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El Arte De Vivir


Enviado por   •  18 de Octubre de 2013  •  Ensayo  •  1.362 Palabras (6 Páginas)  •  380 Visitas

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EL ARTE DE VIVIR

El hombre nace para realizarse en la vida, pero todo depende de él.

Puede seguir respirando, puede seguir comiendo, puede seguir

envejeciendo, puede ir acercándose a la tumba…, pero esto no es vida, es

una muerte paulatina. Desde la cuna hasta la tumba… una muerte

paulatina de setenta años. Y dado que hay millones de personas a tu

alrededor muriéndose de una forma paulatina y lenta, tú también has

empezado a imitarlos. Los niños aprenden imitando a los que le rodean, y

estamos rodeados de muertos.

Primero hay que entender lo que quiero decir con “vida”. No debe ser

simplemente envejecer, sino que debe ser crecer. Son dos cosas distintas.

Cualquier animal es capaz de envejecer. Crecer es una prerrogativa

del ser humano.

Sólo unos pocos reivindican ese derecho.

Crecer es profundizar en el principio de la vida; no es acercarse a la

muerte, sino alejarse de ella. Cuanto más profundices en la vida, mejor

entenderás la inmortalidad que llevas dentro. Te estás alejando de la

muerte; llegará un momento en el que te des cuenta de que la muerte es

como cambiarse de ropa, de casa, de forma... no muere nada, nada

puede morir.

La muerte es la mayor ficción que existe.

Para crecer, simplemente observa un árbol. A medida que crece el

árbol, las raíces van profundizando. Hay un equilibrio; cuanto más alto es

el árbol, más profundas son sus raíces. No puede haber un árbol de 50

metros con unas raíces pequeñas; no aguantarían un árbol tan grande.

En la vida, crecer significa profundizar en ti mismo, ahí es donde

están tus raíces.

Para mí, el primer principio de la vida es la meditación. Todo lo

demás es secundario. Y la infancia es el mejor período. A medida que vas

haciéndote más viejo, te vas acercando más a la muerte y cada vez se

vuelve más difícil meditar.

Meditación significa adentrarte en tu inmortalidad, en tu eternidad,

en tu divinidad. Y los niños son los más cualificados para esto porque

todavía no están sobrecargados de conocimientos, de religión, de

educación, todavía no están sobrecargados con toda clase de basura. Son

inocentes.

Pero por desgracia, su inocencia se considera ignorancia. La

ignorancia y la inocencia son dos cosas parecidas, pero no son lo mismo.

La ignorancia también es un estado de no saber, igual que la

inocencia, pero hay una gran diferencia que ha sido ignorada por toda la

humanidad hasta ahora. La inocencia no es muy erudita, pero tampoco

quiere serlo. Está absolutamente contenta, satisfecha.

Un niño no tiene ambiciones, no tiene deseos. Está tan absorto en el

momento... un pájaro que vuela le llama totalmente la atención; basta

con una mariposa de bellos colores para que se quede encantado; el arco

iris en el cielo.., y será incapaz de concebir que haya algo más importante

o espléndido que este arco iris. Y la noche llena de estrellas, estrellas y

más estrellas...

La inocencia es abundante, está colmada, es pura.

La ignorancia es pobre, es un mendigo; quiere esto, quiere aquello,

quiere ser culta, quiere ser respetable, quiere ser rica, quiere ser

poderosa. La ignorancia discurre por el camino del deseo. La inocencia es

un estado de ausencia de deseos. Pero al ser dos estados que carecen de

conocimientos, su naturaleza nos resulta confusa. Damos por hecho que

son lo mismo.

El primer paso en el arte de vivir deberá ser entender la diferencia

entre ignorancia e inocencia. Debemos apoyar la inocencia, protegerla;

porque el niño lleva consigo el mayor tesoro, el tesoro que los sabios han

encontrado después de arduos esfuerzos. Los sabios dicen que se

convierten de nuevo en niños, vuelven a nacer. En India el auténtico

brahmin, el verdadero conocedor, se llama a sí mismo dwij, nacido dos

veces. ¿Por qué nacido dos veces? ¿Qué ocurrió con el primer nacimiento?

¿Qué necesidad hay de un segundo nacimiento? ¿Qué conseguirá con un

segundo nacimiento?

En el segundo nacimiento logrará algo que ya podía obtener en el

primero, pero que la sociedad, los padres y la gente que le rodeaba,

aplastó, destruyó. Los niños se atiborran de conocimientos. De alguna

forma, hay que desbancar su sencillez porque la sencillez no le va a

ayudar en este mundo competitivo. Su sencillez puede parecer simplicidad

a los ojos del mundo; se aprovecharán de su inocencia de todas las

formas posibles. Tenemos miedo de la sociedad, tenemos miedo del

mundo que hemos creado; queremos que los niños sean inteligentes,

astutos,

...

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