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La Antropología Forense


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2014  •  2.246 Palabras (9 Páginas)  •  196 Visitas

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La Antropología Forense

En los últimos años, a medida que la investigación de la escena del crimen se ha vuelto más compleja y sofisticada, este efecto ha repercutido en las diversas ciencias anexas, tal como la antropología forense.

Los antropólogos forenses asisten a los especialistas médicos para identificar restos humanos conocidos o desconocidos. Las tareas de la antropología forense incluyen:

• Excavación arqueológica

• Examen del cabello, insectos, plantas, materiales y pisadas

• Determinación del tiempo transcurrido desde la muerte

• Reproducción facial

• Superposición fotográfica

• Detección de variables anatómicas

• Análisis de heridas pasadas y tratamientos médicos.

Sin embargo, en la práctica, el antropólogo forense principalmente ayuda a identificar a los restos basándose en la evidencia disponible.

En general, cuando es hallado un esqueleto, el trabajo del antropólogo consiste en determinar en primer lugar si se tratan de restos humanos, animales o material inorgánico. Si se trata de restos humanos, el antropólogo intenta estimar la edad, tipo racial, sexo y estatura del cadáver.

Si el esqueleto muestra signos de haber estado enterrado por tiempo prologando o si esta acompañado de "uñas de ataúd" o puntas redondeadas, esto usualmente representa que se trata de un entierro prehistórico o histórico mas que un entierro de reciente data. Los equipos de construcción frecuentemente destierran esta clase de cadáveres durante la construcción de carreteras o la construcción de casas.

Luego de combinar toda la evidencia, el antropólogo determina la posible connotación del esqueleto.

Aunque la tarea primaria del antropólogo es establecer la identidad del cadáver, en ocasiones pueden ofrecer dictámenes sobre el tipo y tamaño del arma o armas utilizadas, así como la cantidad de heridas infringidas en victimas de crímenes violentos, pero sigue siendo tarea del médico legista determinar la causa de muerte.

Las variaciones sutiles del esqueleto humano son la base de la capacidad de identificación del antropólogo. Aunque la mayoría de los adultos humanos tiene el mismo número de huesos (206), no existen dos esqueletos iguales, por lo tanto, la observación de los signos únicos en el esqueleto frecuentemente conlleva a una identificación positiva.

Por ejemplo, en muchos casos, los desgastes óseos producidos por diferentes enfermedades laborales permiten identificar la posible profesión del cadáver.

LA ANTROPOLOGÍA FORENSE

La antropología física forense, una especialidad necesaria:

En el trabajo se resalta el papel que desempeña el antropólogo físico y la contribución que puede hacer en el campo de las ciencias forenses. Sus conocimientos acerca de la morfología ósea, le permiten diferenciar restos óseos humanos de los que no lo son, estimar la edad a la muerte de un individuo, diferenciar los elementos óseos de un sujeto masculino de un femenino y durante la exploración de enterramientos humanos, entre otros aspectos. También enfatiza la importancia que tiene la formación de antropólogos físicos forenses en los centros de enseñanza en México, como la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

Breves antecedentes de la antropología física forense en México

El antecedente más antiguo de esta rama de la antropología física se sitúa a fines del siglo XIX y principios del XX en las penitenciarías de Puebla y de la Ciudad de México. En Puebla los trabajos sobre la población recluida en la penitenciaría estuvieron a cargo de los doctores Francisco Martínez Baca y Manuel Vergara, cuyos intereses profesionales los llevaron a incursionar en otras áreas del conocimiento distintas a las médicas y se reconocían como médicos y antropólogos.

En dicha institución, Martínez Baca estuvo a cargo del Departamento de Antropología Criminal, apoyado por Manuel Vergara, cuyo cargo era el de médico auxiliar, en donde se hacía el examen antropométrico de cada reo mediante la aplicación del método de Bertillón; se estudiaban y registraban las medidas cefálicas y corporales (longitud, anchura de la cabeza y del rostro; talla, peso, longitud de manos, pies y dedos, entre otras); el cráneo de los reos que morían era conservado para su estudio, lo cual permitió la formación de una colección valiosa para los estudios antropofísicos. Producto de esta labor fue un libro relativo a la antropología criminal (Martínez Baca y Vergara, 1892), con el cual obtuvieron un premio en la Exposición de Chicago, celebrada en 1892, y a través de una carta el elogio de Lombroso, destacado criminalista italiano de la época y creador de la teoría del hombre criminal nato. Posteriormente, Martínez Baca fue nombrado director de la penitenciaría de la Ciudad de México y fundó la Sección de Antropología, en la cual continuó sus trabajos de investigación y formó otra colección de crá- neos (Lagunas, 1994; Rodríguez y Serrano, 1988; Serrano y Rodríguez, 1988; Claro y Rodríguez, 1999).

Se debe mencionar al doctor Fernández Ortigosa, quien puso en práctica el método antropométrico de Bertillón para la identificación de los reos de la cárcel de Belén (penitenciaría de la Ciudad de México). Fernández Ortigosa viajó a Francia a estudiar dicho método, convirtiéndose en uno de sus máximos defensores (Claro y Rodríguez, 1999).

En la obra de estos investigadores relativa a la antropología criminal se ve la influencia del pensamiento antropológico positivista característico de la época: el lugar del hombre en la naturaleza y su sujeción a leyes en su actividad física (Serrano y Rodríguez, 1999).

Son receptores de los conceptos predominantes en la antropología europea contemporánea, difundidos por criminólogos de la talla de Bertillon, Lombroso, Benedict y Felline, que Martínez Baca y Vergara conocieron ampliamente a través de sus obras (Lagunas, 1994) y Ortigosa de manera personal.

¿Cuál es la contribución del antropólogo físico forense?

La antropología física forense, conocida como antropología criminal en sus inicios, se apoya fundamentalmente en la osteología, aunque los huesos no son el objeto de estudio sino que se vuelven objeto e instrumento de análisis para llegar a esclarecer un crimen. Al respecto, hay que recordar que el hueso no es un órgano muerto, como comúnmente se cree; al contrario, participa de las actividades vitales de la persona y aun estando seco y enterrado, es decir, sin vida, continúa interactuando con el terreno en que fue depositado. Por otra parte, no hay que olvidar que en el individuo vivo, los huesos se asocian con

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