Comentario de texto Rosalía de Castro
Enviado por Victoria Casas • 17 de Marzo de 2021 • Trabajo • 692 Palabras (3 Páginas) • 1.214 Visitas
ROSALÍA DE CASTRO, “Sedientas las arenas, en la playa”
LOCALIZACIÓN: El poema pertenece a En las orillas del Sar, publicado en1884, un poemario en castellano, cuyos temas y tono comparte con Follas novas (1880). Se trata de una poesía desengañada, dolorida, desolada. La autora se refugia en sí misma. A nivel temático, destacan el dolor, la “saudade”, la religión, el amor y las sombras. En algunos poemas, sin embargo, como en el caso que nos ocupa, asoma una tímida esperanza de alcanzar la paz algún día.
ESTRUCTURA EXTERNA: Se trata de un poema de 16 versos endecasílabos, distribuidos en dos estrofas de ocho versos cada una. En ambas riman los versos pares en asonante: á-o en la primera (“abrasados, murmurando”, etc) y en la segunda í-e (“límites”, inextinguible”, etc).
TEMA: El tema que se aborda en el poema es la esperanza de que algún día termine el sufrimiento que atenaza a la autora, de que quizás logre alcanzar la paz.
ESTRUCTURA INTERNA: Se pueden distinguir dos partes en la composición: la primera coincide con la primera estrofa (vv 1-8) y la segunda, con la segunda estrofa (vv. 9-16).
COMENTARIO:
En la primera parte, se produce la identificación de la autora con un elemento de la Naturaleza: las arenas de la playa, idea explicitada por la autora en el verso 5 (“arenas, de mi suerte imagen”). Estas arenas siempre estarán sedientas porque aunque el agua del mar llegue hasta ellas, siempre retrocederá. Rosalía lo expresa a través de una personificación (“sedientas arenas”) y de una metáfora: los rayos del sol incidiendo en la playa son “besos abrasados”. Hay que destacar aquí también la aliteración de eses (sedientas, sienten, sol, besos, abrasados). Este ir y venir del agua constituye un “suplicio sin término”, que se compara con el del mitológico Tántalo, condenado en el Tártaro a hambre y sed eterna. Es por ello por lo que la poetisa utiliza la adjetivación “pobres” , “secas y mudas”: las arenas son dignas de compasión, y provocan en la autora un sentimiento casi de asombro, como se puede comprobar en el verso 6 (“no sé lo que me pasa al contemplaros”), al darse cuenta de que son una imagen perfecta de su sed. Ahora bien, a diferencia de lo que les ocurre a las arenas, que anhelan el agua del mar, la autora no especifica en esta parte qué es lo que provoca su sed.
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