Necesidades
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Necesidades y valores
Posted on 3 julio 2008 por Ricardo Parellada
Ricardo Parellada
La noción de progreso social remite a alguna forma de evaluar el bienestar. El desarrollo, el progreso y sus contrarios sólo tienen sentido por el aumento o la disminución del bienestar de los seres humanos. En el pensamiento social de los últimos veinte años ha cobrado gran importancia la noción de necesidades humanas para la conceptualización y la evaluación del bienestar. En este artículo pretendo mostrar que la idea de necesidades humanas remite a la noción de valor de una forma no contemplada habitualmente.
Al examinar la noción de necesidades humanas, me remitiré a las propuestas de dos autores británicos, Len Doyal e Ian Gough, que han señalado que el proyecto de fondo de la teoría de las necesidades humanas es clarificar y defender aquellos intereses humanos universales que sustentan un programa político emancipatorio y efectivo para todas las mujeres y todos los hombres. Al introducir la noción de valor, aludiré al objetivismo axiológico, tal y como fue presentado a principios del siglo XX por Max Scheler en el seno del pensamiento fenomenológico y asumido más tarde entre nosotros por Ortega.
Lo primero que tiene que mostrar la teorí¬a de las necesidades humanas es que se debe distinguir entre deseos y necesidades. En el tratamiento de la acción individual y colectiva, las ciencias sociales y la economìa suelen considerar los intereses y las aspiraciones de los individuos sin someterlos a valoraciones. Estos intereses son subjetivos y conmensurables. Son subjetivos en el sentido de que el individuo es su instancia legitimadora. Y son conmensurables porque tienen distinto peso o fuerza, pero el individuo establece comparaciones y compensaciones entre ellos al elegir y al actuar. Los intereses de los individuos son también llamados preferencias o deseos en sentido amplio.
La teorí¬a de las necesidades sostiene que hay intereses o aspiraciones humanas (incluso cuando no son conscientes o permanecen veladas al sujeto) que reclaman su satisfacción con mayor urgencia moral y normativa. Y sostiene que no todos los deseos de los individuos se deben considerar necesidades, por muy fuerte que sea el reclamo del deseo o por muy intensa que sea la frustración experimentada por el individuo cuando no se satisface. La teorí¬a de las necesidades afirma que hay aspiraciones humanas propiamente universales, en tanto que son condición de una vida propiamente humana, y conlleva una crí¬tica explí¬cita al relativismo cultural. La idea de necesidades humanas es ví¬ctima de una paradoja: es rechazada muchas veces en planteamientos abstractos, pero conserva un amplio uso y utilidad en la polí¬tica social. Las crí¬ticas a la noción de necesidades suelen apelar, de una forma u otra, a la noción que pretenden combatir.
La teorí¬a de las necesidades ofrece dos distinciones fundamentales: la distinción entre necesidades básicas e intermedias y la distinción entre necesidades y satisfactores de las necesidades. Las necesidades básicas son propiamente universales y objetivas y condición para toda vida propiamente humana. De acuerdo con los autores que estoy siguiendo, las necesidades humanas básicas objetivas son la salud fí¬sica y la autonomí¬a personal. Por su parte, las necesidades intermedias son especificaciones y condiciones de las necesidades básicas, que se realizan de formas distintas en distintos contextos sociales y polí¬ticos. Doyal y Gough enumeran diez necesidades intermedias, unas referidas a la salud y otras a la autonomí¬a, y añaden una referida especí¬ficamente a la maternidad: alimentos y agua potable, vivienda, entorno laboral sin riesgos, entorno fí¬sico sin riesgos, atención sanitaria, seguridad en la infancia, relaciones primarias significativas, seguridad económica, seguridad fí¬sica, educación adecuada y seguridad en el embarazo y el parto.
Por su parte, la distinción entre necesidades y satisfactores permite respetar la diversidad cultural y contextual. La noción de necesidades es irrenunciable para poder evaluar de alguna forma el bienestar y el progreso social, criticar el status quo y poner de manifiesto la frecuente adaptación de las preferencias a la injusticia y la opresión. Y la noción de satisfactores permite dar cuenta del hecho de que las necesidades de salud (alimentación, vivienda, seguridad) y autonomí¬a personal (relaciones primarias, educación) se pueden satisfacer de maneras muy diferentes en distintas épocas y contextos culturales y sociales.
Doyal y Gough ofrecen dos formas diferentes de justificar la universalidad de las necesidades humanas: por un lado, afirman que las necesidades son condiciones para perseguir lo valioso. Por otro lado, sostienen que sin la satisfaccion de sus necesidades el ser humano sufre daños y perjuicios graves. En mi opinión, estas dos justificaciones son muy heterogéneas. La primera justificación de las necesidades es instrumental. En este caso, no hay ninguna consideración acerca del florecimiento humano o el desarrollo de dimensiones valiosas de la vida humana. Las necesidades serí¬an simplemente condiciones para que cada uno pueda concebir y perseguir lo valioso a su manera. Sin embargo, la segunda justificación introduce la idea de perjuicio grave y objetivo, y esta forma de objetividad presupone un acuerdo sobre la condición humana en un estado normal, próspero y libre de dañosâ, es decir, respecto de dimensiones o aspectos valiosos de la vida. A mi modo de ver, la ví¬a negativa de los perjuicios graves y objetivos brinda únicamente una apariencia de neutralidad en la conceptualización de estos perjuicios. Pero a la hora de indicar en qué consisten, es inevitable introducir consideraciones evaluativas y no sólo instrumentales.
Así¬, por ejemplo, la educación se encuentra entre las necesidades intermedias. De la misma forma que la vivienda ha de ser adecuada y que este requisito se puede cumplir con satisfactores que varí¬an según las culturas, estos autores también indican que la educación ha de ser adecuada. Ahora bien, no es posible concebir la educación como necesidad intermedia al servicio de la necesidad básica de la autonomí¬a personal desde una concepción puramente instrumental de las necesidades. La educación adecuada ha de incluir determinados componentes que escapan a una
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