El Maestro

La formación profesional de un maestro es asunto complejo, pues a diferencia de otras profesiones la sociedad espera del maestro además de un dominio en la especialidad y los métodos pedagógicos , un conocimiento básico de la mayoría de campos del saber así como un óptimo manejo de habilidades comunicativas, capacidades de razonamiento y organización, creatividad y expresividad artística.

Sin duda podríamos señalar una serie de interminables aspectos ,destrezas, actitudes y comportamientos que los maestros deben manejar en su tarea docente.

Estas capacidades y saberes se encuentran entretejidos en el plan de estudios de la carrera profesional, pero donde realmente se cristalizan es en la Practica preprofesional, que se constituye en la “columna vertebral” de la formación inicial del maestro. El cuerpo teórico de asignaturas tributa a esta última y es a través de ella que el futuro docente se desarrolla en su propio ámbito de trabajo, consolidando su confianza y afianzando su opción vocacional. Practicar la docencia enfrenta al docente en formación a situaciones inéditas, no conocidas y no previstas en la teoría tal cual se presentan durante la acción docente. Y, por tanto, el docente de pronto se enfrenta a la necesidad de recurrir,

no a sus aprendizajes teóricos, sino a otros recursos personales, para darle continuidad y vigencia al hecho docente mismo.

Sin embargo, no es en la práctica preprofesional establecida donde se perfilan los primeros rasgos docentes. La “biografía escolar”, la etapa vivida por los futuros maestros siendo alumnos, es un factor formativo clave debido a las huellas que los maestros o las metodologías de enseñanza dejan en sus pupilos. Según Gimeno Sacristán [1]( 1992 ) esta seria la primera fase de socialización docente , “donde la primera experiencia que tienen los profesores es la prolongada vivencia que como alumnos tienen de lo que es ser profesor. La práctica dentro de la carrera profesional es una segundo proceso de socialización profesional donde se pueden afianzar o reestructurar las pautas de comportamiento adquiridas como alumno.”

Brizman (1991) indica que existe una “cronología de la formación” que el maestro vive en el proceso de “hacerse maestro”. La primera fase es aquella que adquirieron a lo largo de su experiencia como alumnos, la segunda corresponde a las experiencias vividas como estudiantes de carrera, la tercera es la fase donde se integran a la práctica preprofesional y la cuarta empieza cuando el estudiante se convierte en maestro de aula. Esta observación es fundamental para deducir que el maestro no solo es “producto”

de sus experiencias escolares previas, sino que también se convierte en “productor” de experiencias para otros, para los educandos que forman parte de las nuevas generaciones.

De este análisis se desprende la necesidad

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