Pelotas del cielo

Pelotas del cielo

Laira se sentó como cada domingo sobre la misma roca, esperando a que una pelota callera del cielo, pero como desde hace dos semanas no había caído nada y ese día no fue la excepción. Suena raro, pero todo comenzó el primer domingo del año cuando Laira y yo íbamos camino a casa como de costumbre, pero ese día decidimos cruzar por un lugar por el cual nuestra madre nos había prohibido, de pronto nos topamos con un campo lleno de pelotas blancas, para nuestra mala suerte estaban rotas, pero alguien se había dado a la tarea de cocerlas a todas de la misma manera y con un hilo rojo.

Al llegar a casa con nuestras manos llenas de aquellas pelotitas viejas, nuestra madre se exaltó y enseguida nos preguntó el lugar del cual habíamos sacado tantas pelotas, Laira y yo tuvimos que mentir para que nuestra madre no nos regañara. Aun no sabía el motivo por el cual mamá no nos dejaba acercar    a las demás personas, nuestra casa estaba entre los árboles a las afueras de un pueblito llamado Chignahuapan, mamá había marcado un límite bastante grande alrededor de la casa lo suficientemente grande porque había lugares por los cuales Laira y yo no habíamos pasado nunca.

Cuando descubrimos aquel lugar de las pelotas rotas, Laira y yo íbamos cada domingo desde en la mañana, había domingos en que caían hasta nueve pelotas, todas del cielo. No podíamos ir a ver el lugar del cual provenían las pelotas, porque en la dirección de donde venían sobrepasaba el límite que había hecho mamá.

Desde hace dos semana que no caen pelotas, tal vez es porque ya no se rompen y no pueden deshacerse de pelotas nuevas.

La casa de los 21 robles

 Mi nombre es Tommy, vivo solo con mi hermano en un bosque. Desde pequeños nos las hemos arreglado para poder sobrevivir, nosotros cazamos nuestra propia comida, normalmente comemos frutos de los árboles porque es muy desagradable comer animales. Mi hermano y yo hemos adoptado habilidades para poder escapar de los animales salvajes, especialmente de uno, es un oso, no sabemos porque siempre que nos ve, nos persigue, hay muchos iguales a él, pero solo él es el único que lo hace, hemos acariciando zorros, lobos, algunos osos e incluso los hemos montado, pero él no se deja.

Gracias a él hemos tenido que hacer nuestros refugios en las alturas. Hace poco encontramos un lugar lleno de robles, mi hermano y yo decidimos hacer nuestro refugio en ese lugar, porque son los árboles más grandes que hay por ahí. Exactamente son 21 robles, el refugio esta hecho con madera de otros árboles y amarrado con raíces y ramas de distintos árboles y pinos.

Está hecha a una altura que el oso no ha podido trepar, porque el siempre arruina nuestros refugios, los habíamos hecho de todo tipo de materiales, de piedra, de lodo, de madera, ramas, incluso en una cueva pero ese oso es un desastre, siempre las encuentra y las destruye, espero que ahora este nos dure un poco de más tiempo.

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