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Cuento De Amor


Enviado por   •  4 de Mayo de 2014  •  2.740 Palabras (11 Páginas)  •  196 Visitas

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Estaba soleado, como siempre esta el verano, en Sídney, Australia. Los adolescentes se juntaban en la playa, traían bebidas, comida, todo para pasar una tarde excelente. Y ahí estaba yo, junto a la camioneta de mis padres, sentada leyendo un libro. No era de las típicas adolescentes que tenían muchos amigos, y salía con ellos. En realidad, era muy tímida y seria, no socializaba mucho, siempre estaba en mi mundo. Mis padres se preocupaban. Mi cumpleaños se aproximaba.

Cuando iba de regreso a casa, en el camino, escuche que mis padres realizaban una platica entre ellos acerca de mi regalo, pero no descubrí exactamente que era. Al llegar a la casa, fui directamente a mi cuarto, el cual no era precisamente mi estilo, mamá lo había decorado por mi. Las paredes estaban pintadas de color rosa con una combinación de morado, una habitación de Barbie. Mi estilo no era negro como creen, a decir verdad, me gustaba mas el color azul turquesa porque me recordaba al cielo que miraba en una colina que se encontraba cerca de mi casa, ahí era donde iba a leer libros y relajarme.

Días antes de mi cumpleaños, mis padres me solicitaron para hacer una platica sobre aquel regalo que tanto ansiaba. Estábamos en la mesa, sentados los tres, ellos se veían el uno al otro, pero yo no sabia que pensaban. A veces quisiera saber lo que realmente piensan mis padres de mi, porque puede que digan una cosa pero pensar otra. Mis padres decidieron enviarme a un campamento en Londres para poder socializar mas y dejar la timidez que tanto odiaban de mi. Yo me rehusé, no soportaba la idea de que pensaran que al irme a un campamento cambiara de una personalidad que he llevado mas de 14 años. En realidad, me gustaba mi forma de ser, puede que los demás pensaran que no me divertía en ningún momento pero realmente me divertía leer los libros llenos de aventuras que en un futuro yo quisiera realizar o ver los paisajes extraordinarios que se localizaban en mi país que algún día quisiera pintar. Aunque no era buena pintando paisajes.

El día de mi cumpleaños llegó, mis padres me organizaron una fiesta sorpresa en la sala de mi casa, invitaron a toda la familia. Yo estaba en la librería, mamá me había dado dinero para comprarme el libro que tanto quería, “Bajo la misma estrella” de John Green. La novela me conmovía y me gusta su historia, pero lo que más me gustaba era el amor que se tenían esos dos adolescentes. Regresando a casa, emocionada con el libro que me había comprado, solo pensaba en leerlo y llorar como la primera vez que lo había leído de un libro de una hija de una profesora que me lo recomendó. Llegué a casa, apenas abriendo la puerta, estaba en silencio por un segundo y después todos gritaron: ¡Sorpresa!. Me sentía feliz de ver a mis abuelos y tíos, a mis primos no, porque siempre me molestaban, no se si era porque son menores que yo o porque no les caigo bien.

Celebramos, comimos pastel y de repente todos se habían ido y yo estaba en la cocina ayudando a mamá a recoger los platos y el desorden que habíamos generado. Papá entró a casa, había sacado la basura, y empezó a hablar del campamento y de lo bien que me lo iba a pasar, yo no quería pelear, así que sólo escuchaba todo lo que decía. Ciertamente, me agradaba la idea de ir a otro país, conocer sus paisajes y probar la comida pero me aterraba pensar que mis padres pensaran que eso iba a cambiar mi personalidad.

Era el ultimo día que me quedaba en Sídney, Australia. Mi madre me ayudó con las maletas. Llevaba ropa de calor y también de invierno, debido a que decían que en Londres llovía y hacía frio constantemente. De hecho, llevaba lo normal: unos pants, blusas de mangas largas, cortas, chaquetas, gorros, botas y mis Vans favoritos. Mamá me abrazó con muchas fuerzas, papá no dejaba de llorar y decir que al final les agradecería por haberme mandado a ese campamento. En mi interior, solo pensaba en conocer el lugar, no cambiar.

El día finalmente llego, fuimos al aeropuerto, llevaba mi libro nuevo y papá llevaba mi maleta. Me despedí de mis padres y subí al avión. Adentro del avión, me senté en la sección de primera clase, me gusta ese lugar porque me traen de comer y de beber. La azafata del avión me trataba con gentileza y mucha paciencia, creo que está acostumbrada a tratar con niñas como yo, que viajan solas en el avión. Después de checar bien el menú, le pedí un sándwich y un té. Me lo entrego y se fue a atender a mas gente que abordaba en el avión.

Posteriormente, hicimos una escala, llegamos a Paris, Francia. Lo único que pensaba era bajar del avión e ir a ver la Torre Eiffel, pero no tendría donde quedarme así que, me quede en el avión. En seguida, el avión partió hacia mi destino, no tardo mucho tiempo para que el capitán voceara que en 5 minutos llegaríamos a Londres y para nuestra seguridad, deberíamos ponernos los cinturones. Bajé del avión, y caminé hacia el aeropuerto. Dentro del él, fui a un salón donde se encontraba una máquina que mostraba las maletas, para que las personas agarraran las suyas. Agarre la mía y me fui al salón principal, ahí encontré una señorita y de inmediato le pregunte sobre como llegar al campamento. La señorita me dijo que me metiera en el taxi que estaba enseguida de nosotras, me subí y declaro que el taxi me llevaría al campamento pero se tardaría una hora en llegar.

Estaba muy asustada, ¿qué tal si los adolescentes no me aceptarán como los de Sídney? Y si, me molestan? Y si, este fue un error? Todas esas preguntas giraban en mi cabeza, pero decidí mejor relajarme y pensar en positivo.

Al fin llegué al campamento, ¡es magnífico! Hay cabañas de madera, un gran lago a un lado y miles, miles de metros cuadrados de campo. Es como los libros, o películas, pareciera que todo fuera perfecto en ese lugar. Me detuve a contemplar el espacio, adolescentes por todos lados, se escuchaban risas por todos lados, pero tuve que apresurarme para checar donde me debería instalar así que fui a la cabaña principal, me dirigí al mostrador y del otro lado estaba una secretaria preguntándome mi nombre, respondí claramente: Mi nombre es Marysol Luhrmann. Y ahí estaba, mi nombre en una lista, donde estaban enumerados cada persona que asistiría al campamento. La secretaria dijo: Cabaña E del lado derecho, aquí esta tu gafete, no te lo quites por el día de hoy.

Me dirigí a la cabaña “E”, esperaba que mis compañeras de cabaña me aceptaran, entré, pero no había nadie, solo maletas. Las camas eran literas, entonces eran 4 adolescentes por cabaña, las camas superiores estaban ocupadas por mis nuevas compañeras y eso me alegraba ya que no me gustan las camas de arriba. Puse mis cosas en la cama vacía

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