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Doctorado


Enviado por   •  29 de Julio de 2011  •  1.169 Palabras (5 Páginas)  •  639 Visitas

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CAPÍTULO 1: PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

1.1 Antecedentes

Leer comprensivamente es indispensable en el estudiante. Es algo que él mismo va descubriendo a medida que avanza en sus estudios. Leer comprensivamente es leer estudiando a qué se refiere el autor con cada una de sus afirmaciones y cuáles son los nexos, las relaciones que unen dichas afirmaciones entre sí. Cuando leemos no sólo procesamos información, sino que abordamos los procesos comunicativos, específicamente el lenguaje, entendido no como idioma, sino como todos los procesos cognitivos que implica esa maravillosa capacidad propia de la persona humana. (Baecocedo, 2005: 42).

Siendo esto la lectura comprensiva, entonces qué ocurre con nuestros niños, con los programas, con la labor del profesor, ¿Por qué tienen tan bajo rendimiento en la comprensión lectora, la expresión escrita y las matemáticas?

A continuación se, hace un análisis de lo qué es educación, la comprensión lectora en la escuela secundaria y un comentario sobre la lectura comprensiva para entender el porqué de esta investigación. (Plan Nacional de Desarrollo de Calderón, 2007).

Educación viene del latín educere guiar o conducir o educare formar o instruir, puede definirse como: el proceso bidireccional mediante el cual se transmiten conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar (Diccionario de Ciencias de la Educación, 1997: 236). La educación no solo se produce a través de la palabra, está presente en nuestras acciones, sentimientos y actitudes. Es proceso de vinculación y concentración cultural, moral y conductual. Así a través de la educación las nuevas generaciones asimilan y aprenden conocimientos, normas de conducta, modos de ser y formas de ver el mundo de generaciones anteriores.

En un estudio reciente sobre el desempeño de alumnos de licenciatura en relación a la lectura se encontró:

Recurrentemente se comenta que la lectura constituye la llave que permite tener acceso al conocimiento y la educación (Chávez Méndez, 2002). En este sentido, la situación de México es poco halagüeña: Magaña y colaboradores (1995) indican que en nuestro país sólo 2 por ciento de la población tiene el hábito de la lectura. Por esta razón, México ocupó el penúltimo lugar en hábitos de lectura de una lista de 108 naciones, con un promedio de 2.8 libros anuales por habitante, cifra muy alejada de los 25 libros mínimos recomendados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2000).

Otro dato alarmante es el que proporciona el Proyecto PISA (Proyecto para la Evaluación Internacional de los Alumnos), enfocado a evaluar las capacidades lectoras, matemáticas y científicas de jóvenes de 15 años de 32 países. En cuanto a capacidades lectoras, México ocupó el penúltimo lugar (OECD, 2000).

Sería lógico suponer que al hablar de los estudiantes universitarios, las cifras anteriores mejoraran. Sin embargo, un estudio de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) reveló que 70 por ciento de los universitarios mexicanos no dedica el tiempo de lectura suficiente para cubrir los requerimientos mínimos de sus currículos (Valencia y Montes de Oca, 2001), por lo que difícilmente dedicarán tiempo a lecturas extracurriculares. Partiendo del supuesto de que una baja capacidad lectora debe disminuir la competitividad de los estudiantes, dado que afectará negativamente sus capacidades de análisis, razonamiento y comunicación (Valencia y Montes de Oca, 2001), sería de esperarse que: 1) la frecuencia lectora aumentara a lo largo de los estudios, y 2) que dicha frecuencia presentara una relación directa con el promedio de calificaciones de los alumnos.

En este contexto, nosotros probamos si la frecuencia

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