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Novela Historica


Enviado por   •  23 de Abril de 2013  •  2.351 Palabras (10 Páginas)  •  491 Visitas

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La novela histórica es un subgénero narrativo propio de romanticismo en el siglo XIX, pero que aún continua vital en la actualidad. Según György Lukács, toma por propósito principal ofrecer una visión verosímil de una época histórica preferiblemente lejana, de forma que aparezca una cosmovisión realista e incluso costumbrista de su sistema de valores y creencias. En este tipo de novelas han de utilizarse hechos verídicos aunque los personajes principales sean inventados.

Al contrario que la novela pseudohistórica del siglo XVIII, de fin meramente moralizante, la novela histórica exige del autor una gran preparación documental y erudita, ya que de lo contrario ésta pasaría a ser otra cosa: una novela de aventuras, subgénero en la que la historia se convierte solamente en un pretexto para la acción, como sucede, por ejemplo, en la mayor parte de las novelas de Alexandre Dumas padre. Por el otro extremo se llega también a desnaturalizar el género con lo que se llama historia novelada, en la que los hechos históricos predominan claramente sobre los hechos inventados, que es lo que ocurre por ejemplo con Hernán Pérez del Pulgar, el de las Hazañas, de Francisco Martínez de la Rosa. La historia novelada da pábulo a disquisiciones del autor y la historia es sólo un pretexto para exponer sus teorías, de forma que con frecuencia posee un carácter casi ensayístico.La novela histórica sólo llega a configurarse definitivamente como género en el siglo XIX a través de la veintena de novelas del erudito escocés Walter Scott (1771-1832) sobre la Edad Media inglesa, la primera de las cuales fue Waverley (1814). Como señala Lukacs, este autor era un noble empobrecido que mitificó sus orígenes sociales como una especie de don Quijote de la Mancha. La novela histórica nace pues como expresión artística del nacionalismo de los románticos y de su nostalgia ante los cambios brutales en las costumbres y los valores que impone la transformación burguesa del mundo. El pasado se configura así como una especie de refugio o evasión, pero, por otra parte, permite leer en el pasado una crítica a la historia del presente, por lo que es frecuente en las novelas históricas encontrar una doble lectura o interpretación no sólo de una época pasada, sino de la época actual. Durante el siglo XVIII, sin embargo, se escribieron novelas pseudohistóricas cuya cosmovisión y escala de valores eran rigurosamente contemporáneos y también de muy discutible verosimilitud; por otra parte, su propósito abiertamente moral y educativo y su lenguaje poco respetuoso con la época reflejada, impedían considerarlas estrictamente novelas históricas, como por ejemplo Les incas de Jean-François Marmontel, en Francia, o El Rodrigo de Pedro de Montengón, en [[corrinetes))

La fórmula literaria de Walter Scott fue inmenso y su influjo se extendió con el Romanticismo como uno de los símbolos principales de la nueva estética. Discípulos de Walter Scott fueron, en la propia Escocia, Robert Louis Stevenson con La flecha negra, El señor de Ballantrae, Secuestrado o su segunda parte, David Balfour, y en Estados Unidos de América, James Fenimore Cooper (1789-1851), quien escribió El último mohicano en 1826 y continuó con otras novelas históricas sobre pioneros.

En Francia, Alfred de Vigny (1797-1863), autor de la primera novela histórica francesa, Cinq-mars (1826), y después Víctor Hugo Nuestra Señora de París o Alexandre Dumas (padre), al que importaba sobre todo la amenidad de la narración en obras como Los tres mosqueteros.

En Italia surgió una auténtica obra maestra del género, I promessi sposi (o Los novios editada primeramente en 1823 y reformada después en dos entregas de 1840 y 1842), de Alessandro Manzoni, donde se narra la vida en Milán bajo la tiránica dominación española durante el siglo XVII, aunque este argumento encubre una crítica de la dominación austriaca sobre Italia en su época. En Alemania, Theodor Fontane escribió su monumental Antes de la tormenta (1878).

En Rusia, el romántico Aleksandr Pushkin compuso notables novelas históricas en verso y la más ortodoxa La hija del capitán (1836). Allí se escribió también otra cima del género, la monumental Guerra y paz de León o Lev Tolstói (1828-1910), epopeya de dos emperadores, Napoleón y Alejandro, donde aparecen estrechamente entrelazados los grandes epifenómenos históricos y la intrahistoria cotidiana de cientos de personajes.

En Polonia la novela histórica fue un género muy popular; lo cultivó en el Romanticismo Józef Ignacy Kraszewski y después Aleksander Glowacki (Faraón, en 1897) y, sobre todo el premio Nóbel Henryk Sienkiewicz, que compuso una trilogía sobre el siglo XVII formada por A sangre y fuego (1884) El diluvio (1886) y El señor Wolodyjowski (1888). Continuó con Los caballeros teutones (1900), ambientada en el siglo XV, y con la algo anterior y considerada su obra maestra, Quo vadis? (1896) en que se evocan los comienzos del cristianismo en la Roma pagana.

Los escritores del Realismo no se dejaron influir por el origen romántico del género y lo utilizaron, como Charles Dickens en Barnaby Rudge (1841) o Historia de dos ciudades (1859), esta última sobre la Revolución Francesa; Gustave Flaubert (Salambô, 1862) o Benito Pérez Galdós con sus Epidodios nacionales. En el siglo XX la novela histórica tampoco decayó y sintieron predilección por el género escritores como el finés Mika Waltari (Sinuhé, el egipcio o Marco, el romano); Robert Graves, (Yo, Claudio, Claudio, el dios, y su esposa Mesalina, Belisario, Rey Jesús...); Winston Graham, quien compuso una docena de novelas sobre Cornualles a finales del siglo XVIII; Marguerite Yourcenar (Memorias de Adriano); Noah Gordon, (El último judío); Naguib Mahfouz (Ajenatón el hereje), Umberto Eco (El nombre de la rosa, Baudolino), Valerio Massimo Manfredi, los españoles Juan Eslava Galán y Arturo Pérez-Reverte y muchos otros que han cultivado el género de forma más ocasional.

Puede hablarse asimismo de una novela histórica hispanoamericana que —con los precedentes de Enrique Rodríguez Larreta (La gloria de don Ramiro, 1908) y el argentino Manuel Gálvez— se halla representada por el cubano Alejo Carpentier (El siglo de las luces o El reino de este mundo, entre otras), el argentino Manuel Mújica Láinez con Bomarzo, El unicornio y El escarabajo, el colombiano Gabriel García Márquez El general en su laberinto, acerca de Simón Bolívar, el peruano Mario Vargas Llosa La fiesta del chivo, sobre el dictador de la República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo, El paraíso en la otra esquina, sobre la escritora peruana del siglo XIX Flora Tristán la chilena Isabel Allende La casa de los espíritus, los puertorriqueños Luis López Nieves El corazón de Voltaire y Mayra Santos-Febres "Nuestra Señora de la Noche",

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