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El Ramo Azul


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2013  •  795 Palabras (4 Páginas)  •  856 Visitas

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TEXTO EN 2ª PERSONA. NARRADOR TESTIGO.

Octavio Paz

El ramo azul

DESPERTASTE, cubierto de sudor. Del piso de ladrillos rojos, recién regados, subía un vapor caliente. Una mariposa de alas grisáceas revoloteaba encandilada alrededor del foco amarillento. Saltaste de la hamaca y descalzo atravesaste el cuarto, cuidando no pisar algún alacrán salido de su escondrijo a tomar el fresco. Te acercaste al ventanillo y aspiraste el aire del campo. Se oía la respiración de la noche, enorme, femenina. Regresaste al centro de la habitación, vaciaste el agua de la jarra en la palangana de peltre y humedeciste la toalla. Te frotaste el torso y las piernas con el trapo empapado, te secaste un poco y, tras de cerciorarte que ningún bicho estaba escondido entre los pliegues de tu ropa, te vestiste y calzaste. Bajaste saltando la escalera pintada de verde. En la puerta del mesón tropezaste con el dueño, sujeto tuerto y reticente. Sentado en una sillita de tule, fumaba con el ojo entrecerrado. Con voz ronca te preguntó:

-¿Dónde va señor?

-A dar una vuelta. Hace mucho calor.

-Hum, todo está ya cerrado. Y no hay alumbrado aquí. Más le valiera quedarse.

Alzaste los hombros, musitaste “ahora vuelvo” y te metiste en lo oscuro. Al principio no veías nada. Caminaste a tientas por la calle empedrada. Encendiste un cigarrillo. De pronto salió la luna de una nube negra, iluminando un muro blanco, desmoronado a trechos. Te detuviste, ciego ante tanta blancura. Sopló un poco de viento. Respiraste el aire de los tamarindos. Vibraba la noche, llena de hojas e insectos. Los grillos vivaqueaban entre las hierbas altas. Alzaste la cara: arriba también habían establecido campamento las estrellas. Pensaste que el universo era un vasto sistema de señales, una conversación entre seres inmensos. Tus actos, el serrucho del grillo, el parpadeo de la estrella, no eran sino pausas y sílabas, frases dispersas de aquel diálogo. ¿Cuál sería esa palabra de la cual tú eras una sílaba? ¿Quién dice esa palabra y a quién se la dice? Tiraste el cigarrillo sobre la banqueta. Al caer, describió una curva luminosa, arrojando breves chispas, como un cometa minúsculo.

Caminaste largo rato, despacio. Te sentías libre, seguro entre los labios que en ese momento te pronunciaban con tanta felicidad. La noche era un jardín de ojos. Al cruzar la calle, sentiste que alguien se desprendía de una puerta. Te volviste, pero no acertaste a distinguir nada. Apretaste el paso. Unos instantes percibiste unos huaraches sobre las piedras calientes. No quisiste volverte, aunque sentías que la sombra se acercaba cada vez más. Intentaste correr. No pudiste. Te detuviste en seco, bruscamente. Antes de que pudieses defenderte, sentiste la punta de un cuchillo en tu espalda y una voz dulce:

-No se mueva, señor, o se lo entierro.

Sin volver la cara preguntaste:

-¿Qué quieres?

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