El poder de la palabra

EL PODER DE LA PALABRA

Fernando Miralles, un reconocido orador español, en una entrevista declaró:

Yo siempre he dicho que los oradores deberíamos de ser considerados como armas blancas, porque las palabras han acabado con la vida de más personas que las balas. Porque las guerras se juegan en despachos y en atriles delante del pueblo (2022). 

Esta declaración nos ayuda a dimensionar el alcance que pueden tener las palabras en los labios de un excelente orador. Por ejemplo, gracias a las arengas y al poder se sus palabras, Hitler logró excitar prácticamente los ánimos de toda una nación para provocar el genocidio más grande de la historia.

Ahora bien, por esos mismos años, en la India, también un hombre, principalmente por sus palabras, logró hacer lo que parecía imposible: independizar a India del gobierno británico. Este hombre fue el pensador, pacifista y abogado Mahatma Gandhi.

Hay un aforismo coloquial que dice: “Las palabras se las lleva el viento”. Yo creo firmemente que hay palabras que permanecen con nosotros hasta nuestra muerte.

Para entender mejor esto, pondré el ejemplo de una amiga que, cuando ella era adolescente, la materia que más le resultaba difícil era Inglés. Ella, durante todo el semestre, luchó férreamente para aprobar la materia. Cuando le dieron su calificación, ella se dio cuenta que tenía un magnífico siete. Llegó a su casa emocionadísima y, feliz y efusiva, buscó a su mamá. Su mamá le preguntó que por qué tanta alegría, y ella le dice que aprobó Inglés y que obtuvo siete. La respuesta de su madre fue: “¡Y tanto escándalo para un simple siete!”

Esa frase compuesta de seis palabras, es algo que mi amiga hasta la fecha no olvida. Y no es que guarde rencor a su madre (¿o sí?), sino que sencillamente no las puede olvidar.

¿Qué pasa, entonces, con esas frases que nos ha dicho la persona que más admiramos o que más queremos? Están ahí, en nuestra memoria.

Cuando alguien cree en nosotros y nos dice algo positivo, puede hacernos levantar de la cama, donde quizá estuvimos llorando, para que dejemos la tristeza y tengamos más ánimo de enfrentarnos al mundo. O, en todo caso, una frase negativa, de la persona que más apreciamos, puede desmotivarnos.

Y aquí entra perfectamente una frase emblemática de Albus Dumbledore, de Harry Potter y la piedra filosofal: “Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo” (2001). 

Ahora bien, hay que entender algo: quizá no todos somos oradores profesionales y que no vivimos de hablar frente a un podio, pero nuestro vocabulario tiene una trascendencia importantísima en nuestras relaciones interpersonales.

He aquí una reflexión al respecto: ¿qué impresión te da una persona que habla con formalidad? ¿De alguien ignorante? ¿De una persona que delinque? No, sin duda, nuestra percepción es que es alguien educado, alguien honesto.  

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