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Libro : La Casa De Bernarda Alba


Enviado por   •  9 de Junio de 2013  •  11.866 Palabras (48 Páginas)  •  534 Visitas

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LIBROdot.com

Federico García Lorca

La casa de Bernarda Alba

Drama de mujeres en los pueblos de España

Personas

BERNARDA, 60 años

MARÍA JOSEFA (madre de Bernarda), 80 años

ANGUSTIAS (hija de Bernarda), 39 años

MAGDALENA (hija de Bernarda), 30 años

AMELIA (hija de Bernarda), 27 años

MARTIRIO (hija de Bernarda), 24 años

ADELA (hija de Bernarda), 20 años

CRIADA, 50 años

LA PONCIA (criada), 60 años

PRUDENCIA, 50 años

MENDIGA

MUJERES DE LUTO

MUJER PRIMERA

MUJER SEGUNDA

MUJER TERCERA

MUJER CUARTA

MUCHACHA

El poeta advierte que estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico.

Acto primero

Habitación blanquísima del interior de la casa de Bernarda. Muros gruesos. Puertas en arco con cortinas

de yute rematadas con madroños y volantes. Sillas de anea. Cuadros con paisajes inverosímiles de

ninfas, o reyes de leyenda. Es verano. Un gran silencio umbroso se extiende por la escena. Al levantarse

el telón está la escena sola. Se oyen doblar las campanas.

(Sale la Criada I.a

)

CRIADA. Ya tengo el doble de esas campanas metido entre las sienes.

LA PONCIA. (Sale comiendo chorizo y pan.) Llevan ya más de dos horas de gori-gori. Han venido curas

de todos los pueblos. La iglesia está hermosa. En el primer responso se desmayó la Magdalena.

CRIADA. Ésa es la que se queda más sola.

PONCIA. Era a la única que quería el padre. ¡Ay! Gracias a Dios que estamos solas un poquito. Yo he

venido a comer.

CRIADA. ¡Si te viera Bernarda!

PONCIA. ¡Quisiera que ahora, como no come ella, que todas nos muriéramos de hambre! ¡Mandona!

¡Dominanta! ¡Pero se fastidia! Le he abierto la orza de chorizos.

CRIADA. (Con tristeza, ansiosa.) ¿Por qué no me das para mi niña, Poncia?

PONCIA. Entra y llévate también un puñado de garbanzos. ¡Hoy no se dará cuenta!

VOZ. (Dentro.) ¡Bernarda!

PONCIA. La vieja. ¿Está bien encerrada?

CRIADA. Con dos vueltas de llave.

PONCIA. Pero debes poner también la tranca. Tiene unos dedos como cinco ganzúas.

VOZ. ¡Bernarda!PONCIA. (A voces.) ¡Ya viene! (A la Criada.) Limpia bien todo. Si Bernarda no ve relucientes las cosas

me arrancará los pocos pelos que me quedan.

CRIADA. ¡Qué mujer!

PONCIA. Tirana de todos los que la rodean. Es capaz de sentarse encima de tu corazón y ver cómo te

mueres durante un año sin que se le cierre esa sonrisa fría que lleva en su maldita cara. ¡Limpia, limpia

ese vidriado!

CRIADA. Sangre en las manos tengo de fregarlo todo.

PONCIA. Ella, la más aseada, ella, la más decente, ella, la más alta. Buen descanso ganó su pobre marido.

(Cesan las campanas.)

CRIADA. ¿Han venido todos sus parientes?

PONCIA. Los de ella. La gente de él la odia. Vinieron a verlo muerto, y le hicieron la cruz.

CRIADA. ¿Hay bastantes sillas?

PONCIA. Sobran. Que se sienten en el suelo. Desde que murió el padre de Bernarda no han vuelto a entrar

las gentes bajo estos techos. Ella no quiere que la vean en su dominio. ¡Maldita sea!

CRIADA. Contigo se portó bien.

PONCIA. Treinta años lavando sus sábanas, treinta años comiendo sus sobras, noches en vela cuando tose,

días enteros mirando por la rendija para espiar a los vecinos y llevarle el cuento; vida sin secretos una

con otra, y sin embargo, ¡maldita sea!, ¡mal dolor de clavo le pinche en los ojos!

CRIADA. ¡Mujer!

PONCIA. Pero yo soy buena perra: ladro cuando me lo dice y muerdo los talones de los que piden limosna

cuando ella me azuza; mis hijos trabajan en sus tierras y ya están los dos casados, pero un día me hartaré.

CRIADA. Y ese día...

PONCIA. Ese día me encerraré con ella en un cuarto y le estaré escupiendo un año entero. «Bernarda, por

esto, por aquello, por lo otro», hasta ponerla como un lagarto ma chacado por los niños, que es lo que es

ella y toda su parentela. Claro es que no le envidio la vida. Le quedan cinco mujeres, cinco hijas feas, que

quitando a Angustias, la ma yor, que es la hija del primer marido y tiene dineros, las demás, mucha

puntilla bordada, muchas camisas de hilo, pero pan y uvas por toda herencia.

CRIADA. ¡Ya quisiera tener yo lo que ellas!

PONCIA. Nosotras tenemos nuestras manos y un hoyo en la tierra de la verdad.

CRIADA. Ésa es la única tierra que nos dejan a los que no tenemos nada.

PONCIA. (En la alacena.) Este cristal tiene unas motas.

CRIADA. Ni con el jabón ni con bayeta se le quitan.

(Suenan las campanas.)

PONCIA. El último responso. Me voy a oírlo. A mí me gusta mucho cómo canta el párroco. En el «Pater

Noster» subió, subió, subió la voz que parecía un cántaro llenándose de agua poco a poco. ¡Claro es que

al final dio un gallo, pero da gloria oírlo! Ahora que nadie como el antiguo sacristán Tronchapinos. En la

misa de mi madre, que esté en gloria, cantó. Retumbaban las paredes y cuando decía amén era como si

un lobo hubiese entrado en la iglesia. (Imitándolo.) ¡Améééén! (Se echa a toser.)

CRIADA. Te vas a hacer el gaznate polvo.

PONCIA. ¡Otra cosa hacía polvo yo! (Sale riendo.)

(La Criada limpia. Suenan las campanas.)

CRIADA. (Llevando el canto.) Tin, tin, tan. Tin, tin, tan. ¡Dios lo haya perdonado!

MENDIGA. (Con una niña.) ¡Alabado sea Dios!

CRIADA. Tin, tin, tan. ¡Que nos espere muchos años! Tin, tin, tan.

MENDIGA. (Fuerte, con cierta irritación.) ¡Alabado sea Dios!

CRIADA. (Irritada.) ¡Por Siempre!

MENDIGA. Vengo por las sobras.

(Cesan las campanas.)CRIADA. Por la puerta se va a la calle. Las sobras de hoy son para mí.

MENDIGA. Mujer, tú tienes quien te gane. Mi niña y yo estamos solas.

CRIADA. También están solos los perros y viven.

MENDIGA. Siempre me las dan.

CRIADA. Fuera de aquí. ¿Quién os dijo que entrarais? Ya me habéis dejado los pies señalados. (Se van,

limpia.) Suelos barnizados con aceite, alacenas, pedestales, camas de acero, para que traguemos quina las

que vivimos en las chozas de tierra con un plato y una cuchara. ¡Ojalá que un día no quedáramos ni uno

para contarlo! (Vuelven a sonar las campanas.) Sí, sí, ¡vengan clamores!, ¡venga caja con filos dorados y

toallas de seda para llevarla!; ¡que

...

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