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Enamorate De Ti


Enviado por   •  28 de Abril de 2013  •  2.472 Palabras (10 Páginas)  •  587 Visitas

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Introducción

El

amor a uno mismo es un dique de contención contra el sufrimiento mental. Amarse a uno mismo no solamente es el punto de referencia para saber cuánto se debe amar a los demás (vg. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”), sino que parece actuar como un factor de protección para las enfermedades psicológicas y un elemento que genera bienestar y calidad de vida. Activar toda la autoestima disponible o amar lo esencial de uno mismo, es el primer paso hacia cualquier tipo de crecimiento psicológico y mejoramiento personal. Y no me refiero al lado oscuro de la autoestima, al narcisismo y a la fascinación del ego, sintiéndose único, especial y por encima de los demás; no hablo de “enamoramiento” ciego y desenfrenado por el “yo” (egolatría), sino de la capacidad genuina de reconocer, sin vergüenza ni temor, las fortalezas y virtudes que poseemos, integrarlas al desarrollo de nuestra vida y volcarlas a los demás de manera efectiva y compasiva. Quererse uno mismo, despreciando o ignorando a los demás, es presunción y exclusión; querer a los demás, despreciándose uno mismo, es carencia de amor propio. “Enamórate de ti”, significa, “Quiérete y ámate a ti mismo honestamente". Perseverar en el ser (conatus), como decía Spinosa, para defender la existencia individual y sacar a relucir lo mejor de cada quien. Quererse a uno mismo también es propiciar la autoconservación sana, tal como promovían los estoicos y procurarse el mayor placer posible y saluda, como lo estipulaba Epicuro. Quererse a uno mismo es considerarse digno de lo mejor, fortalecer el autorrespeto y darse la oportunidad de ser feliz por el solo hecho y sin más razón que la de estar vivo. El amor empieza por casa. Tu primer amor es el que se dirige a ti mismo y en ese primer idillo aprenderás a amar la existencia u odiarla ¿Cómo abrirle las puertas al amor de los que te rodean si desprecias o no aceptas tu ser, o si te avergüenzas de existir? Un paciente destruido por la depresión, me decía: “Lo siento, pero… Me avergüenza estar vivo” ¿Habrá mayor decadencia del ser? A sí como no atacas ni te desentiendes de quienes amas, no hagas lo mismo con tu persona. Ser amigo de uno mismo es el primer paso hacia una buena autoestima. Amar es buscar el bien del otro y disfrutarlo, que su dolor nos duela y su alegría nos alegre, y con el amor propio ocurre algo similar: si no te perdonas, si te fastidia estar contigo mismo, si no te soportas y te menosprecias, ¡pues no te amas! A veces me

preguntan si es posible odiarse a uno mismo, y mi respuesta es categórica: "Por supuesto, ¡y con qué intensidad!". Incluso hasta el extremo de querer desaparecer de la faz de la tierra y obrar en consecuencia. Muchas veces nos regodeamos en el dolor autoinfringido. Cuentan que una señora iba en un tren y a las tres de la mañana, mientras la mayoría dormía, comenzó a quejarse en voz alta: “¡Qué sed tengo Dios mío!”, “¡Que sed tengo, Dios mío!”. Una y otra vez. Su insistencia despertó a varios de los pasajeros, y el que estaba a su lado fue a buscar dos vasos de agua y se los trajo: “Tome señora, calme su sed y así dormimos todos”. La señora se los bebió rápidamente y la gente se acomodó para retomar su descanso. Todo parecía que había vuelto a la normalidad, hasta que los pocos minutos se escuchó nuevamente a la señora decir: “¡Que sed tenía Dios mío!”, “¡Qué sed tenía, Dios mío!”. Incorporamos el castigo psicológico a nuestras vidas desde pequeños sin darnos cuenta y como si fuera una faceta normal y hasta deseable nos acoplamos a él. Nos regodeamos en el sufrimiento o le ponemos velas. A veces nos comportamos como si el autocastigo fuera una virtud porque “templa el alma”, y aunque sea cierta la importancia del esfuerzo para alcanzar las metas personales, una cosa es la autocritica constructiva y otra la autocrítica despiadada que nos golpea y nos hunde. Una cosa es aceptar el sufrimiento útil y necesario. y otra muy distinta acostumbrarnos al dolor que masoquistamente nos propiciamos a nosotros mismos en aras de “limpiar culpas” o "tratar de ser dignos" parta que alguien nos ame. Los hallazgos realizados en el campo de la psicología cognitiva en los últimos veinte años, muestran claramente que la visión negativa que se tiene de uno mismo es un factor determinante para que aparezcan trastornos psicológicos como fobias, depresión, estrés, ansiedad, inseguridad interpersonal, alteraciones psicosomáticas, problemas de pareja, bajo rendimiento académico y laboral, abuso de sustancias, problemas de imagen caporal, incapacidad de regular las emociones, y muchos más. La conclusión de los especialistas es clara: si la autoestima no posee suficiente fuerza, viviremos mal, seremos infelices y ansiosos.

Enamórate de ti

Quererse a sí mismo es quizás el hecho más importante que garantiza nuestra supervivencia en un mundo complejo y cada vez más difícil de

sobrellevar. Aún así y curiosamente, gran parte del aprendizaje social se orienta a sancionar o subestimar el valor del amor propio, posiblemente para evitar caer en las garras del engreimiento. Si decides felicitarte dándote un beso, es probable que las personas que te rodean (incluso el psicólogo de turno) evalúen tu conducta como ridícula, narcisista o pedante. Es mal visto que nos demos demasiado gusto o que estemos muy alegres de ser como somos (una persona muy feliz consigo mismo y con el mundo, puede fácilmente ser diagnosticada como hipomaníaca por algunas reconocidas clasificaciones psiquiátricas). Cuando nos ocupamos de nosotros mismos por demasiado tiempo, nos mimamos o nos autoelogiamos, llegan las advertencias: “¡Cuidado con el exceso de autoestima!” o “¡Ojo con el orgullo!” Y en parte resulta entendible viendo los estragos que puede realizar un ego inflado y sobredimensionado, sin embargo, una cosa es ser ególatra (endiosamiento de sí mismo), egoísta (avaricioso e incapaz de amar al prójimo) o egocentrista (incompetente de reconocer puntos de vista distintos), y otra muy distinta ser capaz de aceptarse a sí mismo de manera honesta y genuina sin hacer alharaca ni despliegues publicitarios. La humildad es ser consciente de la propia insuficiencia, pero de ninguna manera implica ser ignorante de la valía personal. La consigna: “Quiérete, pero no en exceso”, es decir, desproporcionada o irracionalmente (para no quedar embelesado y atrapado por la propia imagen reflejada), es un buen consejo ya que nos pone en alerta contra el lado oscuro de la autoestima. No obstante, es mejor no exagerar y tener presente que en determinadas situaciones, donde nuestro amor propio es vapuleado o atacado, quererse a uno mismo sin tanto recato ni miedos irracionales nos puede sacar a flote y andar con la cabeza en alto. La política

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