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El Don De La Vida


Enviado por   •  1 de Mayo de 2013  •  616 Palabras (3 Páginas)  •  569 Visitas

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Fernando Vallejo ha escrito El don de la vida como si fuera una mortaja contra los lugares comunes. El libro lo ha publicado Alfaguara en España y en el mundo, y ya está haciendo diabluras en las librerías. Lo he visto en las mesas de novedades de Madrid, de Zaragoza, de Barcelona, de Sevilla; por donde quiera que he ido estos últimos días, ahí estaba El don de la vida mandando, desde su cubierta que parece una pared rota sobre la que han caído las letras equívocas del título (pues habla de la vida y el libro es en realidad sobre el amor y por tanto sobre la muerte), mensajes que parecen luces de otro mundo.

Es un libro breve (162 páginas, parecen versos) de una intensidad que impone. Siempre me he preguntado de dónde, de qué experiencia, de qué universo de memorias imprescindibles, obtiene Fernando esa energía con la que tacha en sus libros cualquier convención, cualquier tópico, cualquier asomo de falsas ternuras.

En este caso, el libro es un diálogo inclemente e incesante sobre la muerte, sobre su inminencia, sobre el hecho cierto de que convive con nosotros, está presente, va a perseguir al hombre (Fernando, quizá) que protagoniza la primera persona del libro, pero que nos alcanza, nos salpica a todos, también a los lectores del libro.

El amor (el amor físico, el encuentro despiadado entre los seres que no tienen compasión ni se tienen compasión, el amor violento, la violencia misma) es un trasunto del libro, un hecho que lo va conduciendo, pero para mi esa circunstancia es una metáfora que a Vallejo le sirve para contar qué le parece la vida, y la vida le parece un desastre.

Si en El Desbarrancadero (un libro que impacta desde la soledad violenta del alma del escritor y se adentra en tu alma como si fuera la piedra rota que simboliza un país, o una madre) vi la metáfora de Colombia, aquí veo lo que hay, me parece: un desprecio absoluto a la vida por perra y por dura y por cruel y por ese aspecto de nada que alcanza cuando se convierte en una nebulosa, en un sueño malo, en una pesadilla.

Es un libro conmovedor que yo he leído recordando los ojos de los perros de Fernando, como si aullaran allá en México su soledad inquieta, esos ojos amargos y solos de los perros, y recordando también sus propios ojos, los ojos de Fernando, feliz los mediodías, pero también inquieto, preguntón por dentro, esos ojos que a veces se me han aparecido en este libro como si preguntaran a la vida con una navaja en la mano.

La inquietud que produce El don de la vida es, para mi, la inquietud que produce la vida misma, ese abismo en el que nos introducimos como si el tiempo nos estuviera acechando desde que nacemos para cerrarnos la única puerta por la que hubiera habido, quizá, una salida.

En la contraportada del libro los editores eligieron este diálogo, que se inscribe ahí sobre una figura borrosa (no hay foto de Fernando, Fernando sabe, en el libro se dice, que la imagen

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