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El Carnaval Religioso


Enviado por   •  16 de Mayo de 2013  •  1.438 Palabras (6 Páginas)  •  279 Visitas

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EL CARNAVAL RELIGIOSO (LA FERIA)

A Juan José Arreola se lo consideró un escritor desarraigado de la realidad mexicana en lo que a su obra se refiere, ya que en ella destacaban la fantasía, los espacios imaginarios, las temáticas universales y la intertextualidad erudita. Pero paulatinamente la crítica fue descubriendo las relaciones que sus cuentos establecen con el entorno sociocultural, ya como metáfora de un sistema deficiente, ya como parodia de discursos estereotipados.

Su novela “La feria” (1963) es un texto esencialmente dialógico, pues, "está lleno de ecos de otros enunciados". Dialoga con una diversidad de discursos sociales, dialoga con otros textos bíblicos (Isaías, Jeremías, Ezequiel), los Apócrifos y documentos históricos. El texto establece una red de relaciones entre los fragmentos de que se compone, entre las voces y los discursos. Dialoga con la tradición literaria, de la que absorbe múltiples elementos como la parodia, la sátira, la ironía, la risa, el realismo, la fantasía, los digiere y crea una escritura y un texto singulares. Dialoga con el lector, del que requiere una participación muy activa en el proceso de construir la unidad textual.

La feria es la fiesta en honor al Santo Patrono San José. El carnaval es un espectáculo, pero sin el escenario típico con actores, ya que aquí no se representa ni contempla, se vive. El carnaval es la vida al revés, favorece el contacto libre y familiar entre la gente, rompe con las relaciones jerárquicas de poder y permite la manifestación de lo inconsciente. Pero la feria, a diferencia del carnaval de tradición medieval, es religiosa y tiene carácter mágico y encantatorio, pues piden beneficios a la vez que los agradecen.

En la feria de Zapotlán se conjugan la devoción religiosa y las diversiones en un ambiente efervescente que favorece las más variadas manifestaciones y excesos. Es un evento social que congrega a todo el pueblo sin excepción, todos participan y vibran con la espera y la realización del evento. La fiesta constituye un gasto económico y energético excepcional: los días de feria son días de abundancia y dilapidación de comida, bebida, fuegos artificiales, juegos de feria, trajes, ofrendas. Este despilfarro, es una prueba de salud, una exhibición de abundancia y poder, con el derroche se espera atraer, por contagio, a la verdadera abundancia. La fiesta le brinda a cada habitante la posibilidad de salir de su silencio, de abrirse, de gritar, de bailar. La efervescencia del ambiente y de los ánimos provoca la expresión no sólo de alegría y devoción, sino también de dolor y odio. La gente no sólo reza y danza, también se emborracha y se mata.

En La feria, la fiesta tiene mucho de libre expresión popular, aunque no deja de ser una fiesta oficial vigilada por la iglesia y reglamentada por el municipio, los que tienen sus diferencias: "Por un lado está bien, pero por otro está mal. La Iglesia prohíbe las corridas de toros en los días del Novenario, pero el municipio las permite". Por este motivo, si bien en el texto la fiesta trae consigo un desorden en relación al orden social habitual y se hace más difícil hacer cumplir normas morales y sociales, se mantiene una estructura social que tiene relación, principalmente, con el lugar que ocupan los indígenas, el cual pudiera parecer distinto al habitual por tener ellos el "honor" de cargar con el santo, pero es el mismo de siempre, el más bajo de la jerarquía.

La escena del paso de las andas envía metafóricamente a la situación indígena. Aplastados por la "superestructura", cargan, como Simón de Cirene, con una cruz que no les pertenece. El sistema social avanza, pero tambaleante, pues en sus bases se agita el descontento de los indígenas, quienes ocupan un lugar casi invisible y doloroso, en donde se infunden fuerzas con el alcohol.

La feria, no es el carnaval que borra las fronteras sociales y económicas. Permite ciertas libertades, pero reproduce una estructura social estratificada en donde hay voces cuyos discursos se emiten desde el poder y se atribuyen el poder del dinero o de la moral. Por momentos se produce en Zapotlán un quiebre de las fronteras sociales, actos que nacen de las clases sociales bajas, pero que no son compartidos por las clases altas: algunos condenan el desorden como "intolerable y mal entendida democracia" y rescatan el supuesto

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