Literatura Neoclásica
Enviado por Lmena • 6 de Octubre de 2013 • 738 Palabras (3 Páginas) • 1.268 Visitas
LITERATURA NEOCLÁSICA (SIGLO XVIII)
El comienzo del siglo XVIII coincidió en España con la llegada al trono de los reyes de la casa de Borbón y, con ellos, la influencia francesa. Éste es el siglo de la Ilustración, del imperio de la “razón”. En esta época se reformó la enseñanza y se sistematizó el estudio de las ciencias, que avanzaron notablemente. Se creó la Real Academia de la Lengua, hecho de gran importancia para la fijación y normalización del castellano.
El neoclasicismo.
Es el movimiento literario y artístico de finales del siglo XVIII y comienzos del s. XIX. El término neoclasicismo significa nuevo clasicismo, pues imitó las formas del arte clásico de Grecia y Roma. El neoclasicismo se originó por influjo de la Ilustración, que consideraba irracionales las manifestaciones barrocas. El foco de irradiación del movimiento surge en Francia. Diderot y D’Alambert, publican su obra, la Enciclopedia, entre 1751 y 1780.
Características generales.
Finalidad didáctica. Los escritores pretenden con sus obras enseñar a las gentes a practicar virtudes. Por ello usan un lenguaje muy claro y unos personajes muy simplificados. Esto supuso la ruina de la poesía y el papel preponderante de la novela y el teatro.
En este siglo se daba importancia a la razón y todo estaba sometido a las normas; por ejemplo, en las obras de teatro, la acción tenía que transcurrir en un solo día y en un solo lugar.
La prosa.
La prosa didáctica tiene un lenguaje claro y sencillo. Destaca el ensayo (Feijoo, Jovellanos, Cadalso, Cartas Marruecas) y la crítica. La novela apenas se cultiva.
La poesía.
La poesía también está sometida a la razón, luego está falta de vigor y espontaneidad. Su fin es moral y educativo. A partir de la obra Poética de Luzán se vuelven los ojos a la naturalidad de los poetas del siglo XVI: Garcilaso y Fray Luis. Se cultiva la fábula (Iriarte y Samaniego).
El teatro.
Se sigue la regla de las tres unidades de lugar, tiempo y acción (Luzán, La virtud coronada; Leandro Fernández de Moratín, El sí de las niñas; Gaspar Melchor de Jovellanos, El delincuente honrado).
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