Enamorate De Ti
Enviado por Danniih • 10 de Julio de 2013 • 2.262 Palabras (10 Páginas) • 600 Visitas
Introducción
El amor a uno mismo es un dique de contención contra el sufrimiento
mental. Amarse a uno mismo no solamente es el punto de referencia para
saber cuánto se debe amar a los demás (vg. “Ama a tu prójimo como a ti
mismo”), sino que parece actuar como un factor de protección para las
enfermedades psicológicas y un elemento que genera bienestar y calidad de
vida.
Activar toda la autoestima disponible o amar lo esencial de uno mismo, es
el primer paso hacia cualquier tipo de crecimiento psicológico y
mejoramiento personal. Y no me refiero al lado oscuro de la autoestima, al
narcisismo y a la fascinación del ego, sintiéndose único, especial y por
encima de los demás; no hablo de “enamoramiento” ciego y desenfrenado
por el “yo” (egolatría), sino de la capacidad genuina de reconocer, sin
vergüenza ni temor, las fortalezas y virtudes que poseemos, integrarlas al
desarrollo de nuestra vida y volcarlas a los demás de manera efectiva y
compasiva. Quererse uno mismo, despreciando o ignorando a los demás, es
presunción y exclusión; querer a los demás, despreciándose uno mismo, es
carencia de amor propio.
“Enamórate de ti”, significa, “Quiérete y ámate a ti mismo honestamente".
Perseverar en el ser (conatus), como decía Spinosa, para defender la
existencia individual y sacar a relucir lo mejor de cada quien. Quererse a
uno mismo también es propiciar la autoconservación sana, tal como
promovían los estoicos y procurarse el mayor placer posible y saluda,
como lo estipulaba Epicuro. Quererse a uno mismo es considerarse digno
de lo mejor, fortalecer el autorrespeto y darse la oportunidad de ser feliz
por el solo hecho y sin más razón que la de estar vivo.
El amor empieza por casa. Tu primer amor es el que se dirige a ti mismo y
en ese primer idillo aprenderás a amar la existencia u odiarla ¿Cómo
abrirle las puertas al amor de los que te rodean si desprecias o no aceptas tu
ser, o si te avergüenzas de existir? Un paciente destruido por la depresión,
me decía: “Lo siento, pero… Me avergüenza estar vivo” ¿Habrá mayor
decadencia del ser? A sí como no atacas ni te desentiendes de quienes
amas, no hagas lo mismo con tu persona. Ser amigo de uno mismo es el
primer paso hacia una buena autoestima. Amar es buscar el bien del otro y
disfrutarlo, que su dolor nos duela y su alegría nos alegre, y con el amor
propio ocurre algo similar: si no te perdonas, si te fastidia estar contigo
mismo, si no te soportas y te menosprecias, ¡pues no te amas! A veces me
preguntan si es posible odiarse a uno mismo, y mi respuesta es categórica:
"Por supuesto, ¡y con qué intensidad!". Incluso hasta el extremo de querer
desaparecer de la faz de la tierra y obrar en consecuencia.
Muchas veces nos regodeamos en el dolor autoinfringido. Cuentan que una
señora iba en un tren y a las tres de la mañana, mientras la mayoría dormía,
comenzó a quejarse en voz alta: “¡Qué sed tengo Dios mío!”, “¡Que sed
tengo, Dios mío!”. Una y otra vez. Su insistencia despertó a varios de los
pasajeros, y el que estaba a su lado fue a buscar dos vasos de agua y se
los trajo: “Tome señora, calme su sed y así dormimos todos”. La señora se
los bebió rápidamente y la gente se acomodó para retomar su descanso.
Todo parecía que había vuelto a la normalidad, hasta que los pocos minutos
se escuchó nuevamente a la señora decir: “¡Que sed tenía Dios mío!”,
“¡Qué sed tenía, Dios mío!”. Incorporamos el castigo psicológico a
nuestras vidas desde pequeños sin darnos cuenta y como si fuera una faceta
normal y hasta deseable nos acoplamos a él. Nos regodeamos en el
sufrimiento o le ponemos velas. A veces nos comportamos como si el
autocastigo fuera una virtud porque “templa el alma”, y aunque sea cierta la
importancia del esfuerzo para alcanzar las metas personales, una cosa es la
autocritica constructiva y otra la autocrítica despiadada que nos golpea y
nos hunde. Una cosa es aceptar el sufrimiento útil y necesario. y otra muy
distinta acostumbrarnos al dolor que masoquistamente nos propiciamos a
nosotros mismos en aras de “limpiar culpas” o "tratar de ser dignos" parta
que alguien nos ame.
Los hallazgos realizados en el campo de la psicología cognitiva en los
últimos veinte años, muestran claramente que la visión negativa que se
tiene de uno mismo es un factor determinante para que aparezcan trastornos
psicológicos como fobias, depresión, estrés, ansiedad, inseguridad
interpersonal, alteraciones psicosomáticas, problemas de pareja, bajo
rendimiento académico y laboral, abuso de sustancias, problemas de
imagen caporal, incapacidad de regular las emociones, y muchos más. La
conclusión de los especialistas es clara: si la autoestima no posee suficiente
fuerza, viviremos mal, seremos infelices y ansiosos.
Enamórate de ti
Quererse a sí mismo es quizás el hecho más importante que garantiza
nuestra supervivencia en un mundo complejo y cada vez más difícil de
sobrellevar. Aún así y curiosamente, gran parte del aprendizaje social se
orienta a sancionar o subestimar el valor del amor propio, posiblemente
para evitar caer en las garras del engreimiento. Si decides felicitarte
dándote un beso, es probable que las personas que te rodean (incluso el
psicólogo de turno) evalúen tu conducta como ridícula, narcisista o
pedante. Es mal visto que nos demos demasiado gusto o que estemos muy
alegres de ser como somos (una persona muy feliz consigo mismo y con el
mundo, puede fácilmente ser diagnosticada como hipomaníaca por algunas
reconocidas clasificaciones psiquiátricas). Cuando nos ocupamos de
nosotros mismos por demasiado tiempo, nos mimamos o nos
autoelogiamos, llegan las advertencias: “¡Cuidado con el exceso de
autoestima!” o “¡Ojo con el orgullo!” Y en parte resulta entendible viendo
los estragos que puede realizar un ego inflado y sobredimensionado, sin
embargo, una cosa es ser ególatra (endiosamiento de sí mismo), egoísta
(avaricioso e incapaz de amar al prójimo) o egocentrista (incompetente de
reconocer puntos de vista distintos), y otra muy distinta ser capaz de
aceptarse a sí mismo
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