La Granja Cap 3
Enviado por bryancuevas • 13 de Mayo de 2015 • 2.020 Palabras (9 Páginas) • 224 Visitas
Cómo trabajaron y sudaron para poder guardar el heno! Pero sus esfuerzos fueron recompensados,
pues la cosecha resultó mejor de lo que esperaban.
A veces el trabajo era duro; los utensilios habían sido diseñados para seres humanos y no para animales
y representaba una gran desventaja el hecho de que ningún animal pudiera usar las herramientas,
ya que lo obligaban a pararse sobre sus patas traseras. Pero los cerdos eran tan listos que encontraron
solución a cada dificultad. En cuanto a los caballos, conocían cada palmo del campo y, en realidad,
entendían el trabajo de segar y rastrillar mejor que Jones y sus hombres. Los cerdos en verdad
no
trabajaban, pero dirigían y supervisaban a los demás. A causa de sus conocimientos superiores, era
natural
que ellos asumieran el mando. Boxer y Clover enganchaban los arneses a la segadora o a la
rastra
(en aquellos días, naturalmente, no hacían falta frenos o riendas) y marchaban firmemente por
el
campo con un cerdo caminando detrás y diciéndoles: "Arre, camarada" o "Atrás, camarada", según
el
caso. Y todos los animales, incluso los más humildes, laboraron para cortar el heno y amontonar-
lo. Hasta los patos y las gallinas trabajaban yendo de un lado a otro, todo el día al sol, transportando
manojitos de heno en sus picos. Al final terminaron la cosecha invirtiendo dos días menos de lo que
generalmente tardaban Jones y sus peones. Además, era la cosecha más grande que se había visto en
la granja. No hubo desperdicio alguno; las gallinas y los patos con su vista penetrante habían levantado
hasta el último tallo. Y ningún animal de la granja había robado ni siquiera
un bocado.
Durante
todo el verano el trabajo anduvo como sobre rieles. Los animales eran felices como jamás
habían
concebido que podrían serio. Cada bocado de comida resultaba un exquisito manjar, ya que
era
realmente su propia comida, producida por ellos y para ellos y no repartida en pequeñas porciones
y de mala gana por su amo. Como ya no estaban los inservibles y parasitarios seres humanos, había
más comida para todos. Se tenían más horas libres también, a pesar de la inexperiencia de los
animales.
Claro que se encontraron con muchas dificultades. Por ejemplo, más adelante, cuando cosecharon
el maíz, tuvieron que pisarlo al estilo antiguo y eliminar los desperdicios soplando, pues la
granja
no tenía desgranadora, pero los cerdos con su inteligencia y Boxer con sus músculos tremendos
los sacaban siempre de apuros. Todos admiraban a Boxer. Había sido un gran trabajador aun en
el
tiempo de Jones, pero ahora aparentaba más bien ser tres caballos que uno; en algunos días determinados
parecía que todo el trabajo descansaba sobre sus poderosos hombros. Tiraba y empujaba de
la
mañana hasta la noche y siempre donde el trabajo era más duro. Había concertado con un gallo que
éste
lo despertara media hora antes que a los demás, y efectuaba algún trabajo voluntario donde más
hacía
falta, antes de empezar la tarea de todos los días. Su respuesta para cada problema, para cada
revés,
era: "¡Trabajaré más fuerte!". Él la había adoptado como un lema personal.
Pero
cada uno actuaba conforme a su capacidad. Las gallinas y los patos, por ejemplo, ganaron cinco
búshels de maíz durante la cosecha levantando los granos perdidos. Nadie robó, nadie se quejó por su
ración; las discusiones, peleas y envidias que forman parte natural de la vida cotidiana en los días de
antaño, habían desaparecido casi por completo. Nadie eludía el trabajo, o casi nadie. Mollie, en verdad,
no era muy buena para levantarse por la mañana, y tenía la costumbre de dejar el trabajo temprano
aduciendo que tenía una piedra en la pata.
Y
el comportamiento de la gata era algo raro. Pronto se notó que cuando había tarea que hacer, a la
gata
no la encontraban. Desaparecía durante horas enteras, y luego se presentaba a la hora de la comida
o al anochecer, cuando cesaba el trabajo, como si nada hubiera ocurrido. Pero siempre tenía tan
excelentes
excusas y ronroneaba tan afablemente, que era imposible dudar de sus buenas intenciones.
El
viejo Benjamín, el burro, parecía que no había cambiado desde la rebelión. Hacía su trabajo con la
misma
obstinación y lentitud que antes, nunca eludiéndolo pero nunca ofreciéndose tampoco para
13
ninguna tarea extra. No daba su opinión sobre la rebelión o sus resultados. Cuando se le preguntaba
si no era más feliz ahora que no estaba Jones, él se reducía a contestar: "Los burros viven mucho
tiempo. Ninguno de ustedes ha visto un burro muerto". Y los demás debían conformarse con tan
enigmática respuesta.
Los domingos no se trabajaba. El desayuno se tomaba una hora más tarde que de costumbre, y después
tenía lugar una ceremonia que se cumplía todas las semanas sin excepción. Primero se enarbolaba
la bandera. Snowball había encontrado en el desván un viejo mantel verde de la señora Jones y había
pintado sobre el mismo, en blanco, un asta y una pata. Este era izado en el mástil del jardín todos
los
domingos por la mañana. La bandera era verde, explicó Snowball, para representar los campos
verdes
de Inglaterra, mientras que el asta y la pata significaban la futura República de los Animales,
que
surgiría cuando finalmente lograran derribar totalmente a la raza humana. Después de izar la bandera
todos los animales se dirigían en tropel al granero principal para una asamblea general, la que se
conocía
como la Reunión. Allí se planeaba el trabajo de la semana siguiente y se planteaban y debatían
las resoluciones. Los cerdos eran los que siempre proponían las resoluciones. Los otros animales
entendían cómo debían votar, pero nunca se les ocurrían ideas propias. Snowball y Napoleón eran,
sin duda, los más activos en los debates. Pero se notó que estos dos nunca estaban de acuerdo; ante
cualquier sugestión que hacía uno, podía descontarse que el otro se opondría a ella. Hasta cuando se
resolvió, a lo que no habría podido oponerse nadie, reservar el campito de detrás de la huerta como
hogar de descanso para los animales que ya no estaban en
...