Ensayos Escuelas

Los sistemas de instrucción pública -y con

estos, las escuelas- surgen como medio para

concretar el proyecto de modernización de los

Estados nacionales. Esta a

fi

rmación conduce a

repensar el contexto en el que emergen nuevos

sujetos, y también nuevas instituciones, los que

van delimitando y precisando tanto su campo

como los papeles a desempeñar. Así nacen los

docentes, los alumnos, las escuelas, y toda una

parafernalia de organización, control y regula-

ción burocrática, que irá conformando el siste-

ma educativo con su estructura jerárquica.

En este marco, los maestros irán instituyén-

dose como funcionarios del Estado en la tarea

de educar. El doble fortalecimiento de las re-

públicas liberales y del proyecto de ilustración

sustituye los órdenes, instituciones y tradiciones

más ancestrales por nuevas pautas culturales

centradas en la razón y el progreso. Sin dudas,

el escenario de tales “batallas” fue la escuela.

Este nuevo orden se fue alimentando con ritua-

les, siendo los más representativos el orden, la

disciplina, la reglamentación en la distribución

del tiempo y el espacio, los programas, los tex-

tos, los exámenes, la distribución del alumnado

por edad y género, el ordenamiento jerárquico

de los docentes, el salón de clases, el pizarrón,

entre otros que podrían agregarse a la lista.

Cabe destacar la funcionalidad del ritual como

garante de la preservación de la continuidad,

así como de la

fi

jación de patrones de conduc-

ta. Asimismo, los rituales no suelen ponerse en

cuestión, poseyendo, por ende, carácter coac-

tivo. Según Giddens:

«...El lenguaje ritual es

performativo, y en ocasiones puede contener

palabras o prácticas que los hablantes y oyen-

tes apenas consiguen entender. El idioma ritual

es un mecanismo de la verdad a causa, y no a

pesar, de su naturaleza formular. El discurso

ritual es un tipo de discurso respecto al cual no

tiene sentido estar en desacuerdo o contrade-

cirlo...»

(A. Giddens, 2001:85-86).

Estos rituales que siguen vigentes

hasta hoy,

dejan su fuerte impronta en las instituciones es-

colares y conforman lo que autores como Tyack

y Tobin denominan “la gramática de la escue-

la” (D. Tyack; W. Tobin, 1994). Estos teóricos

plantean un paralelismo entre la gramática de la

lengua y la de la escuela, en tanto ninguna de las

dos necesita ser comprendida conscientemente

por sus usuarios para ser operativa. Es por ello

que en las escuelas se interactúa, se

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