El capitán Verán
Enviado por Memo Duran • 15 de Octubre de 2018 • Monografía • 1.621 Palabras (7 Páginas) • 138 Visitas
El capitán Verán
El lugar.
Aguas turbias es un lugar frío y sombrío al amanecer, incluso podría decirse, que más de lo habitual en comparación con otros momentos del día. La costa del mar del guardián en especial adquiere un ambiente espectral, una densa niebla cubre el lugar, abrazando las rocas como una dama de compañía llenando y atrapando los corazones, carentes del calor de un afecto sincero, de sus clientes. Este espacio no es en el que se vería normalmente a una persona, pero eso carece de importancia para una chiquilla, que cómodamente descansa sobre una caja vacía al lado de un bote de mercancías encallado justo frente al mar del guardián, todo indica que disfruta de la vista, si es que con la niebla, se puede llamar así.
- Eh, pequeña.
Se escuchó una voz gruesa y madura proveniente de entre unas rocas costeras, la niña no pudo reconocer de quien o de que procedía, pues la vista era muy limitada, de entre la neblina salió una figura difusa, la cual fue esclareciéndose a medida que avanzaba, era un hombre viejo, de piel arrugada; cabello blanco que parecía ser más ceniza que canas, que se intentaban ocultar en un sombrero de navegante; una cicatriz en su ojo derecho; carecía de un brazo y caminaba con cojera, pero siempre intentando estar lo más erguido posible y con la barbilla en alto. Puede que en su juventud fuese un bravo guerrero y aún conserve parte de su orgullo militar. Cualquier niño se sentiría asustado e incómodo con un sujeto así, pero eso no es algo que afecte a los “nenes” de Aguas turbias, los cuales están tan acostumbrados a las peleas callejeras, el olor de la sangre y color de las tripas, que sería más fácil asustarlos con una persona completamente pulcra de la alta sociedad Demaciana.
- ¿Qué haces en estos lares, qué, acaso no te asusta este lugar?
Pregunto el hombre. La pequeña negó con la cabeza y respondió:
- No le temo a vivir en un lugar tan maldito, asqueroso e infeliz como lo es Aguas turbias, ¿por qué debería de temerle a una linda costa y un bello mar?
El anciano se quedó sin palabras unos segundos, solo para después partirse en carcajadas.
- Pero que niña tan mal hablada…. Y lista, digna crianza de piratas.
Volvió a reír sin parar; luego de eso, volteo su mirada al mar, o lo que podía verse entre la delicada seda conocida como bruma.
- Sabes, este panorama me recuerda una historia bastante antigua. ¿Te gustaría escucharla?
Le dijo el hombre, sin apartar la vista del océano.
- He escuchado bastantes historias en la ciudad, espero la tuya sea más interesante que esas, mira incluso tienes el ambiente a tu favor.
La pequeña sonrió coquetamente. El hombre correspondió la sonrisa
-Oh querida, lo será, te lo aseguro.
Y comenzó su historia.
El pasado
Hace muchos años, tantos que no puedo recordar, un hombre de enorme fama, fuerza, poder y, sorpresivamente, amabilidad, vivió en Aguas turbias. El capitán Guillon Verán. Tal fue su capacidad y habilidad, que logro el más alto reconocimiento de varias ciudades estado de Valoran, incluyendo Noxus. Sus travesías en el mar del conquistador fueron muy bien conocidas, aceptadas y apreciadas. Desde su lucha contra los feroces calamares gigantes del norte; pasando por su negociaciones con los fieros guerreros del Freljord logrando la paz entre sus tribus; hasta su encuentro con las criaturas del vacío de Icatia. En todos los casos sus actos muestran la digna gloria de un capitán pirata de aguas turbias, un firme y seguro líder capaz de enfrentar las más duras pruebas; aunque lo que en verdad causo su honra fue su constante preocupación por aquellos que no podían defenderse. Un hombre en verdad amable. Pero por desgracia la vida no le dio un bien final. La historia que te contare, no fue tan “feliz”. Es otoño, las mareas entran en constante movimiento debido a los fuertes vientos, esto para un navegante es signo de desgracia, pero para la poca gente que estuvo en puerto o en las colinas, no fue más que un espectáculo en donde pareciera que las olas bailaran con las nubes, era algo totalmente hermoso. Las frías ventiscas congelaban el cuerpo y petrificaban el espíritu. Pero eso no era algo que afectara al capitán Verán el cual ya estaba acostumbrado a estar rodeado del calor de los seres vivos, tanto de su tripulación, como de los animales que los acompañaban. En todo Aguas turbias había un silencio no natural, puesto que al ser un puerto, y aún peor, de piratas, los gritos, peleas, fiestas, etc. Era algo habitual. Puede que por las brisas todo el mundo prefiriese descansar en sus hogares o barcos, una respuesta bastante lógica, pero no es así. El Harrowing, se acercaba. Una época en donde la niebla de las islas de las sombras atraviesa el mar, en búsqueda de las almas mortales, aún no queda claro si lo hacen por necesidad o por el simple deseo de despellejar humanos, opto por lo segundo. Ningún hombre o mujer se atrevería a enfrentar a tales espectros, sería una locura, es mucho mejor protegerse a sí mismo y escapar, o eso piensan todos. Pero el capitán Guillon no permitiría más ultrajes por parte de una isla ya muerta. Guío a su tripulación a la costa, mejor conocida como “la costa maldita”, puesto que siempre es donde la niebla oscura ha atracado. El capitán notó duda en los ojos de sus hombres, despejo su mente y gritó: “¡El mundo es para los vivos, no permitiremos que unos muertos desgraciados arrebaten lo que es nuestro!” el brillo de los ojos de sus camaradas volvió; aunque fuese solo un poco alivio la presión que tenían. El mar chocaba ferozmente contra las rocas en la costa, ocasionaba un ruido fuerte, pero que les traía tranquilidad; el sol se fue escondiendo en el horizonte, y cuando desapareció por completo, la oscuridad lleno el lugar; súbitamente las olas se calmaron y un silencio de sepultura hizo estragos los nervios de aquellos piratas. Y al fin llegó el momento de la lucha, un escalofrío atravesó el pecho de los hombres que se encontraban en la vanguardia, si es que le podemos decir vanguardia puesto que eran los únicos que se enfrentarían a tal catástrofe. Finalmente una sombra, galopando, literalmente, atravesó la primera fila de guerreros, degollándolos con facilidad, no era más que Hecarim, liderando su ejército de muertos vivientes. El capitán Verán vio a los ojos a la criatura, o bueno, a los orificios donde estos alguna vez estuvieron, lo estaba retando con la mirada. La lucha fue cruenta, una carnicería de mortales y no muertos que sacudió todo el lugar. Mordidas por aquí, espadazos por allá, y un hombre – caballo luchando uno a uno con el propio capitán. Al fin amaneció, el primer rayo de luz, o de esperanza, salió, Hecarim se retiró con sus “hombres”, tanto con los que vino, como con los nuevos que consiguió. El capitán sintió un alivio, el cual desapareció al voltear la mirada y sentir como el calor de los seres vivos, que siempre experimento, ya no estaba. Todos y cada uno de los combatientes estaban muertos. El capitán fue el único superviviente. A lo lejos, provenientes de la ciudad se observaron unas siluetas, más de 80 figuras, parecía que era el pueblo, listos para agradecer a su salvador, aquel héroe que espanto a lo inespantable… o eso pensaba Guillon. A unos 12 pies de distancia volvió a notar una sensación, pero no era el calor de un ser vivo, era el gélido frío de un muerto, y en frente de todos los espíritus, Karthus, el canto de la muerte, el cual hizo del centro de Aguas turbias su función principal. Todo fue en vano, Hecarim solo fue una distracción, la verdadera masacre se llevó a cabo en plena ciudad. Mujeres, niños, bebes, ancianos, hombres, todos masacrados por igual para unirse a las filas de las sombras. El único, y peor error en la vida del capitán Verán.
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