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Oratoria ¿Qué puedo aportar para que mi escuela sea un espacio de convivencia sana y pacífica?


Enviado por   •  6 de Julio de 2017  •  Informe  •  868 Palabras (4 Páginas)  •  2.334 Visitas

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Oratoria

¿Qué puedo aportar para que mi escuela sea un espacio de convivencia sana y pacífica?

Por las enseñanzas de mis maestros y los valores  que me han inculcado mis padres, mucho, pero ¿Qué están haciendo los maestros y  padres de familia por los niños que son los que laceran y dañan la convivencia escolar?

Hola buenos días mi nombre es Rigoberto de Jesús Tornel, soy orgullosamente Veracruzano,  originario de la comunidad de Ojo de Agua de Abajo, de la localidad de Acultzingo.

Estudio el sexto grado en la escuela Otilio Montaño con clave 30EPR3168Q, perteneciente a la zona 052

Quiero empezar aclarando que los niños no nacemos agresivos. Los niños no somos naturalmente violentos, ni maleducados, ni coléricos ni irrespetuosos. Tampoco es verdad que los niños seamos más agresivos que las niñas, ni que haya edades en que sea "normal" que se relacionen violentamente con los demás. ¡No!. Sencillamente todos los niños  reaccionamos al entorno en un modo semejante a como hemos sido y somos tratados.


En este momento puedo enumerar muchas recomendaciones de lo que podemos, no solo yo como alumno sino todos como sociedad hacer para construir un espacio escolar libre de acoso, maltrato, amenazas, golpes, etcétera, bullying, para estar a tono con la actual terminología; pero en realidad quiero dirigir mi oratoria a los padres de familia sobre las repercusiones que tiene en su hijo un mal golpe y no un golpe a tiempo, un grito desesperado y no un grito a tiempo, aunque en la actualidad los medios de comunicación y las recompensas por falta de cariño y la ausencia de la presencia de los padres, les revierta autoridad con frases como: me castigas porque no hice la tarea, porque no ayude ni a tender mi cama, ni recogí mi plato después de comer, en fin, entonces te voy a echar los derechos del infante, ¿Por qué si sabes papá que tenemos derechos? Y ahí ya ganamos los niños, ya los espantamos, pero se les olvida a los papás exigirnos nuestras obligaciones, es entonces que vamos ganando terreno y vamos haciendo lo que queremos, se nos hace fácil mentir, intimidar, ver a nuestro alrededor a los más débiles y vulnerables y sentirnos mucho mejor por la acción de poder.

Entonces surge de nuestras entrañas la necesidad de pegar aún más fuerte, más velozmente y más inteligentemente. Necesitamos afinar nuestras estrategias. Si no pegamos, si no expresamos vitalmente esto que nos pasa, moriremos en el vacío de nuestra soledad. Es lo único que podemos hacer, incluso si sabemos que luego seremos cada vez más brutalmente castigados.

Por lo tanto en este momento abordar el tema de la agresividad es muy difícil, en primer lugar porque cada uno de los adultos tienen niveles de tolerancia muy diferentes respecto a las actitudes provocadoras de los demás. Lo que un individuo considera irrespetuoso otro piensa que es una nimiedad, ya que depende de las experiencias vitales de cada uno. El daño puede ser provocado a través de golpes o insultos, aunque también habrá que tomar en cuenta los ataques menos visibles, como la humillación, el desprecio o la indiferencia, modos más sutiles, pero no menos desestabilizadores, que terminan igualmente hiriendo al otro.

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