obligada del mismo estaría mostrando su oscuridad o su rareza, en tanto que su relectura voluntaria o interesada indicaría que ha resultado atractivo o importante para el lector.
Martín Vivaldi sostiene, además, que claridad significa expresión al alcance de un hombre de cultura media y, por tanto, quiere decir: pensamiento diáfano, conceptos bien digeridos y exposición limpia, con sintaxis correcta y vocabulario o léxico al alcance de la mayoría, ni preciosista ni demasiado técnico. En otras palabras, a las ideas claras debe corresponder una construcción de la frase basada en un orden lógico y sin palabras rebuscadas.
. Por su parte, Roberto Zavala Ruíz propone como primera obligación doméstica de la redacción “comunicar el pensamiento del autor, siguiendo un orden lógico o atendiendo al interés psicológico que lleva a destacar algunos elementos y a iluminar a media luz los menos importantes”. Sostiene que quienes mejor manejan el idioma saben que la mejor palabra es la que entiende la mayoría; que la claridad implica el empleo de términos de uso común, y que esto no significa emplear un lenguaje corriente en el sentido peyorativo de esta palabra. Y aclara que, aunque los libros técnicos y científicos requieren un vocabulario propio -una jerga conocida y reconocida por minorías-, incluso esos textos se pueden y deben escribir con un lenguaje general, entendible para lectores medianamente instruídos. Por supuesto, subraya, la claridad obliga a escribir oraciones claras que formarán párrafos claros, así como a hilvanar esos párrafos de la mejor manera. A esto contribuye -agregamos- el empleo adecuado de las expresiones de conexión lógica, que en nuestras sesiones de aprendizaje identificamos como “frases de pegamento” porque sirven para darle ilación y coherencia al escrito.
B.- Concisión: Otra obligación de la prosa, como señala Zavala Ruíz, es la concisión, virtud o cualidad que consiste en decir lo más con lo menos, ahorrar palabras y evitar lo innecesario. El autor nos invita, con Azorín, a no entretenernos y destaca que ser conciso exige precisión en el lenguaje, combatir el exceso verbal y el regodeo, y acabar con las imprecisiones “que tratan de explicar a sus amigas, las vaguedades”.
Sobre esta segunda cualidad de la buena redacción, Martín Vivaldi anota que sólo debemos emplear aquellas palabras que sean absolutamente precisas para expresar lo que queremos decir. Conciso no quiere decir lacónico sino denso: “estilo denso es aquél en que cada línea, cada palabra o cada frase están preñadas de sentido. Lo contrario es la vaguedad, la imprecisión, el exceso de palabras; lo que vulgarmente se dice retórica”.
La falta de concisión -advierte con Albalat- es el defecto general de los que empiezan a escribir... La concisión es cuestión de trabajo. Es preciso limpiar el estilo, cribarlo, pasarlo por el tamíz, quitarle la paja, clarificarlo... es preciso evitar lo superfluo, la verborrea, la redundancia, el titubeo expresivo y el añadido de ideas secundarias que nada fortalecen a la idea matriz, sino que más bien la debilitan. La concisión, en síntesis, genera rapidez y viveza en el estilo de nuestra redacción, mediante el empleo de verbos activos y dinámicos.
C.- Sencillez: Uno y otro autor identifican la sencillez -que consiste en emplear palabras de uso común- como tercera cualidad de la buena redacción. Martín Vivaldi afirma que la sencillez no quiere decir vulgaridad; que con palabras de uso común se pueden expresar elevados pensamientos, y que esta obligación del buen redactor va de la mano con la naturalidad.
Ser sencillo es huír de lo enredado, de lo artificioso, de lo complicado, de lo barroco en suma; y ser natural “es decir naturalmente lo natural”. Sencillo es aquel escritor que utiliza palabras de fácil comprensión; y natural, quien al escribir se sirve de su propio vocabulario, de su habitual modo expresivo.
Zavala Ruíz considera la sencillez como una rara virtud, que se refiere tanto a la construcción de las frases y a su enlace como al lenguaje empleado. Afirma que huír del rebuscamiento es una forma de la modestia, pero sólo busca escribir sencillamente quien está convencido de que al hacerlo se expresa con la mayor elegancia. Para este autor, la sencillez consiste en expresar las ideas escuetamente y sin retorcimiento, directa y precisamente, sin adornos, sin apelar al diccionario para sacarle vocablos que nadie escucha; es decir con naturalidad.
Uno y otro autor se ocupan de la relación entre habla y escritura. Zavala Ruíz observa que nadie escribe como habla, por más que de alguien se diga que habla con puntos y comas. Habla y escritura se mueven, pues, en campos diferentes: cuando uno habla suele decir alguna incoherencia, dejar sin terminar una frase, o saltar de un tema a otro sin enterarse. Y el reto consiste en aspirar a que lo que escribimos suene a conversa, “a una plática de noche larga entre amigos, cálida y cercana”.
Martín Vivaldi, por su lado, vincula las relaciones entre los hechos de hablar y de escribir con el asunto de la naturalidad. Ésta, según su opinión,
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