Pato Donald
Enviado por GabyVazquez • 27 de Octubre de 2013 • 2.446 Palabras (10 Páginas) • 430 Visitas
Para leer al pato Donald es un libro que nos refleja como Disney trata de vendernos un mundo disfrazado de magia, de ilusiones y de historias que nos harán sentir realizados. Donde los personajes más sobresalientes de esta historia son Mickey, MC Pato, Hugo, Paco, Luís y Donald. Con estos personajes lo que nos devela es la ideología burguesa. como por ejemplo: Donald que refleja a todas las personas que son flojas, que no tiene mas visión que solo espera que los mantengan o encontrar un trabajo que sea demasiado fácil para no fatigarse. También nos muestra que en las historietas al reflejar a los indígenas, nos dicen lo que les han robado a otros países a otras colonias que con sus baratijas los han cambiado por oro preciado se han burlado de cada lugar al que van pues los indígenas se sienten asombrados con estos objetos que son asombrosos para ellos.
Lamentablemente nos engañan y nos tratan de hacer creer lo que se tiene que hacer de acuerdo a jestas historias pues los padres se las compran a los hijos y ellos a su vez empiezan a crecer con esas lecturas que los van formando de acuerdo a la ideología que ellos desean proyectar.
Walt Disney siempre supo que hacia desde un principio en colaboración con la clase burguesa, con los políticos, hacer creer que Estados Unidos es la gran potencia que ellos son los inteligentes y que los demás países son los ignorantes, los que siempre van a imitar a Norte América.
A los niños les hace creer que ellos en ultimo momento son los que van a mandar a los padre por ellos son tontos y los niños son inteligentes capaces de sustituir al adulto.
Disney a vendido uno cuentos que ha sido agrado de muchos pero que lamentablemente ellos los han hecho por su país, por que han sido portavoz de American Way of Life, que a través de los niños hacen que lleguen a los padres y que se identifiquen con ellas en especial con el Donald. No son historietas infantiles son historietas de la realidad que se viven en muchos países, donde siempre hay ricos, malos, tontos e inteligentes.
No es una novedad el ataque a Disney. Siempre se lo ha rechazado como propagandista del “american way of life”, como un vendedor viajero de la fantasía, como un portavoz de la “irrealidad”. Sin embargo, aunque todo esto es cierto, no parece ser la catapulta vertebral que inspira la manufactura de sus personajes, el verdadero peligro que representa para países dependientes como el nuestro. La amenaza no es por ser portavoz del american way of life, el modo de vida del norteamericano, sino porque representa al “american dram of life”, el modo en que la metrópoli nos exige que nos representemos nuestra propia realidad, para su propia salvación.
Toda realidad puede entenderse como la incesante interacción dialéctica entre una base material y una superestructura que la representa y la anticipa en la cabeza de los seres humanos. Por ende, los valores, las ideas, las “visiones del mundo”, y las c titules y comportamientos diarios que los acompañan hasta en sus gestos mas mínimos, están articulados según la forma concreta en que los seres humanos se relacionan socialmente entre sí para poder producir y vencer la naturaleza. Es la necesidad de representar coherente y fluidamente en las cabezas y en las diversas prácticas emocionales y racionales humanas la base material que permite al hombre subsistir y desarrollarse.
Desde el momento en que un ser humano se halla inserto en una sistema social determinado –y por lo tanto desde su gestación y nacimiento- es imposible evadir esta necesidad de hacer y ser conciente de su materialidad.
En toda sociedad, donde una clase social es dueña de los medios de producción de la vida, también esa misa clase es la propietaria del modo de producir las ideas, los sentimientos, las instituciones, en una palabra el sentido del mundo. Para la burguesía, en definitiva, se trata de invertir la relación real entre la base y superestructura: las ideas producen la riqueza por medio de la única materia que les queda limpia: la materia gris y la historia pasa a ser la historia de las ideas.
Por lo tanto, para capturar el mensaje central de Disney, es imprescindible preguntarse acerca de estos dos componentes en ese mundo de fantasía, porque de esta manera comprenderemos exactamente cuál es la forma en que se representa la realidad en ese mundo y de qué modo se puede relacionar esa ficción con la concreta existencia de los hombres, es decir, con su condición histórica inmediata.
La forma en que Disney va a resolver el problema superestructura-base debe ser comparado con la forma en que se presenta esta relación en el mundo cotidiano de los países dependientes. Las diferencias y semejanzas estructurales nos aportan la clave para enjuiciar críticamente los efectos que ese tipo de publicaciones tiene en una realidad subdesarrollada.
Ya hemos probado hasta la saciedad que el de Disney es un mundo que desearía ser in-material, donde ha desaparecido la producción en todos sus formas( industriales, sexuales, trabajo cotidiano, históricas), y donde el antagonismo nunca es social (competencia entre el bien y el mal, individualidades más o menos afortunadas, tontos e inteligentes). Por lo tanto la base material que existe en cada acción en nuestro mundo cotidiano concretamente situado no está presente para los personajes de Disney. Sin embargo no se trata de ángeles insustanciales volando en alguna séptima estratosfera: hemos visto que es esencial a ellos agitarse en lo cotidiano.
En ausencia purgación del sector secundario (la producción industrial que da origen a la sociedad contemporánea y es la base del poder de la burguesía y del imperialismo), la única infraestructura que le queda a Disney, que le permite encontrar algún tipo de cuerpo para su fantasía, que da forma material a sus ideas, que automáticamente representa la vida económica de sus personajes, es el sector terciario, aquel que surge al servicio de la industria y depende en definitiva de ella.
Tal como hemos observado, todas las relaciones en este mundo son de compulsión consumista y todos viven en la compraventa de ideas. La revista misma no escapa de esta situación: Disneylandia mismo nace al servicio de una sociedad que necesita entretenerse, es una industria de entretención, que nutre el ocio con mas ocio disfrazado de fantasía.
Es la única máquina que queda en el universo, depurada de sus contradicciones industriales y por lo tanto la única forma de salvarse en el futuro que se cierra implacablemente, es un parque de juegos infantiles ( y adultos) donde todos pueden llegar pero nadie puede irse.
Por eso no puede haber antagonismo entre
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