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Para Leer Al Pato Donald


Enviado por   •  10 de Octubre de 2013  •  2.523 Palabras (11 Páginas)  •  463 Visitas

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Dentro del libro: “Para leer al pato Donald” encontramos como ideas principales lo siguiente: Walt Disney es una base de operación nacional; donde tanto se vocifera acerca del atropello, de la libertad de prensa, y nos dice que este es un grupo económico, en manos de financistas y filántropos del régimen anterior. Walt disney es una empresa reconocida en cualquier hogar sin importar clases sociales saben el significado de Walt Disney, los personaje s han sido incorporados a cada hogar, se cuelgan en cada pared , se abrazan en los plásticos y las almohadas y a su vez ellos han retribuido invitando a los seres humanos a pertenecer a la gran familia universal Disney mas aya de las fronteras y las ideologías, mas aca de los odios y las diferencias y los dialectos. Disney entonces es parte al parecer inmortal de nuestra habitual representación colectiva. Un magazín femenino chileno proponía, el año pasado que se le otorgara a Disney el premio novel de la Paz. La magia de Walt Disney consistió precisamente, en mostrar en sus creaciones el lado alegre de la vida. “Rico Mc pato es el millonario avaro de cualquier país del mundo que atesora dinero y se infarta cada vez que alguien intenta pellizcarle un centavo; pero quien a pesar de todo suele mostrar rasgos de humanidad que lo redimen ante sus sobrinos-nietos.

“Donald es el eterno enemigo del trabajo y vive en función del familiar poderoso. Tribilin inocente y poco avisado hombre común que siempre es victima de sus propias torpezas que a nadie dañan, pero que hacen reír.

Lobo y lobito es una obra maestra para enseñar a los niños a diferenciar el bien del mal, con simpatía, sin odio. Por que el mismo lobo feroz, llegada la oportunidad de engullir a los tres cochinitos, tiene cargos de conciencia que le impiden consumar sus tropelías.

El ratón Mickey, por ultimo, es el personaje que por antonomasia de Disney. ¿Quién que no se considere ser humano no ha sentido calar hondo en su corazón durante los últimos 40 años con la sola presencia de Mickey? ¿Còmo puede decirse que no es posible enseñar a los niños haciendo hablar a los animales?

Los juegos infantiles asumen sus propias reglas y código: es una esfera autónoma y extra social (como la familia Disneylandia), que se edifica de acuerdo con las necesidades psicológicas del ser humano que ostenta esa edad privilegiada.

Es evidente, por ende, que todo ataque a Disney significa repudiar la concepción del niño que se ha recibido como valida, elevada a ley en nombre de la condición humana eterna y sin barreras.

Hay anticuerpos automàgicos que enmarcan negativamente a todo agresor en función de las evidencias que la sociedad ha encarnado a la gente, en sus gustos reflejos y opiniones, reproducidos cotidianamente en todos los niveles de la experiencia y que disney no hace sino llevar a su culminación comercial. Un publico que opina y da su consenso según las enseñanzas implícitas en el mundo de disney y que ya ha organizado su vida social y familiar deacuerdo a ellas.

Ante todo pareciera ser que debido a la tan cacareada fantasía al la que Disney continuamente nos invita es menester cortar las raíces que pudieran atar a estos personajes a un origen terrenal. Se ha dicho que uno de los atributos mas encomiables de estos monos es su cotidianidad. La autoridad d el padre de nuestra sociedad se funda en último término.

Para leer al Pato Donald es un libro clave de la literatura política. Es un ensayo, tal como lo describen sus autores, los intelectuales chileno Ariel Dorfman y belga Armand Mattelart. Es un análisis marxista sobre literatura de masas, concretamente sobre la publicada por Walt Disney para el mercado latinoamericano cuya tesis principal es que las historietas de la factoría Disney no sólo serían un reflejo de la ideología dominante el de las clases dominantes, según los postulados del marxismo, sino que, además, serían cómplices activos y conscientes de la tarea de mantenimiento y difusión de esa ideología. Este libro pretende acercarse a la problemática cultural y política de América Latina desde diferentes presupuestos teóricos y discursivos. Tomando como excusa la llamada "comunicación para el desarrollo", este trabajo problematiza el nacimiento de una nueva conciencia crítica en el ámbito de la academia latinoamericana en las últimas décadas, que vendría de la mano con un reconocimiento de la cultura latinoamericana como un horizonte diferente y diferenciado de Occidente. Nociones como las del llamado "control cultural", así como algunas posiciones críticas de la realidad desde la misma modernidad, quieren echar luces sobre esta problemática cuestionando además la retórica del progreso y el desarrollo. Este libro no tiene que ver con el ya clásico de Mattelart y Dorfman, pues los ámbitos de lectura de la realidad y el Donald actual (si es que acaso existe alguno) distan mucho de ser los mismos. Aquí se enfrentan retos como la construcción de un horizonte simbólico propio para América Latina, el reestreno de una conciencia política activa en el continente, y la ubicación de los nuevos centros de dispersión discursiva donde la esperanza suele confundirse, pero nunca perderse. Reconstruir la ideología imperialista subyacente en las relaciones entre los personajes del cómic de Disney, comparadas con las propias condiciones de trabajo de los empleados de la compañía. Estos últimos quedan convertidos en trasunto de los indígenas y sobrinos de la historieta (Huey, Dewey y Louie). Para Dorfman y Mattelart, detrás de la máscara del mito Disney se esconde el mensaje propagandístico del imperialismo cultural, del capitalismo estadounidense y del mítico "American Way of Life." Según los autores, el conflicto maniqueísta entre los personajes nunca tiene una base social porque se han eliminado todas las formas de producción (material, sexual e histórica). Simplemente, se trata de representar la superestructura ideológica de una sociedad capitalista avanzada, cuyo único futuro posible es la supremacía del sector terciario (de servicios) como clase. A este efecto, las fuerzas históricas y el sector secundario o productivo quedan eliminados. Por el mismo camino, el Tercer Mundo acaba siendo un parodiado juguete del Primero, que importa--al mismo tiempo que los productos manufacturados--su sistema axiológico. Los cómics son realmente un manual de instrucciones para los pueblos subdesarrollados sobre cómo han de ser sus relaciones con los centros del capitalismo internacional. En definitiva, el cómic de Disney no es mero entretenimiento sino una burla explícita de las condiciones de dependencia y explotación de la periferia por parte de los centros de decisión,

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