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La Iliada


Enviado por   •  16 de Marzo de 2014  •  7.714 Palabras (31 Páginas)  •  254 Visitas

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LA TRAMA

Históricamente, La Iliada aborda la guerra que culminó, luego de una década de duración, con la conquista y destrucción de la ciudad de Troya también conocida como Ilión, (de ahí el nombre de la obra) ubicada en Asia Menor.

Escrita en forma de un extenso poema épico 15,674 versos hexámetros (una de las métricas clásicas de la poesía antigua) agrupados en 24 rapsodias o cantos, aborda la cólera del susceptible Aquiles, máximo héroe del ejército griego, durante el conflicto motivado por el rapto de Helena, que según cuentan, era hija del propio dios Zeus, esposa de Menelao, rey de Lacedemonia, a manos de Paris, hermano de Héctor, a su vez el principal héroe de los troyanos.

En cierto momento, Aquiles se retira de la contienda, luego de reñir con Agamenón, hermano de Menelao y rey de Argos y Micenas, quien también le agandallará una hermosa esclava al héroe griego, negándose a devolverla pese a sus airados y comprensibles reclamos.

Estas divisiones no solo ocurren en las tropas griegas, sino entre los propios dioses del Olimpo quienes, además de observar la contienda desde el cielo, frecuentemente se dan sus escapadas abajo para apoyar a su bando favorito.

Furiosas batallas se suceden al pie de las fortificaciones de los troyanos, quienes logran hacer retroceder a sus enemigos hasta sus propias embarcaciones, amenazando con incendiarlas, mientras Aquiles permanece inactivo en su campamento al que llega su amigo Patroclo a suplicarle retornar a la lucha; ante su negativa, le pide prestada su armadura, con la que retornará a la pelea con la intención de engañar al enemigo, haciéndole creer que es su propio dueño quien combate.

La treta surte efecto y los troyanos regresan a refugiarse tras las murallas de su ciudad, pero la confianza de Patroclo lo hace alejarse demasiado de sus compañeros para terminar muerto por la espada de Héctor, quien para mayor humillación despoja el cuerpo de sus pertenencias.

Aquiles llora desconsoladamente la suerte de su amigo, la que lo decide regresar a la lucha para vengarlo, con nuevas armas y armadura proporcionadas por Hefesto, el herrero del mismísimo Olimpo. Se reanudan las hostilidades con mayor violencia entre hombres y dioses, quienes bajan a incorporarse a la lucha.

Finalmente, los troyanos vuelven a encerrarse dentro de su ciudad, con excepción de Héctor quien, envalentonado, pretende enfrentar a Aquiles, pero al encontrarse ante éste, prudentemente cambia de opinión y pone pies en polvorosa.

Al encontrar cerradas las puertas de su ciudad, empieza a correr alrededor de sus murallas perseguido por el héroe griego. Ambos finalmente se enfrentan y Aquiles le da cuello al escurridizo troyano, cuyo cadáver amarra un carro para arrastrarlo de regreso a su campamento, donde organiza unos fastuosos funerales para su vengado amigo Patroclo.

El propio Priamo, rey de Troya y padre de Héctor, acude a rogar la devolución de los restos de su hijo; Aquiles, quien finalmente también tiene su corazoncito, lo acompaña en su llanto antes de ordenar le entreguen el cadáver, el cual también es objeto de honras fúnebres acordes a su investidura.

CANTO I

Se pide desde el principio a la musa que mande el canto de las desgracias alcanzadas por la ira de Aquiles. Llega a la asamblea de los argivos, Crises, sacerdote de Apolo para rescatar a su hija, hecha cautiva hacía poco en la guerra y por honor entregada a Agamenón. Apolo mandó sobre el ejército una terrible epidemia por haber sido rechazado ignominiosamente su sacerdote. Aquiles hace una asamblea, para aplacar al dios, en la que el adivino Calcas pregona que ellos debían liberar a su hija Criseida de tan terrible disputa. Ante la presión Agamenón decide devolver a Criseida, pero le arrebata a Aquiles a Briseida a quien había sido concedida como premio a su valor. Se apodera de Briseida aunque Néstor se opone. Enardecido por esta ofensa, decide el firme joven separarse de la guerra con los mirmidones, sus soldados. Su madre Tetis reafirma su propósito y promete venganza al suplicante. Mientras tanto el ejército ofrece sacrificios expiatorios y son ofrecidos a Apolo. Entonces se hace retirar a Crises a su casa junto con las víctimas propiciatorias, por quienes es expiado el crimen siendo sacrificadas, puesto que se había presentado Tetis en el Olimpo ocultamente, favoreció con la victoria a los troyanos, mientras los aqueos no dieran una satisfacción a Aquiles. Hera, enemiga de los troyanos ataca estas determinaciones clandestinas y riñe con Zeus en la cena. Por esta causa se entristece toda la asamblea de los dioses, a quienes Hefesto hace volver finalmente a la tranquilidad y alegría.

CANTO II

Zeus-quien habría de vengar la injuria inferida a Aquiles-, le envió un sueño a Agamenón para incitarlo a realizar la batalla con la esperanza de la victoria (1-40). Al amanecer, Agamenón manifestó lo comunicado en el sueño y su propia decisión a los jefes de los argivos; reunió al poco una asamblea de todos (41-100). Le agradaba para probar la fe del pueblo, del que desconfiaba, fingir la determinación de retornar a la patria: habiendo oído esto la multitud comenzó enseguida, cansada ya por la guerra, a sublevarse y a preparar la navegación. Odiseo reprimió la rendición de común acuerdo y por consejo de Atenea se valió de súplicas, amenazas y oprobios para que volvieran de este modo a la asamblea. A Tersites, aquel hombre torpe y malhablado que no cesaba de urgir la retirada, lo castigó con mayor severidad para escarmiento de los demás. Así cohibido el populacho se doblegó por fin a dejarse persuadir por los excelentes discursos de Odiseo y de Néstor quienes renovaron las antiguas promesas y se valieron de estas ostentaciones para que los aqueos tuvieran confianza en el combate; el mismo Agamenón ordenó el combate y llenó del ardor de la pelea el ánimo de todos. Ya se anima el ejército; los primeros, sacrificadas ya las mayores víctimas, se sientan al convite delante de Agamenón; los demás toman sus alimentos por diversas partes y of recen sacrificios, y cada pueblo, instruido por sus jefes marcha a la batalla. Se inserta en este lugar el cuidadoso catálogo de las naves, pueblos, jefes, que habían seguido a Agamenón a la guerra de Troya. También los troyanos, descubrieron lo que tramaban los aqueos, marchan al campo bajo el mando de Héctor junto con sus aliados, de los que se añade una breve reseña.

CANTO III

Al primer encuentro del combate, Paris o Alejandro provoca con suma fiereza a cada uno de los aqueos para el combate;

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